«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Aznar insiste

2 de julio de 2013

José María Aznar insiste: hay que bajar impuestos, reducir el elefantiásico y atrofiado Estado y volver a una política antiterrorista que no contemple cesión alguna ante los del hacha y la serpiente de la Euskal Herria socialista que vegetan subvencionadamente en ayuntamientos, diputaciones y Parlamento vasco. Es decir, hacer justo lo contrario a lo que está haciendo el actual inquilino de la Moncloa a quien, digan lo que digan, el encarcelado Luis Bárcenas tiene en un sinvivir. Al fin y al cabo Mariano Rajoy, lo fue todo de la mano de Aznar, forma parte de la vieja guardia del PP.El penúltimo ejemplo de la entrega sin condiciones del PP al consenso socialdemócrata ha sido la propuesta de reformilla de las administraciones públicas. Reformilla presentada como la panacea por una sonriente Soraya Sáenz de Santamaría, quien no tuvo reparo en afirmar que, dos años después de llegar al poder, ha llegado el momento de los sacrificios de los políticos. No se lo cree ni el primo de Rajoy.Basta con leer el soporífero preámbulo del resumen del informe de la CORA, que es una comisión de burócratas que propone crear a su vez muchas subcomisiones, para darse cuenta del total distanciamiento de la clase política con respecto de la ciudadanía. Dicen los expertos, me da la risa, que el Estado Leviatán aún puede crecer más y mejor. Aseveran, por otra parte, que el número de empleados del sector público no es excesivo. Vamos, que España va muy bien y ellos, los políticos, lo han hecho de rechupete. No tienen remedio.No insistiré acerca de la insuficiencia, rayana en el ridículo, de lo propuesto desde el punto de vista económico: apenas se ahorrarán en un trienio algo más de seis mil millones de euros. En cuanto al plano de lo político, la reformilla, encaminada a mantener el sistema oligárquico, comienza la casa por el tejado, dejando al libre albedrío de las corruptas y manirrotas Comunidades Autónomas su implementación. Empero, como dicta el discurso oficial, se pretende embridar a los ayuntamientos.Se insiste, por tanto, en mantener el antiliberal e incluso antiespañol sistema nacido de la carta otorgada de 1978, renunciando el PP a ejecutar una segunda descentralización que pasaría por quitar competencias a las CC AA, entes artificiales creados de espaldas al pueblo por la oligarquía –dícese Pactos de la Moncloa–, para dárselas a los municipios, que es la forma natural de organización política de las personas. Resultaría letal para el nacionalismo. A largo plazo, también para la partitocracia.El PSOE calla mientras que el PP, erigido ya en el gran partido socialdemócrata español, reniega de Maura y de la tradición liberal español. No extraña el enfado de Aznar.

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