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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Ni Zapatero, ni el laicismo han podido con los católicos

Cada vez que aparecen los datos públicos del Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que recogen las estadísticas de religiosidad de los españoles, y un par de décimas suben o bajan con respecto a meses anteriores o al año anterior, se disparan los titulares triunfales.

Bien de los medios anticlericales («la Iglesia se hunde, pierde 2% de fieles al año»), bien de los más pro-católicos (que si hay un ligero crecimiento ven supuestos «efectos JMJ», «efectos Francisco» o «efectos Nueva Evangelización»).

Sin embargo, la tendencia es clara: las estadísticas muestran que los españoles en septiembre de 2013 eran igual de (poco) religiosos que diez años antes, en enero de 2003.
En estos 10 años han pasado muchas cosas. Juan Pablo II, anciano y enfermo, enternecía a muchos. Después murió. Llegó Benedicto XVI. Después se fue Benedicto XVI (sin morirse). Después llegó Francisco.

Los Papas se han esforzado con España en esta década. Juan Pablo II visitó España en mayo de 2003 y llenó Cuatro Vientos con una multitud de jóvenes. En 2006 Benedicto XVI llegó a Valencia para el Encuentro Mundial de las Familias. Y después en 2010 visitó Santiago de Compostela y Barcelona. Y en 2011, tuvo lugar la JMJ de Madrid. Todos estos acontecimientos dinamizaron a la Iglesia.

En este tiempo llegaron millones de inmigrantes y llenaron con sus niños las clases de catequesis de las parroquias españolas. Después, con la crisis, muchos de ellos se fueron, y muchas clases de catequesis volvieron a vaciarse.

Lo que sí se llenó y sigue llena es la cola de Cáritas, una institución que ha triplicado el número de personas atendidas y lleva varios años absolutamente desbordada, atendiendo multitudes, primero de inmigrantes, hoy de españoles con carrera pero sin empleo. 

El zapaterismo: laicismo ineficaz…

Por otra parte, las dos legislaturas de gobiernos de Zapatero (de 2005 a diciembre de 2011) fueron intensas en medidas anticatólicas, contra la vida y la familia.

Se redefinió el matrimonio, se implantó el divorcio exprés y el aborto «sin alegar causa»; se financió a lobbies gays, laicistas y de ideología de género y multitud de obras de teatro o artísticas blasfemas, sin que faltase el «adiestramiento» sexual de adolescentes a cargo del erario público, casi siempre con el lema «Tus padres no tienen por qué enterarse». Se intentó condenar al ostracismo a quien criticase estas ideologías.

Pero también fue intensa la respuesta social de la Iglesia, con grandes manifestaciones, el fortalecimiento de grupos pro-vida y pro-familia y la creación de grupos en defensa de la libertad educativa.

Otro aspecto a considerar es que desde 2002 -reportajes del «Boston Globe», película de las lavanderías de «la Magdalena»- hasta hoy la prensa internacional (y la española) han publicado historias de clero implicado en abusos sexuales casi diariamente (a veces, un mismo caso repetido muchas veces).

Nunca la prensa occidental acumuló tantas noticias negativas para la imagen católica (y tan negativas) durante tanto tiempo, tan sistemáticamente.

Durante estos 10 años la Iglesia se ha esforzado por evangelizar. Y se han esforzado sus enemigos -y la inercia social hedonista o meramente mundana- por dificultarlo.

Después de 10 años de esfuerzos de una y otra tendencia, las estadísticas muestran que la religiosidad de los españoles es, más o menos, igual.

Pero en el balance final, España no ha dejado ser católica, ni se ha reducido la práctica religiosa. Los datos CIS son bastante elocuentes:

Enero de 2003

– 73,1% de españoles son católicos; 13,4% de ellos van a misa semanal, 9,2% van alguna vez al mes; 2,2% van varias veces a la semana
– Se declaran «no creyentes» un 15,9% y ateos un 7,7%.
Septiembre de 2013
– 72,4% de españoles se declaran católicos; 13,3% de ellos van a misa semanal, 9% va alguna vez al mes; 2,4% van varias veces a la semana.
– Se declaran «no creyentes» un 15,2% y ateos un 8,6%.

Como se ve, prácticamente igual. Si miramos el CIS de cada septiembre esta década, las cifras oscilan en una horquilla que cambia poco: entre un 72% y 74% de católicos, entre un 13 y un 15% de no creyentes, entre un 7 y un 9% de ateos. Unos años suben, otros bajan, de forma no significativa, dentro de los márgenes de error estadístico.

Un año anómalo fue septiembre de 2009, que parecía ser especialmente religioso: un 74,8% de católicos declarados, de los que un 10,6% iba a «misa mensual», un 15,2% a la semanal y un 2% varias veces por semana. No marcó tendencia.

Los niños en misa

Las cifras sobre frecuencia de asistencia a misa recogen dos detalles a tener en cuenta:

1) Que en realidad incluyen también a los que asisten a la mezquita, culto protestante, etc… No desvirtúan la estadística porque son apenas un 2% de población encuestada, y su práctica no es necesariamente mayor a la de los católicos.

2) Que en las misas católicas no abundan los adultos jóvenes, pero sí los niños e incluso preadolescentes: son muchos miles de personas, de 7 a 11 años, que acuden a las iglesias (y dan trabajo en las parroquias) y el CIS no los recoge. Luego, a los 12 años, dejan de ir a misa. Casi de forma sistemática.
No son cifras para alegrar a los laicistas, que pensaban que en el año 2012 la Iglesia católica estaría «en las últimas», y ven que no es así.

Pero tampoco son cifras para que la Iglesia esté especialmente satisfecha. Pese al enorme esfuerzo social de Cáritas, pese a la creatividad generosa de Centros de Orientación Familiar y de mil servicios para niños, ancianos o desfavorecidos, la Iglesia tiene mala imagen social. Y los creyentes no se animan a ir a la Iglesia.

Cosas que la Iglesia ni intenta

Tampoco es que se convoquen en España campañas del tipo «invita a tu vecina a ir a misa contigo», como sí sucede en Estados Unidos.

Y la pérdida de casi todos los pre-adolescentes en cuanto cumplen 12-13 años es grave (y más grave que casi nadie haga nada para contrarrestarlo; una excepción es la diócesis deTerrassa, con el programa LifeTeen).

Por su parte, la Nueva Evangelización sigue en pañales (aunque bastante mejor que en 2003, eso sí). Queda por ver, además, si unos años de gobierno del PP van a fortalecer espiritualmente a los católicos, o, por el contrario, los van a debilitar. 

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