El Ejecutivo de Baviera – en manos de la Unión Social Cristiana – ha ordenado la colocación de crucifijos en el acceso de todos los edificios gubernamentales.
En un momento en que el laicismo parece credo obligatorio, nos desconcierta toda manifestación pública que no se someta a sus opresivos dictados. De esta manera, son pocos los que osan cuestionar la extendida idea de que la religión debe recluirse entre los muros de los templos; son pocos los que cuestionan la reducción de la fe a materia fundamentalmente individual y privada.
En este contexto poco favorable, el Ejecutivo de Baviera – en manos de la Unión Social Cristiana – ha ordenado la colocación de crucifijos en el acceso de todos los edificios gubernamentales. Una controvertida decisión que no afectará a las sedes municipales y federales, que entrará en vigor el 1 de junio y que los gobernantes han pretextado arguyendo que la Cruz no es sólo una expresión religiosa, sino también un reflejo de la ‘identidad cultural’ de la región meridional germana y de la influencia cristiana en la civilización occidental.
Cabe aseverar que en Baviera, territorio mayoritariamente católico, los crucifijos ya presiden tanto colegios como las salas de los tribunales.
La oposición bávara ha criticado con causticidad la decisión adoptada por el Ejecutivo que preside Markus Söder. De este modo, el líder del Partido Liberal, Christian Lindner, ha comparado la Gobierno de la región con la del régimen autocrático de Recep Tayyip Erdogan en Turquía (país que, como sabemos, ha ido evolucionando hacia el fundamentalismo islámico).
Neutralizar a AfD
Hemos de enmarcar la decisión del Ejecutivo en su debido contexto: la Unión Social Cristiana, católica y derechista, está en plena campaña por impedir que Alternativa por Alemania le arrebate la holgada mayoría de que hogaño goza en Baviera. En 2013, ganó las elecciones con un 47,7% de los votos, lo que le ha permitido gobernar sin sobresaltos durante este tiempo.
El objetivo ahora es neutralizar a AfD, que podría atraer hacia sí al electorado que hasta ahora ha respaldado a la CSU. Así, aquella formación, que oborazones y distintos órganos sin obtuvo un notable resultado en los pasados comicios generales, ha hecho de la defensa de la identidad germana y de la lucha contra el fundamentalismo islámico uno de sus principales propósitos.
Quizá debido al celo con el que protegen su identidad cultural, Baviera es una de las regiones germanas más prósperas (la segunda más rica) y seguras. Así, se ha mantenido al margen de esa ola de violencia callejera (agresiones sexuales, asesinatos, etc) que ha inundado ingentes territorios del país en los últimos años; en concreto, desde 2015, cuando la canciller Angela Merkel tomó la malhadada decisión de acoger a un millón de migrantes.