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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Tres razones por las que Carmen Lomana es un buen fichaje para Vox

Mucho ha sido el revuelo que ha despertado el fichaje de Carmen Lomana por Vox. Fuera, pero también dentro del partido. Fuera, el cachondeo previsible. Los memes, las chanzas y las bromas más o menos ingeniosas de Twitter y Facebook. Dentro, la indignación de los puristas que entienden que una celebrity no debería tener sitio en Vox, cofre de valores, tradición y patriotismo. Sea como fuere, desde un punto de vista de la mercadotecnia política, el fichaje tiene sentido. Ahí van los cinco argumentos. 

1. Visibilidad. Una de los grandes hándicaps del partido. Casi dos años después de su creación, el partido sigue siendo un gran desconocido para la mayoría de la sociedad española. Su mensaje no ha llegado, y cuando lo ha hecho, ha llegado distorsionado o a través de mensajes negativos: espantadas, diferencias internas o acciones de marketing callejero de dudosa eficacia, como la procesión hasta Génova 13 con una taza del wáter a cuestas. 

Los grandes medios han levantado un muro de silencio en torno a Vox. En parte por ser un partido extraparlamentario, en parte, según denuncian desde el partido, por las consignas que reciben desde Génova. Sea como fuere, Vox, sin correas de transmisión, ha pasado desapercibido para el gran público. Con Carmen Lomana esto puede cambiar. Ha colaborado en Supervivientes, Hable con ella y Sálvame Deluxe, todos en TeleCinco. Ha aparecido en Más que baile, en MasterChef y sigue colaborando en varios programas de 13TV. Para colmo, tiene una presencia casi continua en las revistas del corazón, de gran consumo en España. Quizá la operación Lomana llega, eso sí, justa de tiempo. Será difícil rentabilizar en los platós el compromiso político de Lomana en solo un mes. Sea como fuere, centenares de miles de personas sabrán estos días de la existencia de un partido de nombre Vox.

2. Radicalismo. Decíamos en el punto anterior que Vox no llega, y cuando llega lo hace distorsionado. Existe la sensación entre los que sí conocen el proyecto de que se trata de un partido radical, belicoso y excesivamente beligerante en asuntos sensibles como la inmigración o el aborto. La inclusión de Lomana en el proyecto puede servir para suavizar la imagen del Vox. Lomana, es cierto, proyecta una imagen de cierta frivolidad. Aficionada a la moda, al arte y a las fiestas de la jet, pero también culta, serena, licenciada en filosofía y autora de varios libros. Un perfil que encaja difícilmente en los prejuicios que dibujan a Vox como un peligroso movimiento extremista. Lomana puede conferir sus atributos positivos –así actúan los prescriptores en la publicidad- al producto; al partido político en ese caso. Nada más lejos de la revolución que el conservadurismo. 

3. Nada que perder. Vox ha comparecido a dos grandes elecciones. Las europeas, en mayo de 2014, y las locales y autonómicas, en mayo de este año. En las primeras logró un buen resultado, pero no el suficiente como para obtener representación en el Europarlamento. En las segundas, y después de un período de convulsiones internas, el resultado fue desalentador: No se accedió a ningún parlamento autonómico ni ayuntamiento de relevancia. De modo que las elecciones del próximo 20 de diciembre representan, quizá, el último intento por medir las fuerzas del partido que aspira a representar la derecha alternativa, “la única derecha”, a decir de sus dirigentes. Así las cosas, no hay riesgo en la apuesta de Carmen Lomana. Muchos ven la operación como una medida a la desesperada, y quizá así sea. No hay tiempo para otras cosas. Pierden el partido por varios goles y están en el descuento. Continuar con la misma estrategia, vistos los resultados, hubiera resultado suicida. El partido tiene poco que perder, pues nada tiene y mucho que ganar.

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