«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

'Rajoy pudo cambiar la historia de España pero siguió cavando nuestra fosa'

La derecha sorayista quiere extrema izquierda para asustar y gente muy moldeable para sus posiciones || Lamento mi implicación en un proyecto que ha hecho muchísimo daño a España, el del diario El País || El régimen democrático es tan mentiroso, o más, que la dictadura || Cuando tienes un proyecto comunista a los 40, o eres necio o malo o estás muy comprado || He visto últimamente acallar al disidente mucho más en Alemania que en Hungría || Rajoy pudo cambiar la historia de España pero siguió cavando nuestra fosa || La independencia de Cataluña no podría ser pacífica nunca; es la guerra.

Nacido en Madrid y criado en Bilbao, pasó de ser un joven comunista (“a los 20 ya estaba curado”) a alertar contra una ideología que, afirma, debería perseguirse “tanto como el nazismo”. Periodista de esos que viajaban con full credit y que tenían prohibido alojarse en hoteles “de menos de cinco estrellas”, Hermann Tertsch (9 de abril de 1958) sabe que esa época de un oficio entonces apasionante ya no volverá.
Sus años como corresponsal de Europa Central los guarda en su retina; los de jefe de Opinión y subdirector del diario El País permanecen, en cambio, en su conciencia: “Lamento mi implicación”. Dos de sus últimos libros -Libelo contra la secta (2010) y Días de ira (2015)- le sirvieron de “airado desahogo” contra las circunstancias políticas del momento. Un desahogo que ejerce ahora desde su tribuna en ABC y su célebre -y tan amada como odiada- cuenta de Twitter.
Hermann Tertsch en Twitter: ¿Por qué? ¿Qué piensa este nuevo mundo de la comunicación en el que nos encontramos?
Creo que Twitter es una herramienta muy interesante para recibir información muy buena, rápida y eficaz. Gran parte de la prensa está hoy muy lejos de las informaciones, de las fuentes directas. Y estoy también porque es una forma de expresarse y comunicar para quienes hemos visto como nos han ido cerrando canales por diferentes motivos en diferentes sitios.
¿Cerrando canales?
Yo hace seis, siete años estaba en casi todas las televisiones. Iba a todas a pesar de mi durísimo enfrentamiento con el PSOE y con Pepiño Blanco y Rodríguez Zapatero. Pero con el PP, no sólo prosiguió el veto absoluto de RNE y TVE -de donde nos echaron en 2004 nada más estallar las bombas [atentado del 11 de marzo de 2004 en Madrid]… casi antes de que tomaran posesión [los socialistas], ya estaban limpiando aquello de voces que no les gustaban – sino que se han ido cerrando todas las puertas para cualquier opinión que no de sea extrema izquierda o monclovita. Eso es más o menos lo que ha pasado, la célebre ‘pinza’ de la que habla [Mauricio] Casals…
Habrá quien no se crea esa pinza de la que hablaba el directivo de La Razón y Atresmedia, quien no crea que se censuran determinadas opiniones:
Esa censura existe. Acordémonos de cuántos políticos estuvieron refugiados en Intereconomía. Moragas prácticamente vivía en Intereconomía, la vicepresidenta Sáenz de Santamaría aparecía allí, todos los ministros habidos y por haber iban a Intereconomía y aprovechaban el único medio que acogía al PP con Zapatero. Y luego ha sido tremendo cómo se ha vetado a la gente de allí. Forma parte de lo que ha hecho la derechita, o la derecha sorayista, que es la que maneja la información hoy en día.
¿Cómo es esa derechita?
Sólo quiere extrema izquierda para asustar y, digamos, gente muy cercana a sus posiciones o que sea muy moldeable para sus posiciones.
