El país calvinista ha determinado alterar su registro civil para que, además de incluir a hombres y mujeres, contemple a quienes no encajen en ninguna de estas dos categorías: los intersexuales.
Quizá una de las actitudes más características de nuestra época sea el voluntarismo, esa corriente filosófica que propugna la primacía de la voluntad humana sobre lo real. Hogaño, así, el hombre no se afana en adecuar sus pensamientos a la realidad (cuya existencia objetiva es negada), sino que construye la realidad – puramente subjetiva – a través de la mente.
Es en este voluntarismo donde debemos rastrear el origen de la ideología de género, que niega la existencia de sexos biológicos y los reemplaza por los ya archiconocidos ‘géneros’. Éstos, de acuerdo con la deletérea ideología, no vendrían determinados por la naturaleza, sino que serían producto de una construcción psíquica; es decir, de una elección personal.
Uno de las naciones que se somete con mayor entusiasmo a los dogmas de la ideología de género es Holanda, que ya hace unos años (siglos, quizá) se erigió en vanguardia de lo progre. De esta forma, el país calvinista ha determinado alterar su registro civil para que, además de incluir a hombres y mujeres, contemple a quienes no encajen en ninguna de estas dos categorías: los intersexuales.
Los más ingenuos podrán pensar que decisiones como ésta responden a breves y esporádicos episodios de locura, pero nada más lejos de la realidad. Lo que se ha apoderado de la voluntad de la mayoría de la clase política europea no es la demencia, sino una tóxica ideología cuyo objetivo último es destruir la familia y todo grupo humano natural.
En este caso, la decisión la ha tomado la Justicia, no la clase política: un tribunal de Limburgo ha fallado en favor de un demandante ‘intersexual’. Éste, que fue inscrito en el registro en 1961 como varón, pidió en 2001 un cambio del acta oficial para que en ella se leyera ‘mujer’. Aún incómodo con esa variación, reclamó el reconocimiento del ‘género neutro’ a los jueces, quienes le han dado finalmente la razón.
El lobby LGTB, exultante
Disposiciones como ésta nos llevan a pensar que las élites políticas europeas ya no están al servicio del hombre corriente – al que le es indiferente que en el registro civil se incluya el género neutro o no -, sino de una serie de lobbies que manejan opíparas cantidades de dinero.
Uno de estos grupos de presión es, obviamente, el lobby LGTB, que ha acogido con regocijo la decisión de la Justicia; decisión que ha motejado de ‘paso en la buena dirección’. En esta misma línea alborozada se ha manifestado la rama holandesa de una fundación internacional para el colectivo intersexual, que lamenta, eso sí, que el ‘fallo sea solo válido en el ámbito de la intersexualidad’ y que ‘no todos los holandeses disponga de esta opción’.
Para mostrar la sumisión del Gobierno holandés – conservador – al colectivo LGTB, cabe mencionar su propósito, no consumado por el momento, de legalizar la paternidad múltiple; esto es, de permitir el reconocimiento de más de dos progenitores para un solo niño.