Desde hace neses se buscan los restos mortales de don Miguel de Cervantes en el convento de las trinitarias de Madrid. Tal empeño me parece positivo por varios motivos. Destaco dos principales:
El primero, porque el maestro cumbre de la lengua española se merece que sus restos estén esperando la resurrección final dignamente enterrados en lugar conocido y sean admirados por todos los que hablamos y amamos la lengua que sumamos quinientos millones de seres humanos actualmente.
El segundo, porque en el año 16, tiene lugar el quinto centenario del fallecimiento del gran escritor y es un acto de justicia a su persona poder recibir una sepultura singular, en vez de estar en el escondite que actualmente reposan en el convento de las trinitarias madrileñas.
Animo y apoyo todo lo que se haga en este sentido, donde la Iglesia juega un papel esencial en todo lo que resta hasta dar con los huesos mortales cervantinos.
Tomás de la Torre Lendínez