Con motivo del vigésimo aniversario de la renuncia de Hugo Chávez a la presidencia, luego de la masacre del 11 de abril de 2002, el régimen venezolano organizó una “Cumbre Internacional contra el Fascismo”.
Haciendo uso de la vieja estrategia comunista desarrollada durante la Segunda Guerra Mundial -presentarse como alternativa válida frente al fascismo de Adolfo Hitler– Maduro pretendió legitimar su modelo violador de derechos humanos y causante de la peor catástrofe humanitaria de la historia iberoamericana, tildando a sus contrarios de algo que ya no existe: ser fascistas. El mundo sabe que la palabra para lo que sirve en la actualidad es para fungir como una especie de espantapájaros, de expresión agitadora de pasiones en contra de todos aquellos que se opongan al comunismo internacional.
Para lograr sus fines, el tirano venezolano invitó –con gastos pagados, como siempre– a unos 200 aduladores internacionales, entre ellos el español Juan Carlos Monedero. Todo ello para que resaltaran las supuestas bondades del chavismo como modelo político.
La agencia rusa Sputnik News le dio amplísima cobertura al evento, ya que fue utilizado por los asistentes para justificar la guerra de exterminio de Rusia contra Ucrania, usando el mismo argumento de Putin, según el cual había que acabar con el fascismo ucraniano.
La diputada chavista Tania Díaz, por ejemplo, declaró a la agencia rusa sobre la necesidad de crear “un espacio de formación, organización y movilización para poder tener un discurso propio y enfrentar el discurso único de la dictadura mundial capitalista. Y tenemos urgencia, porque estamos viendo la estrategia de dominación absoluta que pretenden hacer a partir del conflicto en Ucrania».
Díaz dijo mucho más: «No solamente hacen con Rusia una censura global, sino que además atacan su cultura, atacan sus expresiones deportivas, es decir, una política de aniquilamiento moral que le hacen a un país y a una cultura», según reseñó Rusia Today.
Maduro, en su Cumbre contra el Fascismo, arremetió contra Occidente, al expresar que “con el conflicto de Ucrania somos testigos de cómo Occidente ha decidido disminuir las brechas de libertad, cómo Occidente ha decidido ‘cartelizar’ medios y mensajes, cómo Occidente ha decidido construir un relato de guerra que justifique lo injustificable en los escenarios de Ucrania y en los escenarios de escalada posible en los conflictos del mundo».
Y no podía faltar en esta cumbre el lavado de cara de los regímenes dictatoriales de Cuba y Nicaragua, alegando -como siempre- que estos países actualmente estaban atravesando por un proceso de defensa de las agresiones propiciadas por Estados Unidos.
El régimen sandinista nicaragüense estuvo representado en el encuentro por Francisco Bautista Lara, quien planteó “los rasgos contemporáneos que caracterizan al fascismo” y la lucha de los Pueblos por preservar su Independencia y Soberanía. Exaltó además “el compromiso y la creatividad para enfrentar la agresión, el bloqueo y la manipulación fascista”.
Mientras se desarrollaba la cumbre, la vicepresidenta de Maduro, Delcy Rodríguez, viajó a Cuba, donde se reunió con el dictador Miguel Díaz-Canel, y juntos rechazaron “las medidas coercitivas unilaterales impuestas por el Gobierno de los Estados Unidos a los pueblos de ambas naciones”.
Como puede ver, amigo lector, los comunistas están en movimiento permanente para defender sus puntos de vista, aunque sean falsos, y para articular esfuerzos conjuntos. Frente a esta realidad, los sectores de centro y de derecha deberían actuar también, de manera articulada.