El mundo taurino se viste de luto con la partida de Paco Camino, uno de los toreros más emblemáticos y talentosos de la historia de la tauromaquia, quien ha fallecido a la edad de 83 años. Camino, «El Niño Sabio de Camas», dejó una huella indeleble en la cultura taurina y en el corazón de los aficionados, gracias a su arte, valentía y dedicación a la Fiesta.
Francisco Camino Sánchez nació el 14 de diciembre de 1940 en Camas, Sevilla, en el seno de una familia humilde. Desde muy joven mostró una habilidad y pasión extraordinarias por el toreo, lo que lo llevó a debutar como novillero con tan solo 14 años. Su talento innato y su estilo refinado pronto llamaron la atención de los críticos y del público, marcando el inicio de una carrera fulgurante.
El 17 de junio de 1961, en la Plaza de Toros de la Maestranza de Sevilla, Paco Camino tomó la alternativa de manos de Antonio Ordóñez, con el toro «Aguardentero» de la ganadería de Urquijo. Desde ese momento, su nombre se inscribió en los anales de la tauromaquia, ganándose el respeto y la admiración de sus colegas y del público. Camino destacaba por su elegancia y maestría en el ruedo, con una técnica impecable y una capacidad única para entender a los toros.
Durante su carrera, Paco Camino lidió en más de mil corridas, logrando cortar innumerables orejas y rabos, y abriendo la puerta grande en plazas tan importantes como Las Ventas de Madrid y la Maestranza de Sevilla. Su rivalidad con otros grandes toreros de su época, como Diego Puerta o Santiago Martín El Viti, contribuyó a elevar el nivel de la tauromaquia y a escribir algunas de las páginas más memorables de la historia del toreo.
Camino no solo fue un maestro con la muleta y el capote, sino también un innovador que contribuyó a modernizar la tauromaquia, lo que lo convirtió en una referencia para las generaciones posteriores de toreros. Su influencia perdura en los ruedos y en la formación de nuevos talentos que siguen viendo en él un modelo a seguir.
Camino siempre mostró un valor inquebrantable y una capacidad innata para sobreponerse a las adversidades. Sufrió varias cornadas a lo largo de su carrera, pero ninguna logró apartarlo de su pasión. Su amor por los toros y su entrega total a su arte fueron su sello distintivo hasta el final de sus días.
Más allá de los ruedos, Camino fue un hombre de familia y un amante de las tradiciones andaluzas. La vida del maestro estuvo marcada por la humildad y la generosidad, siempre dispuesto a compartir su conocimiento y experiencia con los más jóvenes. Su legado trasciende el ámbito taurino, siendo recordado también como un hombre íntegro y ejemplar.
Con la muerte de Paco Camino, se cierra un capítulo glorioso de la tauromaquia, pero su legado perdurará en la memoria colectiva de los aficionados y en la historia del toreo. Su arte, su valentía y su contribución a la fiesta brava lo consagran como una de las figuras inmortales del toreo. Descanse en paz.