Para los calentólogos las redes sociales son como la miel para las moscas. Una manera de comunicarse con sus admiradores y de seguir difundiendo el terror, pero también una trampa, pues luego tienen que revisarlas para borrar pronósticos fallidos o mensajes apocalípticos que ya causan más risa que miedo.
Por ejemplo, Greta Thumberg, ahora reconvertida en manifestante propalestina, tuiteó en X el aviso de un científico de que si no dejábamos de usar inmediatamente combustibles fósiles en 2018 en cinco años el cambio climático aniquilaría la humanidad. Estamos en 2024 y aquí seguimos. Los periódicos convertidos en difusores del cambio climático tienen que actualizar los plazos para la desaparición del hielo en el mar Ártico. Y de la web del diario británico The Independent se borró hace mucho tiempo una entrevista hecha en 2000 a uno de los calentólogos más prominentes, el profesor David Viner, que anunciaba rotundo que «las nevadas eran cosa del pasado«.
Al profesor Bill McGuire le ha ocurrido lo mismo, pero en un período de tiempo muy breve: sólo unas horas. El doctor McGuire es un profesor de ciencias de la Tierra que da clases en la University College London, financiada por el World Economic Forum, conocido como Foro de Davos. Colabora con la ONU, por supuesto a cambio de unos generosos pagos. Y también figura en (y cobra de) el New Weather Institute, cuya misión es acelerar la transición de la sociedad y la economía británicas a otras verdes y libres de carbono. En Linkedin se define, entre otras muchas cosas, como «activista y socialista«.
Llevado por su ciencia calentológica, el 12 de mayo escribió (en inglés) en X el siguiente texto: «Si soy brutalmente sincero, la única forma realista en que veo que las emisiones disminuyan tan rápido como es necesario, para evitar un catastrófico #descalabro climático, consiste en el sacrificio de la población humana por una pandemia con una tasa de mortalidad muy alta».
Ante la reacción de los señalados para el sacrificio por la supervivencia de la Tierra, McGuire borró el texto, a la vez que echaba la culpa a los miles de lectores indignados, a los que reprochaba que no entendiesen sus palabras de científico preocupado y activista.
Algunos ciudadanos le reprochaban a McGuire que, como tantos neomalthusianos, no predicase con el ejemplo y no se eliminase él de la faz de la Tierra para dejar de contaminar, al igual que otros creyentes en el decrecimiento y la despoblación citados en las discusiones, como Bill Gates y Jane Goodall.
El calentólogo replicó en otros posts que él sólo se refería a la caída de la actividad económica, nunca de la población, para evitar el «colapso climático», que él y sus colegas consideran inminente. La lectura de los cientos de comentarios indican que no ha conseguido convencer al público.
Hay científicos empeñados en encarnar la imagen del loco de las películas de ciencia-ficción de serie B que crea un monstruo, en que la gente se pregunte si el COVID no fue un ensayo de esa «pandemia con una tasa de mortalidad muy alta» o en que se les tome por brujos.
