«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La no violencia real, cuando hay que educar a maltratadoras

La prevención es útil por varios motivos. Despierta una conciencia en la sociedad, pone coto a las acciones de los maltratadores y protege a las víctimas.

Actualmente, un hombre maltratado no es considerado víctima. Solo una anomalía que puede ser ignorada fácilmente. Y todo es fruto de la educación.

En una situación estándar, una clase en el colegio recibe una charla sobre como pegar o meterse con las compañeras no es bueno. En el instituto, sobre como en una fiesta no se debe presionar a la mujer para que dé un sí. Y en la universidad, sobre como una relación de pareja puede ser tóxica. Y todo eso es bueno, pero siempre la prevención está enfocada hacia el hombre que maltrata, pero no hacia la mujer maltratadora.

La prevención es útil por varios motivos. Despierta una conciencia en la sociedad, que al menos con mayor probabilidad, presta atención a situaciones de maltrato. Pone coto a las acciones de los maltratadores y protege a las víctimas. El problema es que la prevención es cuestión de género. Si se genera la narrativa de que hay que prevenir siempre contra los hombres, porque la violencia solo viene de ellos; se elimina la posibilidad de que sean considerados víctimas de situaciones de maltrato.

Si un hombre no puede ser considerado víctima, nuestro sistema legal (reflejo de cómo piensa/actúa una sociedad) tampoco lo hará. Por ejemplo, no existe ayuda telefónica oficial para un hombre maltratado; debe llamar a teléfonos generales como el 091 donde generalmente el personal carece de la formación adecuada. No hay protocolo de prevención, un hombre maltratado (que desconoce sus derechos) puede ser mandado a casa con su maltratadora hasta la espera de juicio. Y es considerado víctima de violencia doméstica, el equivalente a considerar abusos psicológicos y físicos continuados como una mera “riña de pareja”.

La educación es esencial, al igual que la prevención. Pero debe ser ambivalente. Si tememos el coste político de considerar a las hombres maltratados como una realidad. Estaremos negando la existencia del abuso masculino; exactamente lo mismo que se hizo con el abuso femenino.

Hay que educar en la idea de que una mujer puede ser maltratadora. Y actuar en consecuencia. Patón y Asociados es uno de los pocos bufetes nacionales comprometidos con esta idea. Poseyendo una amplia experiencia en la defensa de hombres maltratados.

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