Las víctimas de maltrato solo piden ayuda una vez, raramente dos. Sino se aprovecha esa oportunidad, muchos no lo vuelven a intentar.
Cuando una víctima de maltrato reúne la valentía para contar su situación en muchas ocasiones será la última vez que lo haga. Bien porque la sociedad no es capaz de articular una respuesta adecuada que ponga fin a esa situación o porque no puede y la víctima no vuelve a reunir esa valentía, perdida la fe en el sistema y su futuro.
La ventana de oportunidad es mínima. Meritoriamente, en España hemos sido capaces de poner en marcha varios mecanismos. El teléfono 016 para mujeres maltratadas, los refugios para hombres maltratados y la especial protección jurídica inicial. En esos tres casos, en los tres, el sistema español fracasa miserablemente. En primer lugar, ya no existe un teléfono de atención para víctimas de maltrato masculino se quedó sin fondos y cobertura efectiva en 2015. Tampoco es que antes funcionase demasiado, no existía publicidad, la llamada dejaba rastro en la factura (a diferencia del 016) y no era fácil de recordar (era un 904).
En segundo, apenas hay refugios para hombres maltratados en España y cada vez que se abre uno se entiende como una forma de desviar la atención sobre el maltrato femenino. Y por último, no existe especial protección jurídica. No existen protocolos para atender a hombres maltratados, no existe obligatoriedad de investigación y encima no es considerado violencia de género, solo doméstica; que en los casos más surrealistas puede acabar en multa para la maltratadora de unos pocos cientos de euros.
En esta columna, muchas veces ponemos el foco sobre la poca o nula credibilidad que tienen los hombres maltratados. La inexistencia de respeto por parte de la gente. O la hostilidad con la que muchas veces son recibidos. Pero admitimos que somos optimistas, porque muchas veces los hombres maltratados no son capaces ni si quiera de dar el primer paso para verlo, ya que se quedan por el camino superados por las barreras administrativas que existen y por las que no quieren volver a pasar.
En Patón y Asociados, si que prestamos atención a esas peticiones de ayuda, porque entendemos que no hacerlo no implica perder un mero cliente, sino muchas veces perder a un ser humano que necesita la mejor ayuda y defensa posible.
Por Juan Rivera Crespo, de Patón & Asociados
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