La temporada 2022 concluyó con un fuerte aumento en el número de corridas de toros celebradas en España. En comparación con 2019, los festejos programados en nuestro país experimentaron una subida del 14%. De hecho, el número de corridas de toros anunciadas a lo largo y ancho de nuestra geografía fue el más alto desde la temporada 2012. Sin embargo, aunque el crecimiento de la actividad taurina es una noticia muy positiva, los ganaderos de bravo enfrentan una situación delicada.
Para entender lo que está pasando, empecemos recordando un axioma elemental: si hay más festejos taurinos, habrá más animales bravos en el campo, y viceversa. Por cada un toro lidiado en la plaza hay aproximadamente 12 animales bravos poblando las dehesas. Partiendo de esa base, también debemos tener en cuenta que la edad reglamentaria de los toros de lidia es de cuatro o cinco años, de modo que los tiempos de esta forma de ganadería son lentos.
Así las cosas, veamos lo que ha venido ocurriendo en los últimos años. Como muestra el siguiente gráfico, la cifra total de festejos taurinos cayó de aproximadamente 2.500 en 2009 a unos 1.500 en 2019. Esta reducción hizo que muchos ganaderos redujesen el número de reses criadas en sus explotaciones, adecuando así su oferta a la demanda existente. Además, algunos ganaderos cerraron la toalla y cerraron sus explotaciones ante la imposibilidad de dar salida a sus animales. Por descontado, los animalistas que dicen defender al toro bravo no movieron ni un dedo, de modo que miles de reses se fueron camino al matadero. El resultado fue una caída muy importante en el censo de la raza de lidia, que cayó de 171.000 a 127.000 reses entre 2009 y 2019.
La pandemia ha ahondado la crisis. En 2020, se produjo un descenso del 90% en el número de festejos programados y los datos de 2021 fueron algo mejores, pero se situaron un 50% por debajo de lo habitual. El gráfico anterior muestra que en 2022 se produjo una recuperación muy importante, pero para entonces ya se había dado un ajuste adicional en el campo bravo, que pasó de tener 127.000 cabezas de ganado en 2019 a contar con 111.000 animales en 2021.
Por lo tanto, aunque el número de festejos ha subido un 14%, la cifra de toros de lidia que puede producir ahora mismo el campo bravo se ha reducido en un 13%. En condiciones normales, esto debe producir un aumento en el precio que cobran los ganaderos, estancado desde hace décadas, y puede animar una reactivación de la actividad de sus explotaciones, incentivada por esa mejora de la demanda, pero no se puede olvidar que los tiempos de crianza del toro requieren una espera de cuatro-cinco años, motivo por el cual se empieza a alumbrar un preocupante déficit en el stock de animales disponibles para ser lidiados en las plazas.
Antonio Bañuelos, presidente de la Real Unión de Criadores de Lidia, ha explicado al programa Tendido Cero de TVE que «de cara a 2023 puede que la situación sea más manejable, pero ya se perciben tensiones en el mercado pensando en 2024 y 2025. La demanda de reserva para el próximo año ha subido mucho, aunque será en dos temporadas cuando encontramos un problema más acusado. El problema puede afectar especialmente a las plazas de Primera Categoría y, con menos intensidad, a los cosos de Tercera».
¿Qué se puede hacer si, en efecto, se acaba produciendo una situación así? Probablemente veremos más corridas de dos hierros (tres toros de una ganadería y otros tantos de otra), amén de más festejos en formato concurso (con seis toros de distinta procedencia cada uno) y una cifra más abultada de corridas mixtas (combinando lidia a pie y a caballo o incluyendo a novilleros) y festivales (basados en la lidia de novillos). Asimismo, parte de la cabaña brava que se vendía a los organizadores de festejos populares quedará ahora sujeta a una competencia más intensa con los empresarios de las plazas de toros de nuestro país. Otra fórmula que puede ayudar a paliar la situación es la importación de reses bravas procedentes de Francia o Portugal, si bien las explotaciones de ambos mercados han sufrido una dinámica parecida a la nuestra.
En cualquier caso, la situación se antoja complicada y los ganaderos advierten que será difícil componer de manera eficaz el elenco de las Ferias previstas para las próximas temporadas. De modo que la reactivación del toreo se puede ver afectada por la implacable lógica de la ley de la oferta y la demanda.