Hay algo que no funciona allí. Creía que este año por fin no había ninguna diócesis española con cero seminaristas. Me equivoqué. Porque el único de Salamanca no parece ser tal. Al menos allí.
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El año pasado figuraba en el cuadro de deshonor Sigüenza-Guadalaja. Que no tenía ningún seminarista. Don Atilano había heredado un erial y eso no empieza a florecer con el cambio del obispo. Pero allí hay un obispo. Y ya se nota. Ha abandonado los puestos de descenso. Tampoco se le puede pedir que aspire a la UEFA. Hay diócesis sin habitantes: Ciudad Rodrigo, Jaca, Menorca… No se le pueden pedir peras al olmo. Pero todas ellas tienen ya, gracias a Dios, y algo tendrán que ver sus obispos, algún seminarista. Ciudad Rodrigo incluso, en proporción, es privilegiada. Lo de Salamanca no se entiende. Y si se entiende, peor.
Don Carlos López es un obispo perdido. No se sabe nada de él. Y en el seminario, por lo que se ve, tampoco. No suena en nada malo. Pero tampoco en nada bueno. ¿Hay obispo en Salamanca? Ante esa situación trágica de su diócesis, y aquí no cabe hablar de herencias pues él es obispo de Salamanca desde hace más de once años, creo que debería preguntarse si lo está haciendo mal. Porque lo que se ve parece decir que sí. No entro para nada en su voluntad que estoy dispuesto a admitir que es buenísima. Pero… ¿no sabe?, ¿no puede?
Salamanca tiene trescientos mil habitantes de los cuales la gran mayoría se dicen católicos. ¿Y ni un seminarista? Tiene a su lado a Ciudad Rodrigo que apenas rebasa los cuarenta mil y con seminaristas que ya los quisiera para sí el obispo de Salamanca. ¿Va a seguir igual? ¿En la nada? ¿Y si es así para qué está?
Como veis sigo haciendo amigos. Pero Salamanca no se merece tener cero seminaristas.