Qué le sugiere ver lo que es el periodismo hoy a la luz de su pasado en la profesión, cuando era corresponsal para Europa Central…
El periodismo en general ha sufrido una enorme transformación, y veremos lo que sobrevive. La profesión tenía un código que se ha visto atropellado por los elementos, sobre todo por los tecnológicos. Lo que queda es simplemente el compromiso personal y profesional de cada uno. Y el valor añadido. Sólo hay que ver el inmenso rebaño que existe. Un rebaño que sabe que no debe salirse de unos considerandos concretos… Como dicen estos gobiernos, ‘todo el mundo tiene hipoteca así que cuidadito con lo que decís, que lo mismo os veis en un problema’. Y así se ven muchos de los que no le bailan el agua al poder.
Habla de compromiso personal… con coste. ¿Usted lo ha asumido?
Sí. Yo creo que solo se tiene un compromiso personal cuando tiene coste. Si no, hay algo. Las circunstancias actuales de las relaciones entre poder y periodismo realmente hacen muy difícil asumir muchos compromisos. Y se pagan, sobre todo si no tienes bando en el que militar.
Volvamos al periodismo de aquella etapa de corresponsalía…
Tuve la suerte de vivir los mejores años posibles de un periodismo con medios y con inmensas historias que contar. Es una combinación de ensueño que nunca volverá.
¿Qué recuerda?
La forma de poder en que viajábamos los corresponsales o enviados. Poder movernos con las posibilidades que nos movíamos, no las había habido hasta entonces más que para los grandes, para los súper grandes, y yo trabajé en aquellos años en El País, que era una historia del éxito inmensa donde las posibilidades eran ilimitadas. A cualquiera que le cuentes cómo trabajábamos…
Cuente, por favor.
Con full credit, cogiendo aviones, prohibidos hoteles de menos de cinco estrellas … Había tiempo y dinero y con eso se compran posibilidades. El dinero es fundamental para hacer periodismo bueno, con calidad y categoría, para poder contar historias humanas, reportajes que te distingan de los demás… Ahora todo el mundo está con el corta y pega, la mayoría de la gente no sabe nada de lo que escribe y copia agencias o refritos… Y así sale, por ejemplo, la información de Estados Unidos.
¿Cómo es? [Añade aquí la entrevistadora que con la excepción de Laeratrump.com]
Todos hacen la misma basura que publican el New York Times y el Washington Post. Se repite hasta la saciedad en todos los medios, en todo el mundo, sin parar, y es cada vez una información más empobrecida. Después, cuando hay desmentidos -con cierta frecuencia, por cierto- esos desmentidos ya no se dan.
En España, todos los loros formados en esa especie de periodismo-leninismo repiten la misma cantinela, las mismas ridiculeces. Ahora están todos con que no se llevan bien Donald Trump y su mujer. La noticia no es si suben los salarios en Estados Unidos, cómo suben, por qué el paro toca fondo, que compañías de automóviles que se habían ido de Detroit en los 40-50 vuelven ahora mismo desde México por la reforma de Trump… El problema es que se enfada de vez en cuando la parienta con el rubio… Hemos llegado a unos puntos tan grotescos de lo que es la oferta informativa que a veces dan ganas, si no de reír, de llorar.
Hablando de Trump, escribió usted un tuit sobre el célebre libro Fuego y furia muy significativo: “Los mismos que dicen ahora que Trump no quería ser elegido aseguran que para ser elegido Trump compró a medio mundo y se vendió al Kremlin”.
Es que es absurdo… Está todo el mundo hablando del libro y nadie lo ha leído. El libro es un cúmulo de cotilleos. Habla de cuestiones personales, que unas son ciertas y revelan el carácter del propio Trump… Habla de la familia entrando como entra en la Casa Blanca, los oportunistas… Todo este tipo de cuestiones. Ahora, que la prensa seria se haga eco de ese libro cuando ha callado y ocultado todas las tropelías de Obama, los fallos de seguridad terroríficos, los reveses que ha habido para la seguridad occidental durante los ocho años de Obama, el fortalecimiento de Rusia que es culpa de Obama… Es la prostitución completa del periodismo elogiando al que le dieron el premio Nobel nada más llegar. Es todo tan grotesco, un espectáculo que aburre…
Vale. Dejemos el periodismo. De militar en el partido comunista a ser tachado de fascista… Dijo usted que “ser comunista en 1917 podía ser idealismo pero que serlo hoy es cinismo y desprecio a la vida humana”.
