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Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 27
Cuenta el amigo Pastor en este diario que se acaban de cerrar cuatro librerías en la provincia de Jaén y que la industria de la venta del libro de papel, sea escolar o de ficción, está bajo mínimos. Ocurre lo mismo en España. La crisis y la implantación general de Internet pueden ser motivos más que suficientes.
Al ser mayor en edad he conocido, en la ciudad de Jaén, el cierre de muchas librerías y papelerías que cubrían la geografía urbana por donde pasaban los estudiantes. Siempre he estado muy cerca de las librerías con material de contenido religioso. Recuerdo que la única existente es la llamada Arte y Liturgia, que llevan las religiosas nazarenas en la calle Ancha, donde además tienen su sede vocacional y eucarística.
Si la gente no compra libros de temática general, ¿adquiere de interés religioso católico?. La respuesta es la misma: a cuentagotas y muy contadas las gotas. Las propias editoriales son las que no se atreven a sacar libros de contenidos religiosos, porque los costes se han subido a las nubes, la distribución se lleva la parte del león, y el público apenas compra un ejemplar que otro.
¿Qué ocurre con el libro religioso católico hoy?. Las ventas y las lecturas están centradas en la Red, que es dónde la demanda se mueve más, sin olvidar a demanda de la petición de los ejemplares concretos, que se editan justa y exactamente. De esa forma las editoriales no amontonan cerros de papel sin salir a la calle, ni los autores tampoco invierten en libros que muy pocos adquieren.
Por esta senda se está moviendo hoy el mundo editorial de temática religiosa. Se suma a esta manera de editar, el hecho que las empresas colocan los títulos y los autores en grandes bases de datos, a donde acuden los posibles lectores a elegir a demanda el número de ejemplares que desean poseer y leer.
El mundo editorial católico nunca cerrará porque somos millones de cristianos probables amigos de los libros, quienes repartidos por todas las naciones en ese mercado global, elegiremos si deseamos leer en formato digital o tener en nuestras manos el libro tirado a imprenta como se ha hecho siempre.
El verdadero problema está en los lectores. La incultura de las actuales generaciones es evaluada por encuestas y similares, lo que nos lleva a ver el futuro un tanto negro, por la falta de la calidad cultural de los lectores, más amigos de la imagen móvil en una pantalla táctil, que en el buen olor a tinta desprendido de las páginas de un libro sacado de las máquinas reproductoras de siempre. Es lastimoso que el libro religioso en papel pase a ser una especie rara a extinguir, es como si hubiera caído una bomba de último invento que destruya los libros y nos deje las manos vacías. Sería fatal.