Ecuador fue, durante muchos años, el destino de invierno más querido por los toreros españoles. Rematada la temporada española, los primeros espadas del escalafón visitaban con entusiasmo la plaza de toros de Quito, cuya entusiasta afición colmaba los tendidos de alegría, entrega y pasión por la Fiesta Brava.
Todo eso se vino abajo con la llegada al poder de Rafael Correa, que impulsó un referéndum de dudosa legalidad con el que se acabó prohibiendo el tercio de muerte. Mutilado el rito y anulada la integridad de la corrida, la Feria de Quito dejó de celebrarse, provocando millonarias pérdidas en la economía local. La Corte Constitucional está evaluando aquel proceso y podría llegar a revertirlo, pero de momento no hay noticias de los magistrados.
Ante el cierre del coso de Iñaquito, el torero, ganadero y empresario José Luis Cobo apostó por organizar festejos en la preciosa Plaza Belmonte, un pequeño recinto taurino ubicado en pleno centro histórico de la capital ecuatoriana. El éxito de público y el reconocimiento de la afición no fueron suficientes para evitar un nuevo ataque, esta vez perpetrado desde la alcaldía de la localidad, cuyo ex alcalde Jorge Yunda retiró los permisos para celebrar espectáculos en el recinto. En 2019 tuve el honor de torear una vaca de la ganadería de Huagrahuasi en una pequeña fiesta privada que sirvió como despedida de la Plaza Belmonte.
Pero los ataques políticos no han acabado con la Fiesta. Toreros, ganaderos, empresarios y aficionados se han adaptado al bloqueo que sufre Quito a base de cultivar nuevas estructuras para el toreo. La joya de la corona es la Feria de Latacunga, que también organiza José Luis Cobo y reúne cada mes de diciembre a los mejores toreros del circuito internacional. También han cobrado más fuerza las Ferias de Ambato o Riobamba, contribuyendo así a llenar parte del vacío que dejó el fin de la actividad taurina en la capital.
La pasada semana tuve la oportunidad de conocer de primera mano la ganadería de La Viña. Ubicada a las afueras de Quito, junto a una exclusiva urbanización, su máximo responsable es Mario Solano, un verdadero apasionado del toreo que formó su hierro con reses de procedencia Baltasar Iban y ha logrado consolidar un concepto ganadero marcado por la calidad y entrega de sus animales.
El tentadero estuvo protagonizado por destacados aficionados prácticos. Gustó el temple de José Guzmán, la capacidad de Santiago Terán, el empaque de Esteban Morales, la solvencia de Santiago Bustamante y el dominio de la media altura de Carlos Mantilla. También lidiaron dos ejemplares el propio Mario Solano, que cuajó una faena de arte, y su hijo, de idéntico nombre, quien mostró sabiduría y conocimiento. El triunfador fue Joaquín Aramburu, que supo exprimir el entregado comportamiento de una extraordinaria vaca. Como colofón, el matador peruano Fernando Roca Rey lidió un toro para disfrute de los espectadores reunidos en La Viña.
La jornada sirvió como recordatorio de la ferviente afición taurina que sigue teniendo Quito y permitió homenajear la trayectoria de Mario Solano al frente de La Viña. El ganadero, que celebró 50 años como aficionado práctico acompañado de familia y amigos, no quiso dejar pasar la oportunidad de reivindicar su amor por la tauromaquia, a la que ha entregado toda una vida. ¡Va por Usted, don Mario!