A los 20 años siempre puedes ser lo suficientemente idiota -y se te puede perdonar- como para creer que tú sí vas a ser capaz de hacer del comunismo una idea de éxito cuando ha sido un fracaso de sangre y muerte, crimen, miseria y hambre en los últimos cien años. Esa idiotez se puede tolerar a los jovencitos de 17, 18, 19 años -que es cuando yo fui comunista, estando todavía en el colegio en Bilbao-. Pero a los 20 yo estaba curado, no te quiero ni contar cuando empecé a tener contacto con los países comunistas.
Dice usted que ese es el proceso normal…
Sí, sobre todo si estabas viviendo en una época, el tardofranquismo, en la que el Partido Comunista era el único que hacía frente a la dictadura -dictablanda ya por entonces- de Franco. La gente joven que quería cambiar era lo que tenía; los socialistas no existían; aparte solo había cuatro cenáculos elitistas por arriba y a los cuales los jóvenes no tenían acceso. En ese sentido es lógico que se fuera comunista en los años 70 en España. Es comprensible y razonable. Lo que pasa es que después llega la Transición y pasan muchas cosas.
¿Cuáles?
Cosas muy buenas, pero se establecen también las primeras piedras de ese empedrado de buenas intenciones que conduce como bien sabemos al infierno. La mentira antifranquista, las autonomías, la desintegración y la hispanofobia que ha generado y cuyas primeros elementos básicos están en la Transición.
Y en la redacción de la Constitución…
También, también, por supuesto. Y de aquellos polvos vienen estos lodos, ¿no? En general, veo una trayectoria coherente: yo ya era anticomunista a los 25, lo que pasa es que trabajé también en un periódico –El País– en el que en aquella época me sentía muy a gusto pero sí veo ahora el inmenso daño que las posturas del diario y todo ese conglomerado ideológico en torno a la falsa idea liberal de la izquierda liberal, esa profunda mentira que ha marcado lo que es el peso ideológico que ha llevado a la izquierda y a la falsa derecha a esa cobardía del ultracentrismo… ahora veo, digo, que todo está impregnado por el inmenso poder que llegó a tener el diario El País, que llegó a reprimir muchas otras ideas válidas y yo, en ese sentido, sí me siento responsable.
¿Responsable?
No de mi adolescencia comunista, que no tiene mayor importancia, sino de mi implicación en un proyecto ideológico y cultural que ha tenido absoluta supremacía y que ha hecho muchísimo daño a España, que es el proyecto que representa el diario El País.
¿Cómo era ese proyecto?
Una enorme maquinaria de imposición ideológica, de imposición de chatarra ideológica como todo lo que es la subcultura de la izquierda actual en España. Todo hecho con gran calidad del producto. Pero basado en gran parte en mentiras, en la idealización de la República y basado en la falsedad intelectual y mala conciencia de alguien que es una pura estafa cuando pretende defender libertad y debate. Yo debo mucho en mi carrera a Juan Luis Cebrián que, me mandó llamar para entrar en El País, donde durante 22 años tuve un trato magnífico y de donde me obligaron a irme en el mejor momento. Pero creo que la pulsión autoritaria y falsaria de Cebrián y con él del diario El País han tenido un efecto devastador sobre la cultura política española y sobre la cultura en general. Basada como está hoy fundamentalmente en la estafa política, moral y cultural.
