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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Entre olas, barricas y pueblos con encanto: Ruta por la Aquitania al completo (1ª Etapa)

Empezaremos esta ruta por San Juan de Luz. Foto: Cityshopping.

Tras la serie de posts en homenaje a España, volvemos al formato rutero habitual,esta vez asomándonos al precioso país vecino para conocer una de sus zonas más genuinas y cercanas a nuestro país, tierra de vinos, pueblos medievales de película y olas de aúpa. Bienvenidos a la Aquitania.

Queridos lectores:

Los buenos tiempos de las propuestas ruteras internacionales de varias etapas con sugerencia gastronómica y vinícola están aquí de vuelta. Tras probar diferentes formatos como la I Crónica Viajera por Menorca, los Cuadernos de España y alguna entrevista (la de Manolo Maristany, que atravesó África en moto), nos disponemos a seguir el contenido ordinario del blog, intercalando destinos de España-Europa, y simultáneamente, visitar alguna bodega que otra en alguna excursión propuesta. Os pido mil disculpas por la falta de contenido este último mes… ¡Espero que os guste el nuevo formato de Blogs-La Gaceta!

En esta ruta por la variada Aquitania, de 5 días de duración, divididas en 2 Etapas (Introducción, días 1 y 2, y luego días 3, 4 y 5), vamos a conocer aquella región de nuestra vecina Francia, situada entre los Pirineos y el Golfo de Vizcaya, la frontera Noroeste española, y las regiones de Poitou-Charantes, Mediodía-Pirineos y el Lemosín. Tomaremos ostras, beberemos uno de los mejores vinos del mundo, y veremos pueblos bastante escondidos entre bosques y campiña. Tras visitar la duna más grande de Europa, recorrer las Landas, dormir por Cap Ferret y ver las olas de Biarritz, visitaremos el interior de la Aquitania. Región originalmente muy importante durante la época romana, antes de la misma se hablaba el aquitano, una lengua parecida al euskera. Recordemos que hay una parte meridional de la Aquitania llamada País Vasco francés, que en la segunda etapa visitaremos también. Tras los romanos, todo tipo de pueblos y culturas han habitado estas tierras, desde los visigodos, los francos carolingios y hasta musulmanes. A parte de la riqueza histórica y cultural, la Aquitania es una zona muy rica de Francia, muy importante a nivel económico y con un patrimonio arquitectónico considerable. 

Turísiticamente, hay zonas no muy conocidas, como la zona de la Dordoña, aunque la costa está bastante explotada en cuanto al tema del surf y demás. También le da renombre a la región su capital, rivalizada con la mismísima Paris por su poder y nivel adquisitivo, Burdeos, que también tiene fama en la nomenclatura vitivinícola mundial. La zona de Arcachon y Cap Ferret es muy conocida, en verano, por ser un lugar de veraneo concurrido para los franceses, como es la Costa Azul (la Aquitania está menos explotada) o la zona del Golfo de Lyon, la costa del Rosellón y todo aquello. De un tamaño parecido al de Suiza, la Aquitania cuenta con temperaturas bastante suaves cuanto más nos acercamos a la costa, es algo lluvioso y eso sí, en verano se está de maravilla. Los precios, dada la renta per cápita de la zona y su fuerte industria son algo caros, pero no descaradamente. Su gente, bastante conocida por ser antes algo cerrados, se han abierto bastante al mundo cuando han visto peligrar su reinado en el mundo de la industria del vino, tan importante, con la llegada de Chile, Sudáfrica y Australia a los mercados vinícolas, cosa que les ha hecho ser más comerciales y no querer exclusivizar tanto su turismo, haciéndolo más abierto para todos ahora. También las obras monumentales de Burdeos la han convertido en una ciudad más humana, con más vida y más alegría comparándolo a tal y como estaba antes. En general a esta gente le encanta la buena vida y son personas bastante abiertas. Visitaremos por este orden las provincias de las Landas, la Gironda, Dordoña, Lot y Garona y los Pirineos Atlánticos por último. Si os parece, vamos a ello, con el repaso de los días Uno y Dos.

