«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Dirigentes del partido han tildado a Morales de 'cádaver político'

Implosión en el MAS: Luis Arce gana terreno en su enfrentamiento contra Evo Morales

El presidente de Bolivia, Luis Arce. Twitter

Las divisiones en el Movimiento al Socialismo (MAS) son cada vez mayores y se presentan ahora con enfrentamientos cada vez más claros entre el ala de cocaleros que defienden a Evo Morales, y el resto del partido que respaldan al Gobierno de Luis Arce Catacora.

Las fisuras más importantes empezaron a registrarse sobre todo en 2022 cuando, así como cada 22 de enero -fecha en que se celebra el día en que Morales asumió el mandato en 2006 y cuando se aprobó la nueva Constitución Plurinacional en 2009-, se esperaba que hubiese al menos una revisión del trabajo de cada uno de los ministros del gabinete. 

Arce y su equipo parecen haber sido suficientemente astutos en este sentido. Simplemente decidieron postergar esta decisión sobre la que Morales y los cocaleros exigieron el cambio de al menos seis ministros: la ministra de la Presidencia, el de Economía y el de Gobierno, entre otros. Pero no sólo es que la postergación no tuvo fecha definida, sino que no hubo cambio alguno de ministros.

De manera más reciente -y aunque sus primeras críticas datan desde que el MAS perdió alrededor de la mitad de votos en las elecciones a alcaldías y gobernaciones de marzo de 2021, respecto de las elecciones generales en las que ganó Arce- el evismo expulsó del partido al diputado cruceño Rolando Cuéllar, que llegó a exigir la renovación de la cúpula del partido -empezando por Morales-, de acuerdo a lo establecido en sus propios estatutos.

Ahora la presión del evismo cocalero crece sobre el ministro de Gobierno Eduardo Del Castillo. Los diputados y senadores que obedecen a Morales amenazan con una interpelación en la Asamblea Legislativa en su contra para definir su futuro en el gabinete de Arce. Esto luego de que la semana pasada el ministro acusó y advirtió que hay autoridades y dirigentes del partido que se están enriqueciendo con la coca del Chapare, y que además sabe quiénes tienen hasta 8 hectáreas de cultivo.

El ministro pidió disculpas inmediatamente, pero no fue suficiente. Angélica Ponce, secretaria ejecutiva de la Confederación Sindical de Mujeres Interculturales de Bolivia, que también es crítica con Morales y la cúpula del MAS, denunció haber recibido llamadas anónimas con amenazas a su familia: “ya pasé al Ministerio de Gobierno (el registro de los números). Me dijeron que ‘escoja la política o mi familia, mis hijos’, por otro lado, me decían que ‘a la vuelta de la esquina, no sabes lo que te puede pasar’ y otra amenaza es ‘que me cuide de Juan Ramón Quintana’”, ex ministro de la Presidencia durante el régimen de Morales.

Tan solo un par de días después de haber sido expulsado, Cuéllar publicó una fotografía junto a Arce Catacora, con la siguiente leyenda: “El presidente, gracias a Dios, nos ha dado el respaldo”.

Aunque Juanito Angulo se ha apresurado en tratar de explicar que la reunión no se trata de una división cada vez más grande en el MAS, sino que ha tratado proyectos para Santa Cruz, Rolando Cuéllar ha recibido el respaldo de Arce Catacora, quien ha recibido en la casa de gobierno no solo al diputado, sino a toda la bancada cruceña masista.

Arce Catacora parece empezar a ganar fuerza cuando recibe el apoyo indirecto de la decepcionada vieja guardia del MAS. Raúl “Chato” Prada, exconstituyente y exviceministro de Morales, ha dicho en una entrevista reciente varias cosas importantes sobre la integridad del partido y sobre las que se debe tomar nota.

Por ejemplo, Prada ha dicho de Morales que es un “cadáver político”, que su mejor gestión fue la primera, entre 2006 y 2009, con la Asamblea Constituyente y la nacionalización; la segunda se tradujo en una “regresión” que empezó con la promulgación de la nueva Constitución; y que la tercera ya fue la “decadencia”, y que, por si fuera poco, no terminó en 2019 con un golpe de Estado, sino con una “implosión”.

Prada también ha dicho que el MAS “es un movimiento amorfo que se pierde en el camino, un espacio bastante atiborrado y abigarrado, muy disperso, poco formado, de gente que considera la política como una oportunidad, que es una inversión, que es un prestigio para sus poderes locales”.

En este mismo sentido, Eva Copa, ex presidenta del senado que sostuvo el poder en la Asamblea Legislativa en favor de Morales durante el gobierno de Jeanine Áñez, y hoy es alcaldesa de la ciudad de El Alto, ha dicho fuerte y claro: “Yo ya no soy del MAS. Nosotros apoyamos al gobierno de Luis Arce, no al partido, porque creemos que se está destruyendo algo que se ha construido con mucho tiempo, con mucho trabajo, con mucho esfuerzo. El ciclo de Evo Morales concluyó y debería dar paso a las nuevas generaciones. Mucha gente ha dado la cara para que haya una elección y haya nuevos representantes y, lamentablemente, con las actitudes que están tomando, con el revanchismo que están haciendo, expulsando a diestra y siniestra y queriendo intimidar, no es correcto”.

Así están las cosas en el MAS. Y en vez de atender desafíos urgentes como el ajuste y las reformas para tratar de evitar que el aterrizaje de la economía del país sea relativamente menos duro, se distraen y dedican tiempo y recursos públicos a sus pugnas internas. Sin embargo, si algo de interés puede tener toda esta grotesca novela, es que, efectivamente, estamos asistiendo a la implosión del partido, a la vez que -esperemos- de su perversa hegemonía socialista sobre el conjunto de la ciudadanía.

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