Digo Juan Luis Cebrián primero por ser el artífice de ese giro en un proyecto inicial de El País que era muy distinto. Y porque su forma de pensar y tratar al prójimo refleja cómo lo peor del régimen anterior se transformó y trajo toda su profunda hipocresía al sistema del 78… Todo lo noble que existía [durante el régimen de Franco] -que lo había a pesar de que ahora quieran prohibir decirlo-, fenece con el régimen anterior y todo lo peor del régimen anterior subsiste, se transforma y entra como gran mentira en el régimen democrático que hoy por hoy es tan mentiroso como la dictadura, si no más.
Menudo titular acaba de dar. Pero, ¿ese proyecto ideológico de El País era bienintencionado -una mala idea cuyo autor cree que es correcta- o responde a una intención deshonesta?
Muchos creíamos en ese momento en la bondad general del proyecto. Pero lo cierto es que era profundamente deshonesto, políticamente deshonesto, intelectualmente falsario y deshonesto.
Los grandes beneficiarios utilizaban este proyecto, conocían y unos serían más conscientes que otros de la deshonestidad y la inconsecuencia y de la brutalidad con que se imponía las opiniones y criterios que se consideraban convenientes para otros fines políticos o económicos.
Muchísima gente ha sido utilizada, no sólo los lectores, sino mucha gente que ha creído en estos proyectos que siguen teniendo sus efectos, porque han marcado a dos o tres generaciones. Entre la reforma de la ley de Educación y la supremacía mediática de El País y sus aledaños se ha generado una baba de lo que yo llamo la mentira antifranquista, que lo intoxica todo en España, que lleva a la venta permanente de chatarra tanto en el mundo cultural como en el político. Que ha llevado a acallar muy injusta y brutalmente muchas voces honradas y sensatas que querían discrepar de la opinión dominante del grupo Prisa. Y eso nos ha llevado a grandes desatinos a todos los gobiernos y a todos los españoles.
¿Por qué?
Pienso por ejemplo en la gran influencia en su día de Juan Luis Cebrián llevando la campaña en contra del constitucionalismo tras las elecciones del País Vasco allá en 2001. Eso es lo que alimenta ideológicamente a un Zapatero que nos lleva, a su vez, al surgimiento de Podemos. A los pactos de ETA con nacionalistas catalanes y socialistas. Nos lleva al disparate del Estatuto de Cataluña y al esperpento de que el PP ahora mismo reniegue de lo único decente que hizo.
¿Qué fue?
Presentar el recurso contra aquel estatuto por mucho que estuviera votado, porque era inconstitucional y se vio que lo era. Renegar ahora de la única vez que lucharon por la verdad… Las cosas que se han hecho bien se han hecho por la defensa de la verdad: la ilegalización de HB, la ley de partidos, la lucha contra ETA sin cuartel, y realmente la lucha por la constitucionalidad. Cuando se ha dejado eso y se ha empezado con la ideología, el cambalache hemos llegado al derecho a decidir, a la segregación, a los acuerdos de ETA con la Generalidad del tripartito, no nos olvidemos que de allí surge todo esto, del [pacto del] Tinell… se produce toda la descomposición y el cuestionamiento de la unidad nacional y la Constitución.
Seguiría preguntando por este análisis, pero temo que al final no pasemos de la cuarta pregunta. Volvemos al comunismo. Como excomunista, ¿qué mensaje mandaría a Alberto Garzón y Pablo Iglesias, quizá las caras visibles del comunismo en España hoy?
Pablo Iglesias y Alberto Garzón son dos personajes propios de la ideología; viven de eso y asumen el crimen cometido por los comunistas siempre que estuvieron en el poder como parte de la acción política. Mi padre era más joven que ellos cuando reconoció la monstruosidad de su ideología y actuó junto a otros para intentar evitar más males. Ellos siguen obcecados con su ideología. A esa edad… Quiero decir, a los 20 años puedes ser un necio que cree en el comunismo; cuando tienes un proyecto comunista a los 40 o 35, ya o eres muy mala persona o estás muy, muy comprado o eres un fanático que asume un proyecto criminal.