Día Uno: Entre olas y bosque, dunas y ostras. Toma de contacto con la costera y variada Aquitania.

Foto aérea de la Dune du Pyla, la más grande de Europa. A un lado, el Atlántico, al otro, el bosque de las Landas. Foto: Turismo de la Gironda.

Salimos de la frontera hispanofrancesa por Irún y nada más entrar en Francia, a escasos 10 kilómetros, cruzamos el río Bidasoa y por una carreterilla de costa vía Hendaya (la D-912) llegamos a San Juan de Luz, nuestro primer destino.  Lugar de veraneo bastante conocido, es un pueblo pescador sito en una pequeña y cerradísima bahía. Propongo pasear por el centro, el paseo marítimo e ir a ver el Puente de Santa Bárbara, yendo por la extensa playa, en forma de media luna. Vemos también su plaza, las casas vascas, tan genuinas, junto con la casa de Luis XIV, personaje que le dió notable importancia y prosperidad a este pueblo. Antes de irnos, podemos aprovechar y comprar unos macarrons, muy típicos de este lugar.

Típica estampa de la señorial Biarritz: Mar y villas. En la imagen, la Roca de la Virgen detrás de una típica villa de la costa aquitana. Foto: Jeremie Tronet.

Salimos de San Juan por la D-810, evitando la autopista, y tras 20 kilómetros nos plantamos en la archiconocida Biarritz. Testigo de una belle epoque que aún subsiste, es un precioso pueblo sito entre verdes montañas y el mar. Destacamos su maravillosa costa, con el exponente de la playa de los Vascos, el paseo marítimo, y su faro del s. XIX. Veremos también sus numerosas villas que reflejan un pasado aristocrático y señorial. No te pierdas el paseo al acantilado de la Roca de la Virgen ni tampoco el ir a tomar un aperitivo, desde el paseo a la Roca de la Virgen, en el puerto de pescadores. Tras esta visita a Biarritz, nos adentramos brevemente en el interior tras 15 minutos de coche, en Bayona. Esta primera ciudad gala desde que hemos salido de España ya denota características puramente francesas y centroeuropeas por su arquitectura; podemos quedarnos por aquí a comer hasta media tarde. Testiga de la presencia de romanos, vikingos, ingleses y españoles, fluyen por ella dos ríos, el Nive y el Ador. Vemos sus dos iglesias principales, su Catedral, en la Petit Bayonne, Patrimonio de la Humanidad, la Iglesia Neogótica de San Andrés, y sus dos castillos, Le Chateaux Vieux (castillo viejo) y Le Chateaux Neuf, de los siglos XII y XV, respectivamente. Vemos en todas sus calles ejemplos de arquitectura vasca con esas típicas vigas de colores, tan centroeuropeas, con sus contraventanas marineras de madera también llenas de color. Un ejemplo de todo ello es la Casa Moulis. Podemos ver el impresionante Hôtel de Ville-Ayuntamiento-, espléndido, como en casi toda ciudad francesa. Propongo comer en el Mercado de les Halles, a orillas del Nive, y probar sus dos productos estrella: El jamón curado con pimientos de Espelette y sus chocolates como postre.

Salimos de Bayona, dirección Norte, y nos adentramos en una de las carreteras más fantásticas del Sur de Europa, la que atraviesa las Landas de la Gascogne. Como nos vamos a ver el atardecer a la Dune du Pilat, a través de Biscarrosse, nos viene perfecto. Cogemos la A-63, la Autovía de la Costa Vasca, bordeando Capbreton, Hossegor (zona también surfera donde por cierto han capturado hace nada a un inmenso tiburón blanco) y nos desviamos en Biscarrosse. Este pueblo no tiene demasiado, pero las carreterillas para ir a la Duna de Pilat, la más grande de Europa son de lo más bonito. Pasamos Biscarrosse y llegamos a Pilat o Pyla, por la carretera Biscarrosse-Arcachon, entre bosque atlántico y carreterillas con desviaciones a sendos caminos para pasear. Subimos a la duna, viendo un extremo de Cap Ferret, (donde haremos noche hoy), los bancos de arena del Arguin, el mar, y al otro lado un inmenso bosque maravilloso, en segundo plano, tras la selva atlántica, campiña, a la française. Ideal para sentarse en la arena y ver el atardecer con unas cervecitas frías. Simplemente fabuloso.

