Alberto Ramírez atiende a La Economía del Toro con una sonrisa de oreja a oreja: «Este año sí que podemos decir que estamos contentos, porque al fin hemos logrado que Castellón recupere los niveles de público que teníamos antes de la pandemia». En efecto, los tendidos han lucido un gran aspecto y los toreros han firmado tardes importantes, de manera que las reflexiones del matador de toros y empresario no son «humo».
«Aquí hay afición, sí, pero la Feria de la Magdalena ha pasado algunos años complicados, por diversas cuestiones. En 2020 no pudimos dar ni un festejo por las restricciones sanitarias del coronavirus. Acababa de estallar la pandemia, teníamos todo listo pero hubo que cancelar a escasos días de que iniciase el ciclo. En 2021 tampoco pudimos programar las corridas de marzo, de modo que se cumplían más de dos años sin toros», recuerda.
«Hicimos una feria especial en verano de 2021, pero con restricciones de aforo. La plaza estuvo prácticamente llena, sí, pero no se nos permitía más que un 50% de capacidad, de modo que la concurrencia tampoco fue tan elevada como podía parecer viendo las imágenes sin contexto», apunta el responsable de la plaza, socio de la Casa Matilla en dicho emprendimiento.
«En 2022 y 2023 la pandemia había quedado atrás, pero la provincia estaba golpeada por la crisis de precios, la climatología fue nefasta y la coincidencia con las Fallas de Valencia también nos perjudicó. En fin, tuvimos que lidiar con esa situación, han sido diez años al frente de la plaza y el periodo 2020-2023 no vino del todo de cara, pero seguimos trabajando y este 2024 se han notado los resultados», apunta.
Ramírez está satisfecho: «En total, estamos hablando de una ocupación media del 70% del aforo a lo largo del ciclo. Hubo buenas entradas de principio a fin, no solamente en las corridas a pie sino también en el festejo de rejones, que el año pasado no se había programado pero que este año volvió a la programación y gustó mucho al público de Castellón».
«Ha habido un poco de todo, con corridas de distintos hierros y encastes, pero la mejor de todos fue sin duda la de mis socios, la de la Casa Matilla, porque embistieron seis de seis, con dos toros especialmente buenos. Al resto de los encierros les faltó algo de chispa, pero bueno, ha habida unanimidad a la hora de reconocer que las corridas estuvieron bien presentadas», señala.
No está fácil hacerse con toros, a la vista del déficit que se observa en el campo bravo desde la pandemia: «Nos movimos pronto, efectivamente hay menos corridas de toros. La pandemia hizo mucho daño a los ganaderos de bravo, que enviaron muchas cabezas al matadero para subsistir y también lidian con unos costes operativos muy altos, casi un 30% más altos que hace unos pocos años… Ha sido difícil, pero nos movimos rápido para intentar cerrar un elenco ganadero completo. Eso sí, en vez de elegir entre 12 toros, a lo mejor teníamos que hacerlo entre 8 astados, porque la situación es la que es».
En taquilla, el mandón sigue siendo el torero peruano Roca Rey: «Manda en cualquier negociación, eso está claro, no hay más… Es el torero que empuja la taquilla, el espectador que solamente viene a una o a dos corridas tiene claro que esa es la primera para la que quiere comprar sus entradas. Para redondear la feria, también hemos contado con un «doblete» de José María Manzanares, con el regreso de Morante de la Puebla tras dos años de ausencia y con triunfadores de otros años como Tomás Rufo, que ha caído de pie en Castellón y siempre consigue grandes triunfos. También estaban presentes Borja Jiménez y Fernando Adrián, porque hemos querido dar oportunidades a los toreros que triunfaron la pasada temporada en Madrid, y otras figuras como Sebastián Castella y Alejandro Talavante, anunciados en la última de feria». Además, la llamada «Corrida del Arte» combinaba a Morante con Juan Ortega y Pablo Aguado, que trajeron a mucha gente, algunos llegados de otras provincias españolas».
«Nos falta terminar de liquidar todo, pero vemos que por fin vamos a tener un buen resultado tras estas temporadas tan complicados. Además, notamos que hay mucho público joven, estamos muy satisfechos por eso, son espectadores que vienen con ganas de ver, de aprender y de pasarlo bien. Aparte, tenemos la fortuna de que a Castellón viene mucho público a los festejos populares, por ejemplo a los concursos de recortadores, y eso redondea las cifras de asistencia y atrae a más público aún», concluye feliz Alberto Ramírez.