Proyecto criminal, ¿así lo define?
Desde luego. Tenemos la tragedia de que mientras al nazismo se le persigue -correctamente, como hay que perseguirlo-, al comunismo, que es lo mismo, no se le persigue y lo tenemos legalizado y encima dando lecciones morales en España.
Cuando hace veinte años Vaclav Havel, una de las referencias morales europeas, reunió a una serie de grandes personalidades en Praga para hacer un documento, que fue la declaración de Praga, que pedía que se diera el mismo trato al comunismo que al nazismo porque era la otra ideología redentora, criminal, que ha provocado muchos más muertes que el nazismo (cien millones de muertos en 100 años), los países miraron a otro lado. ¿Por qué? Por la presión de la izquierda. Porque la izquierda tiene un fracaso económico de inviabilidad absoluta y sólo tiene ideología. Se miró hacia otro lado y esa declaración está ahí sin que se imponga. Pero es el fundamento de lo que es la verdad del balance del siglo XX europeo y la lección que el siglo XXI europeo debería asumir pero que por cobardía, conveniencia y por demás disparates de esta deriva socialdemócrata, nadie se atreve a asumir.
Hablando de historia, de memoria y de pasado. Su padre, Ekkehard Tertsch, fue militante del partido nazi y estuvo preso en el campo de concentración de Sachsenhausen…¿Qué habló con su padre de la Guerra?
Frente a esa simplificación de quien me echa en cara que mi padre era nazi… Mi padre fue nazi como diez millones de alemanes fueron nazis, del Partido Nazi. Sí, ascendió dentro del régimen porque fue un diplomático al parecer brillante que habría ascendido en otro régimen también. Y cargó toda su vida con la culpa de no haber actuado antes contra lo que pasó y contra su implicación con el régimen criminal. De eso hablamos, del silencio que permitió aquello y del deber de cualquiera que quiera respetarse siempre a no guardar silencio nunca.
Me preguntaba qué contaba… Él siempre se echó en cara que las élites, de las cuales formaba parte, no hicieran frente a aquel régimen criminal antes. Que se debió haber parado ya en 33, como muy tarde en el 34, con las leyes de Nuremberg contra los judíos. Y en el 36 son las olimpiadas y literalmente todo el mundo va a aplaudir a los nazis y a Hitler. El que no se había hecho nazi en el año 36 se hizo nazi entonces al ver que todo el globo -Churchill incluido, por cierto- aplaudía esa gran renacimiento de la Alemania del orden, la limpieza, la prosperidad… La Alemania del trabajo que estaba mostrándose a todos con las olimpiadas de Berlín. En 1945 nadie se acordaba. Pero el entusiasmo por Hitler había sido inenarrable. También en el extranjero y en todas las democracias.
¿Y ahí ya era posible adivinar lo que pasaría luego?
Ahí ya se tenía que saber y es inaudito como gentes tan inteligentes y cultivadas, como aquellas élites se dejaron obnubilar. El crimen ya estaba bien presente. Dachau funcionaba. Las leyes judías ya estaban. Pero las elites fracasaron. Los policías o los trabajadores en la calle no tenían por qué entender el terrible signo de la deriva. El músculo moral falló a quienes tenían que tenerlo. Sobre todo en el año 38 con la Noche de los cristales rotos y en el 39 con la invasión de Polonia. Se tenían que haber cruzado y no lo hicieron porque pensaban que sería inútil, o que serían más útiles desde dentro… Mi padre empieza a tener diferencias y a dudar del régimen mucho antes, como los militares y los círculos católicos del 20 de julio de 1944 pero hasta entonces ahí siguen… ahí sigue, no se baja, por una cosa o por otra.
