«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

A propósito de Montañez…

Esta es la carta que copio de una mujer venezolana:
Querida Beatriz

Debo decir que a mi edad pocas cosas me sorprenden, pero eso no significa que me agraden. Desde que te vi hace años en El Intermedio me pareció que eras una mujer inteligente, cosa que valoro mucho más porque no soporto a los que creen que con ser guapa es suficiente.

Cuando Pablo Iglesias dijo que iba al programa en el que ahora estás, le dije que yo lo había visto una vez y que se amarrara los pantalones. Nunca supe qué pasó, no lo vi pero espero que la entrevista fuera más allá de las tonterías que salvo contadas excepciones caracterizan a esa cadena que de no ser por el puntico en relieve para guiarme en la oscuridad, ya habría desaparecido del mando de mi televisor.

Esta mañana una amiga y periodista venezolana colgó el momento en que el SEÑOR Bertín Osborne hizo gala de su condición de “venezolano de corazón”, de sentido común y de un gran respeto por los que pasamos o tenemos una familia que padece esa democracia que desconoces y que por desgracia no supiste defender, pues a medida que hablabas caías en eso que los venezolanos llamamos “un arroz con mango” que ni tú misma entendías. La insistencia sin mayores datos hizo mucho por dejar en evidencia tu defensa, situación que los venezolanos definimos con una maravillosa frase: “no aclares que oscureces”.

Obviamente eres libre de defender a quien mejor te parezca, y me extraña que desperdiciaras la oportunidad de averiguar con Bertín Osborne, incluso con Pedro Zerolo – ese programa sí lo vi – sobre la verdadera situación de la democracia venezolana.

En esa democracia hay estudiantes encarcelados en retenes que hacen parecer parques infantiles a los de “Encarcelados”, y no están allí por delinquir sino por protestar. Hay periodistas perseguidos, programas de televisión cancelados por presiones del gobierno (pregúntale al presentador Luis Chataing –el afectado más reciente–) o que no han sido emitidos por la autocensura de las cadenas privadas que quedan. En esa democracia ejemplar nuestras madres tienen que hacer horas de cola para comprar comida, peregrinar por supermercados porque donde hay aceite no hay harina, y donde hay harina no hay pollo. En esa democracia admirable este fin de semana entraron a un quirófano y mataron a dos personas. Sí, a un quirófano querida Beatriz.

Yo no te voy a pedir como Bertín Osborne que vayas a Venezuela, porque para eso tendría que pedirte que contrates a un escolta para que no te maten al llegar como hace poco ocurrió a un alemán que llevaba menos de doce horas en Caracas y al que un charco de sangre lo bañaba bajo el cartel de “BIENVENIDOS” en uno de los mejores hoteles de la ciudad. No vas a ver demasiado porque para saber lo que pasa en Venezuela hace falta mucho más que moverse bajo la obligatoria seguridad que te proporcionaría tu cadena si te mandara a vivir la experiencia. Tampoco te voy a pedir que vayas porque tendrías que llevarte en la maleta toallitas o papel sanitario porque es posible que el hotel te lo racione porque no hay, también tendrías que llevarte un par de velas para cuando se vaya la luz, y a lo mejor un garrafón de agua por si acaso se va justo cuando te estés lavando tu maravilloso pelo.

En la maleta además tendrías que meter un montón de medicinas como hacemos todos los que vamos porque hace tiempo de este lado del charco hay redes de recolección de medicamentos para ayudar a diabéticos, embarazadas, enfermos de cáncer y un largo etcétera de pacientes que en la farmacia lo único que encuentran es el cartelito de “NO HAY”. A lo mejor incluso tendrías que hacer espacio por si alguien te pide el favor de llevarle pañales a algún familiar con niños pequeños.

Conozco a Pablo Iglesias y a más gente de su partido, en Venezuela también los conocen y te aseguro que no hace falta que ofrezcas mil euros para encontrar declaraciones. Tira de amigos en los medios, consulta youtube, podrás hacerte un collar con tantas perlas. Es más, los mil euros no los quiero, puedes usarlos comprando aquí harina de maíz, pañales, leche, medicinas, jabón, toallas sanitarias y los mandas a Venezuela a ver si le alegras el día a uno de esos malagradecidos a los que no les basta la patria para llenarse la barriga o darse una ducha.

Sigo pensando que eres una mujer inteligente, y como tal supongo que después del programa te habrás tomado la molestia de averiguar si es verdad lo que dijo Bertín en su estilo y quedándose corto porque a pesar de su evidente enfado y de que tampoco debió gritar, no iba con ganas de pelear.

Una cosa más, otro día no te lo tomes tan a pecho. No grites, no te vuelvas loca, no pierdas los papeles, porque más allá de tu absurda e indocumentada defensa lo más absurdo fue tu reacción. Querida Beatriz, los que hemos pegado carreras para poder hacer mercado (la compra) los que hemos tenido una 9mm en la sien, los que hemos perdido a familiares y amigos a manos del hampa, los que hemos sido matraqueados por malandros con o sin uniforme, los que tenemos amigos presos, los que hemos recorrido decenas de cajeros para reunir el rescate de un secuestro exprés, los que hemos tenido que abandonar a nuestras familias, los que no tenemos espacio en los medios de comunicación públicos – y vemos censurados los privados– los que elegimos alcaldes que el régimen encarcela y destituye porque sí, en fin, los que llevamos quince años en este calvario padeciendo las maravillas de la democracia de la que hablas somos nosotros, no tú. No te enerves, aprende de Pablo.

Ojalá se acabe pronto ese régimen tan democrático en el que no podrías darte el lujo de despotricar en contra como – con razones de sobra – siguen haciendo tus ex compañeros, para que cuando recuperemos nuestro país y nuestra libertad puedas darte el lujo de ir a Venezuela y conocer las maravillas que ahora yacen bajo la miseria que nos inunda y la sangre que no para de derramarse. Ese día los mil euros los pondré yo para que te pegues unas mini vacaciones sin miedo a no sobrevivir para contarlo.

Tal vez debería disculparme por no escribirle una carta a Bertín Osborne, pero prefiero encontrármelo un día para darle las gracias… Sólo espero que no sea en la cola para comprar leche.

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