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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

UCR: ¿Identidad política o especulación electoral?

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BUENOS AIRES.- La vuelta de la Unión Cívica Radical (UCR) al primer plano de la política nacional sigue siendo una esperanza latente. Atada a la suerte de Mauricio Macri, la UCR se debate entre ser un actor de reparto en la alianza Cambiemos o recuperar su verdadera identidad política, orgullo de los argentinos.

En las Elecciones Generales de 2015 mejoró su participación en la Cámara baja e intendencias de la provincia de Buenos Aires. El radicalismo gobierna en Mendoza, Jujuy y Corrientes. Comparte las gobernaciones de Buenos Aires y Santa Fe, en esta última aliada del socialismo y otras formaciones de centroizquierda. 

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Después de casi un siglo volvemos a hablar de un nuevo Contubernio, evocando aquella expresión utilizada por el Yrigoyenismo para calificar la alianza entre un sector de la UCR y los conservadores de los años veinte.

Durante el exitoso gobierno del radical Marcelo Torcuato de Alvear (Bs. Aires, 1868 – Don Torcuato, Pcia. Bs. As., 1942) entre los años 1922 y 1928, la UCR quedó dividida. Alvear e Yrigoyen se distanciaron durante varios años. Pero Alvear no tuvo problemas en terminar su mandato, precisamente por ser Alvear. 

En las elecciones presidenciales de 1928 los conservadores de Julio A. Roca (h.) apoyaron a los partidarios de Alvear. Para los seguidores del caudillo Yrigoyen (o Personalistas), los Antipersonalistas eran virtualmente conservadores. Como se esperaba, «el Peludo» arrasó en las elecciones con el 62 % de los votos imponiéndose a la fórmula Leopoldo Melo – Vicente Gallo.

Hipólito Yrigoyen (Bs. Aires, 1852 – íd., 1933) asumió el 12 de octubre de 1928 en un clima político de silbatinas e insultos para el saliente Alvear, que había llegado a la presidencia gracias al apoyo del primero. De ahí en adelante los gobiernos radicales fueron interrumpidos todos, en la mayoría de los casos por las FF.AA.

Ni en los tiempos del Contubernio el conservadurismo había ninguneado tanto a la Unión Cívica Radical (UCR). Los tiempos del Contubernio son los tiempos de Tomás Le Bretón, Agustín P. Justo, Leopoldo Melo, Vicente Gallo, José Pascual Tamborini, Fernando Saguier, y otros. 

Mejor ni preguntarse qué es lo que quiere conservar la derecha conservadora argentina. «No somos conservadores, somos liberales» decía el ingeniero Alvaro Alsogaray (Esperanza, Pcia. Sta. Fe, 1913 – Bs. As., 2005) en los años ochenta.

Propuesta Republicana (Pro) es el heredero de la Unión del Centro Democrático (UCeDe) que lideraba Alsogaray. Un poco más popular por que Macri es de Boca Juniors, pero los de atrás son siempre los mismos. El PRO no supera el 10 % del electorado. Se ha beneficiado gracias a las debilidades de la UCR.

El vicegobernador bonaerense Daniel Salvador se conforma con tres bancas de diputados nacionales entre los primeros once lugares de la lista de Cambiemos para las próximas Elecciones Legislativas de 10/2017. 

Si Macri fracasa, ¿Los radicales están dispuestos a pagar los costos políticos hundiéndose otra vez? Si Macri tiene éxito y es reelegido en 2019 ¿Se va a parecer en algo la vieja UCR a la nueva? 

El país necesita honestidad, legalidad, pero fundamentalmente solidaridad y sensibilidad para corregir desigualdades sociales. También necesita dirigentes con identidad nacional. Salvo algunas excepciones, en la derecha argentina por ahora sólo encontramos formación académica, motivaciones mercantiles y ganas de hacer negocios en nombre del Estado. 