En el año 40 se invade Francia y todo el mundo está entusiasmado con que se haya tomado Francia sin apenas pegar tiros. El fracaso moral es lo que lleva a mi padre a posiciones que después le hacen detener. En el año 44 es detenido en Berlín, pasa meses en la cárcel de la Gestapo en Moabit, donde matan a mucha gente detenida por aquellos acontecimientos, y después los mandan a él y a una serie de compañeros a Sachsenhausen. Sale de allí cuando los guardias huyen ante el avance de los soviéticos. Se va hacia el oeste y se encuentra con las tropas americanas. Ese año trabaja con los americanos y después se vuelve a España, no huido de Alemania para ser protegido y refugiado por Franco, como dicen tantos odiadores míos por ahí, sino porque aquí está su primera mujer. Mi padre en España no era un nazi refugiado como Skorzeny o Degrelle, sino un firme antinazi por experiencia y escarmiento. Después fue presidente del grupo de periodistas económicos de Europa y ahí tiene una foto con [Konrad] Adenauer. Es decir, que no era precisamente un fugitivo.
 

El padre de Hermann Tertsch, junto a Konrad Adenauer (derecha) |LA GACETA
Acaba de describir el escenario previo a la IIGM: ‘la Alemania del orden’, ha dicho. ¿Ve posible que ese escenario se repita por el surgimiento de la derecha alternativa europea que la izquierda tilda de extremista y xenófoba?
El riesgo totalitario no viene de Orbán [primer ministro húngaro], viene mucho más de lo que estamos viendo que pasa con la señora Merkel por ejemplo y la voluntad socialdemócrata de marginar a todo discrepante. Veo mucho más miedo a meterse con la unanimidad que hay en torno a Merkel en Alemania que miedo por criticar a Orbán en Hungría. He visto mucho más acallar al disidente en Alemania en estos últimos dos años -a cualquiera que proteste contra la política suicida de Merkel de abrir las fronteras y de haber destruido la vida a muchísimos alemanes con esa decisión- que las discrepancias que hay en Hungría, que existen y se manifiestan y no son aplastadas como son aplastados públicamente los discrepantes en Alemania hoy en día. Estamos asistiendo a un espectáculo realmente grotesco y preocupante en la UE.
¿Cuál?
Se ha creado una especie de consenso socialdemócrata del que es imposible salir sin que se te castigue. De ahí la rebelión contra ese consenso -la hay en países que han vivido cierto tiempo en dictaduras y la hay en otros países que ven las discrepancias entre la realidad y el discurso político-sociológico de derecha e izquierda, da igual, Merkel y Schulz son absolutamente lo mismo, no hay diferencia entre ellos-.
En este momento están pasando muchas cosas en Europa. Los estados nacionales importan y son la base de esta Europa. Ni federación, ni confederación, ni estados unidos de Europa. Somos un mercado único, somos una comunidad de derecho, pero somos unas democracias que se rigen por sus pueblos, sus naciones y por sus leyes y soberanías. No hay una democracia global porque no existe, sabemos que es mentira. Porque intentarlo como se ha hecho estos años impone a los pueblos lo que no quieren y lo que no han votado. Y eso lleva a los europeos a dar la espalda al proyecto común.
¿Por ejemplo?
Nadie ha votado en Alemania convertirse en un país que no es alemán en el que se imponen masivas presencias de extranjeros que cambian radicalmente la vida de la sociedad, y se está haciendo, ahí y en otros países. Nadie ha decidido allí dejar de ser nación, y se lo están imponiendo a toda costa.
Escribía hace poco sobre “el desprestigio de la fe”. “No quedan diques religiosos, filosóficos ni morales que contengan, encaucen y den forma al pensamiento y la conducta de grupos e individuos”. En qué pensaba cuando escribió esto, un ejemplo de esta ausencia de límites.
