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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Torturas y asesinatos cometidos por ETA, hasta ahora desconocidos

Eran los últimos meses del franquismo y los primeros de la Transición. Unas fechas en las que el engaño de la banda terrorista de ultraizquierda ETA estaba quedando patente. Ya no podíanjustificar sus asesinatos vendiéndose como luchadores contra el franquismo, como pretendía la izquierda española de entonces -y en gran medida la de ahora-. Seguían asesinando, porque su finalidad era la separación de un territorio español, las tres provincias vascas, del resto del territorio nacional.

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En aquellos años, los últimos setenta y los ochenta, el sur de Francia era un refugio seguro para los criminales etarras y allí campaban a sus anchas. Por eso, las Fuerzas de Seguridad del Estado que se encargaban de la lucha contra el terrorismo se desplazaban al norte de los Pirineos para intentar localizar a los criminales.

Los asesinos no dudaron en actuar, la impunidad que les brindaba Francia así se lo permitía, con toda la crueldad de la que eran capaces. Fruto de aquellas actuaciones, estamos a punto de conocer un informe en el que se recoge, al menos, media docena de casos de torturas cometidas por los terroristas. Sus víctimas eran españoles a los que consideraban agentes de la Policía o confidentes de ella.

El primer caso conocido de esta serie de torturas es el de Valentín Parras Tostado. Un caso de esos que en la prensa española se despachaba con una breve mención, en esa política de ocultamiento que tanto benefició a la banda terrorista a la vez que perjudicaba a sus víctimas y a toda España.

El 25 de julio de 1975, un pescador que faenaba en el río Neville en San Juan de Luz encontró un cadáver medio flotando. Al hacerse cargo del cuerpo, la policía francesa descubró que con un objeto punzante le habían grabado en el pecho cuatro letras: “ETA-V”. El grupo escindido de la VI asamblea que mantuvo la insistencia en el uso del terror para intentar la separación vasca de España. En ese sector, cuya denominación era askatasuna ala hil (libertad o muerte), se agrupaban los pistoleros más sanguinarios y contaban con el apoyo de EGI, las juventudes radicalizadas del PNV, que por aquel entonces apoyaban el terrorismo. Este grupo acabaría haciéndose con el control absoluto del grupo terrorista.

¿Quién era Parras Tostado?

El cuerpo de la víctima, según la autopsia que le fue realizada en Francia, presentaba lesiones producidas mediante técnicas de tortura. Entre ellas, como recogió la prensa francesa en su momento aunque no apareció en la prensa española, fracturas múltiples en varias falanges de los dedos, quemaduras en varias parte del cuerpo, uñas extraídas, cortes en varias partes del cuerpo y lesiones oculares con objetos punzantes.

El mismo informe forense establecía como causa de la muerte el estrangulamiento, que había sido previo a ser trasladado y arrojado al río Neville con lastre atado a los piés. Tardó mucho en conocerse la identidad de la víctima. Finalmente, un año más tarde, se supo que era Valentín Parras Tostado, un ciudadano español nacido en la localidad cacereña de Miajadas que había sido identificado por la banda terrorista como miembro de los servicios de información de la Policía española.

Años después, el etarra Javier Zumalde recogería este hecho en su libro de memorias “Las botas de la guerrilla” donde explica: “otro individuo (este perteneciente al Servicio de Información del Ejército Español) es cazado en San Juan de Luz, interrogado y ajusticiado. Su cadáver aparece el 26 de julio en la ría de La Nivelle. Según la Policía, estaba maniatado y tenía sujetos sus pies a un bloque de cemento”.

La banda terrorista de ultraizquierda no dudó en torturar y asesinar a un miembro de los servicios secretos españoles en un momento en el que la situación política española se encontraba en pleno cambio y en el que no se había producido ni una sola acción contraterrorista en suelo francés. La guerra sucia había empezado, y era ETA quien fijaba las condiciones del juego. Curiosamente, todavía hoy, ellos denuncian falsamente como torturadores a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Segurida del Estado que velan en nuestro país por el imperio de la Ley. Y lo malo es que la izquierda española les sigue haciendo el juego.

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