Desde que Macri asumió la presidencia, la voz más representativa del radicalismo es la del Dr. Ricardo Alfonsín luchando por lugares y participación en la alianza Cambiemos. «La UCR es la pata social de Cambiemos» (27/3/2017), dice Alfonsín. 

Así debería ser, pero en la realidad el bloque está desequilibrado. Hay aburguesamiento y pérdida de convicciones en las filas radicales.

El Dr. Ernesto Sanz que se había convertido en una esperanza cuando prometió una Conadep de la corrupción, después de la victoria de Macri dio un paso al costado. Se entregó al voto del silencio con algunas intervenciones esporádicas de apoyo al Presidente.

Recién ahora lo vemos reaccionando desde la corriente interna Radicalismo en Cambiemos (ReC) junto a correligionarios históricos como Jesús Rodríguez, Facundo Suarez Lastra, Ricardo Gil Lavedra y Luis Brandoni. Estos se oponen al ascenso de Lousteau a expensas de la UCR, a quien el mismo Sanz había ensalzado en su acto de lanzamiento en 10/2014 (leer más).

Martín Lousteau, un extrapartidario ambicioso con capacidad para armar su propia estructura de poder. Largó la embajada en EE.UU. y ya está repartiendo papeletas a la salida de los supermercados porteños (leer más).

«La obligación de los radicales es aportar socialdemocracia al Gobierno. Eso se hace desde adentro de Cambiemos» (19/4/2017), afirma Ernesto Sanz. 

Sin embargo, la voz más potente del radicalismo ideológicamente hablando está afuera de Cambiemos. El Dr. Leopoldo Moreau (ver foto) no olvida que el carácter nacional y popular son atributos peculiares de la UCR desde sus inicios. Fiel a sus ideas se ha visto en la necesidad de liderar un movimiento alfonsinista cercano al kirchnerismo (ver foto).

No lo hace por vendido ni traidor. Sino porque tiene bien claro, y no se equivoca, que una parte importante del electorado radical se fue al kirchnerismo. Su posición actúa como un custodio de esos votos y les recuerda a todos los radicales que deben ser recuperados. 

Les guste o no, el diagnóstico de Moreau es tajante: Hay una restauración conservadora dónde los CEOs forman parte de la administración del Estado. Los que hoy gobiernan son los grupos concentrados de la economía y de medios hegemónicos (LM, 2016/17).

El caso del Dr. Alejandro Tullio, una de las promesas del radicalismo durante el retorno a la democracia también merece atención. Militó desde muy joven siguiendo los pasos del Dr. Raúl Alfonsín. Lo recordamos en 1985 durante el Año Internacional de la Juventud (ver foto).  

Profesor universitario, ex Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Lomas de Zamora (UNLZ), Miembro del Consejo Consultivo del CIPPEC, y Director Nacional Electoral (DINE) 2001-2015, designado por el presidente Fernando De la Rua. Hace unas semanas fue nombrado Director de Asuntos Públicos del Correo Argentino. Probablemente sea el mejor especialista en materia electoral que tiene el país (ver foto).

Tullio ha sido un funcionario destacado de los últimos años. Desarrolló la parte más importante de su carrera durante las tres presidencias de Néstor y Cristina Kirchner, trabajando codo a codo con el gobierno peronista que se vio prestigiado por su trabajo bien hecho. Pero no ha perdido la identidad política radical.

Sin embargo, desde medios hegemónicos (y otros menores en consonancia), se pretende descalificarlo por haber trabajado junto al kirchnerismo. Al igual que Moreau, y millones de argentinos, comparte naturalmente aspiraciones con ese sector del Justicialismo. Alejandro Tullio tiene más integridad, ‘valores éticos o conceptos de lealtad’ que los autores de esos libelos.

La especulación electoral no es un buen camino para recuperar la grandeza de la Unión Cívica Radical (UCR). El radicalismo del presente necesita más Peludismo y menos contubernio. MGB 10/5/2017

Foto. Marcelo Torcuato de Alvear en la Estación Victoria. Londres, 1922.

 

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