“Las disidencias de las FARC serían un ejército irregular al servicio de Maduro”. Así lo revelan los primeros archivos hallados en seis memorias USB junto al computador personal del jefe de las disidencias de las FARC, Miguel Botalle Santilla, alias Gentil Duarte, recogidos luego de un operativo realizado el 29 de julio contra el campamento donde éste se encontraba ubicado cerca de San Vicente del Caguán.
La revista colombiana SEMANA publicó el pasado domingo la información contenida en dichos dispositivos electrónicos encontrados en el sitio por las Fuerzas Militares y la Policía en la que se exponen sus planes terroristas, así como “la inocultable relación que mantienen las disidencias de las FARC con el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela”, asegura el reportaje.
Pero lo más escandaloso, explica SEMANA, es que le piden cuantioso armamento al régimen de Maduro y que les permita, entre otros planes, “atacar a 1.300 municipios colombianos”. La petición de armas incluye “5.000 fusiles, 500 ametralladoras, morteros, sistemas antitanques, sistemas nocturnos, armas cortas, municiones para estas armas, granadas de manos y sistemas antiaéreos tierra-aire”.
Los correos de Gentil Duarte también revelan que las disidencias de las FARC “cuentan con 7.000 hombres y que esperan triplicar su fuerza en todo el territorio” venezolano. Se trata, pues, de un poderoso ejército, capaz de invadir a Colombia y desestabilizar a sus instituciones, con el apoyo político y material del régimen madurista.
Vale la pena destacar que lo arriba expuesto no son opiniones de un periodista o evaluaciones de un analista político, sino información comprobada, obtenida de los dispositivos electrónicos de Gentil Duarte. Del lado colombiano no ha habido suficiente reacción a estas revelaciones, como tampoco las hubo cuando se llevó a cabo el atentado en contra del helicóptero donde viajaba el presidente Iván Duque.
Se trata de una amenaza inminente al sistema democrático colombiano que requiere de la unificación de todos los sectores políticos para defender al país, exceptuando, por supuesto, a aquellos sectores que forman parte del proyecto desestabilizador de las FARC, relacionados con la promoción y financiamiento de las recientes protestas vandálicas, entre ellos, Gustavo Petro.
Del lado venezolano, tampoco ha habido la reacción debida. Es inaceptable que los partidos opositores se sienten a negociar con los delegados de Maduro en México y se apresten a participar en el carnaval de asignaciones a través de unas supuestas elecciones, mientras trasciende que el régimen venezolano trabaja hombro a hombro con las disidencias de las FARC para derrocar a Duque e incluso asesinarlo, sobre todo considerando el apoyo incondicional que el gobierno colombiano le ha dado a estos partidos y a los venezolanos en general.
La posición cónsona y honorable consistiría en levantarse de inmediato de la mesa de negociación, denunciar públicamente los planes de Maduro en contra de Colombia, y concentrarse en lograr que siga avanzando el caso en su contra ante la Corte Penal Internacional. Además, se debe reiterar y subrayar los vínculos del régimen venezolano con el narcotráfico internacional.
Y es que ¿en qué cabeza cabe que sirva de algo negociar con quien es acusado en Estados Unidos de ser el “capo de los cómplices” del narcotráfico en el hemisferio?
No es la primera vez que salen a la luz pública y con pruebas las conexiones del régimen venezolano con el crimen internacional. Maduro en Miraflores es una amenaza a la seguridad de toda la región.