 Salimos de Pilat y a pocos cientos de metros entramos en Arcachon, en medio de la Bassin-Bahía- que lleva su nombre, centro neurálgico de la ostricultura y por tanto, en la provincia de la Gironda. Yo destacaría de este pueblo residencial y vacacional, su Iglesia de Nuestra Señora, con la Capilla de los Marinos. Cenamos en el Bulevar de la playa unas ostritas con vino blanco de Entre-deux-Mérs.

Recorriendo la bahía de Arcachon podremos apreciar las cabañas Tchanquées, que servían a los ostricultores de refugio entre dos mareas. Foto: Turismo de Arcachon.

Salimos de Arcachon dirección Norte y bordeamos la bahía hasta Cap-Ferret, una versión naturalista y afrancesada de la Manga del Mar Menor murciana. Atravesamos la lengua de arena por la Avenida de Burdeos y dormimos en uno de los sendos campings o casas rurales-Bread&Breakfast que hay. Recomiendo parar a dormir por la zona de Mimbeau, cerca del Faro, con vistas a la Isla de Oiseaux. Propongo acostarnos pronto para levantarnos de noche y ver el amanecer en la playa sita al Oeste, por La Pointe (la Punta).

Día Dos. Entre amaneceres, bulevares y Casas del Vino. Visitando  Burdeos y adentrándonos por el interior aquitano. Tras la pista de Astérix y Obélix.

La Plaza Bourse y el Espejo de Agua, Burdeos, Francia. Foto: Gastro Urdiales.

Tras ver el amanecer dando un paseo por el extremo Sur-Oeste de la lengua de arena de Cap-Ferret, bordeamos de nuevo la bahía de Arcachon, y nos adentramos en la Gironda. Llegamos por su entrada Occidental y paramos unas horas a visitarlo. De Burdeos destaco aquí algún monumento imprescindible, un paseo que no nos podemos perder y un vinito de la zona en una vinoteca típica. Por un lado no podemos dejar de ver la Catedral de San Andrés, con la torre-campanario Pey Berland, separada de la estructura principal del templo para que los repiques de las campanas no dañen con sus vibraciones dicha estructura, y detrás de la misma, el Ayuntamiento. También la Plaza Bourse, objeto de la gran reforma urbanística de Burdeos que tanto aire le ha dado, con la curiosa y famosa fuente “espejo de agua”, en medio de la inmensa plaza, además de la Puerta Cailhau y la Torre Saint Michel (Patrimonio de la Humanidad) como dos últimos monumentos a destacar. En el paseo podremos contemplar el Gran Teatro y algún otro edificio destacado de Burdeos. Podemos acabar la visita tomando algún caldo vernáculo en Le Wine Bar, sito en el 19 de la Rue des Bahutiers. Salimos Este de Burdeos hacia Saint Emilion. Si hemos aparcado del centro, saldremos por el célebre Puente de Piedra, cruzando el Garona, majestuoso, a su paso por la ciudad, a poco de desembocar en las aguas del Atlántico. En menos de 40 minutos nos habremos plantado en Saint Emilion.

Llegamos a Saint Emilion, un pintoresco, medieval y fortificado pueblo, Patrimonio de la Humanidad. Este maravilloso lugar de origen celta (cuenta con un menhir supuestamente milagroso) y una preciosa iglesia monolítica excavada en la roca, destaca por sus callejuelas y entramado que guardan, en cada esquina, mil y un encantos e historias bien guardadas en sus piedras. Podemos parar a comer, algo tarde, primero, y bajar el vino que nos vamos a tomar en este pueblo eminentemente vitivinícola cercano al importantísimo río Dordogne. Sugiero las recomendaciones y ofertas de cada vinoteca, pero no estaría mal un Foie con espárragos trigueros, o un solomillo con mousse de manzana, como algo así más sofisticado. Dejémonos recomendar por los vinos en copa, para probar un par o tres distintos de la zona, un grand cru classé… Podemos acabar nuestro paseo, si queremos, en la Maison du Vin, de entrada gratuita.

Vista aérea de la vitivinícola Saint Emilion. Foto de Anne Lanta.

Salimos de Saint Emilion Sur-Este, a enfocar nuestra tarde-noche en Perigueux y en Saint-Leon-sur-Vézere. Tras una hora de coche al Norte del río Dordoña, llegamos a Perigueux, región del Perigord, antigua capital celta de la Galia prerromana. A parte de su casco antiguo con los encantos correspondientes de esta zona maravillosa del Sur de nuestra vecina Francia, destacamos aquí (muy importante) La Catedral de esta ciudad, la de Saint-Front, del siglo XVII, Patrimonio de la Humanidad, que por cierto forma parte del Camino de Santiago patrio. Si tenemos tiempo podemos alquilar unas bicis y bordear el Isle desde la orilla de enfrente del centro urbano y contamplar su “skyline” mientras atardece. Si queréis obviar el destino semiurbano de Perigueux, tenéis la Abadía de Brantôme, preciosa, sita a algo más de 20 minutos en coche desde esta localidad, hacia el Norte.

 Perigueux, con la Catedral de Saint-Front y la Abadía de Brantôme, como alternativa a la visita urbana de Perigueux. Fotos: Ville de Perigueux, Creative Commons.

Tras algo más de 50 minutos de frondosos bosques, agua, más agua y fértil campiña, llegamos a nuestro último destino del día y de esta primera etapa: Saint-Leon-sur-Vézere, sito al borde del río Vézere. Saint-Leon es un pueblito, con un típico castillo del Perigord (en la Segunda Etapa veremos mucha arquitectura del Perigord) y su iglesia, alejado, en medio de la naturaleza, rica como ella sola, a caballo entre bosque y campiña, y famoso por acoger un centro budista. Aquí empezaremos a apreciar la arquitectura propia del Perigord, con esas edificaciones de techos negros, esas casas de piedra, flores por todos lados, coloridas contraventanas por doquier y sauces llorones al borde de un caudaloso río que amenaza con desbordarse cada dos por tres.

Vista al conjunto de Saint-Leon-sur-Vézere, a orillas del río Vézere. Foto: Campdevacances.

Su castillo es una mezcla entre el Palacio Real de Olite (Navarra, España) y el del Conde Drácula (Transilvania, Rumanía), por sus torres de cuento y sus formas estructurales, tan presentes en Centroeuropa, respectivamente. Propongo dar una vuelta por el pueblo, visitando sus tiendas de objetos típicos “vintage”, pasear por el río, rodeando el castillo iluminado y la iglesia, para luego cenar en el “Auberge du Pont”, un confit de pato, o un magret con patatas panadera, regado por un vino de la zona (todos son maravillosos), acabando con un helado artesanal. Podemos dormir en el Relais de la Côte de Jor, en medio del bosque.

Con esto, queridos lectores, seguiremos con la segunda etapa, de 3 días más, entre Saint Jean de Côle, en pleno Dordoña, y Ainhoa, en el País Vasco Francés, próximamente, para luego repasar unas bodegas con encanto (empezaremos por las del Grupo Yllera) y acabar, por ahora, catando trufas en el Maestrazgo.

Queridos lectores: Por estas fechas se celebra la peregrinación a Javier y va a empezar a hacer buen tiempo tras este invierno duro y difícil para cualquier viajero de fin de semana como un servidor. Os recomiendo la ruta que ya repasamos en su día, aquí, en vuestro blog de viajes, «Tras los pasos de San Francisco Javier»-enlace aquí.

Siempre vuestro,

¡Buen viaje!

Luis Poch de Gaminde
El Viajero Incansable
[email protected]
@viajerolpochg                   &n
sp;                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                    www.facebook.com/viajeroincansableintereconomia

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