Hace cuarenta años, cuando se hablaba de una persona con buena reputación, sólida, ejemplar, se decía que era una persona con fundamentos. Hoy en día a esa persona se le llamaría fundamentalista. Es todo un cambio de visión en el sentido de que, actualmente, frente a las conveniencias inmediatas de la vida cotidiana no hay nada por lo que merezca la pena que se sacrifiquen esas conveniencias.
Esa convicción nos está llevando a una sociedad que es una especia de masa perfectamente moldeable, manipulable, porque nadie está dispuesto a asumir un coste o un sacrificio por unos valores abstractos, por unos fundamentos de vida, por una convicción.
¿Un ejemplo?
Lo ves muchísimo en cómo están girando los separatistas catalanes. Han sido separatistas porque convenía y mientras convenía pero, ¿cuántos separatistas catalanes cuando se ha aplicado el 155 se han quemado a lo bonzo?
Junqueras…
No, ni Junqueras.
Bueno, es el que ha pisado cárcel…
Bueno, hasta ahora nadie se ha quemado a lo bonzo. En el 68 -se cumplen 50 años ahora- Jan Palach se quemó a lo bonzo unos meses después de la entrada de los tanques soviéticos en Checoslovaquia. Por la libertad, como protesta por el aplastamiento de la libertad. No quiero decir que los separatistas se quemen a lo bonzo, que enseguida me lo van a achacar y dirán que pido que ardan los separatistas… no, no se trata de eso. No quiero que arda nadie.
Aclarado queda…
Se trata de que, en general, todas las sociedades europeas, occidentales, están yendo por este camino. Se ha visto en EEUU el relativismo de Obama o la señora Clinton, que es lo que ha llevado a la reacción. Quizá con un casting que no nos divierta o que no nos guste, porque el casting o la elección es Donald Trump, pero la reacción es una reacción genuina por parte de la gente que dice que ya está bien de esa especie de élites a las cuales les da todo igual porque, al fin y al cabo, ellos viven, y de lo que se trata es de vivir que son dos días… Nada vale la pena y no hay ni valores ni certezas en torno a las cuales organizar la vida de los individuos y las sociedades. Por supuesto que es también la tan manida muerte de Dios, si se quiere. Es la falta de fe y sobre todo ese culto a la inmediatez, eso que llamamos el relativismo.
Nada merece que nos sacrifiquemos por ello porque al fin y al cabo el hombre se constituye de unas ideas tan moldeables como el propio continente, el hombre. Nos alejamos de la convicción básica del pensamiento cristiano o de la fe cristiana de que el hombre está hecho a imagen de Dios y que, como tal, tenemos un elemento divino que nos hace eternos, con un destino y una conciencia de trascendencia.
Y al dejar de creer eso…
Si no crees en eso y crees que todos los hombres son unos animales más o menos desarrollados que se pueden educar y domar de una forma u otra y conseguir que hagan una cosa u otra y estén más o menos contentos según lo que hagan… si se castiga a los que no funcionen como tienen que funcionar la sociedad … si se piensa así, que es básicamente la Escuela de Frankfurt… llegamos al sesentayochismo.
Hemos llegado al mayo del 68…
Es el año de recordar qué fue… El 68 ha jugado un papel capital con grandes avances en ciertos campos, si se quiere, pero ha tenido unos enormes costes de dignidad, de moralidad de integridad y de cultura. Y de calidad. La lucha contra cualquier tipo de firmeza en la convicción del hombre como imagen eterna, como reflejo de la eternidad de la idea de Dios lleva a estas plagas de desconcierto y sonambulismo general.
No podemos terminar la entrevista sin hablar de actualidad, así que del 68 al 2018. El último barómetro del CIS, ¿qué le sugiere?
Es anecdótico en este momento, veremos si hay o no elecciones anticipadas. Más allá, creo que estamos en una situación insufrible, creo que Rajoy ha destruido una derecha que tenía la confianza para haber cambiado este país y haber dado un empuje de modernidad tras la pesadilla de Zapatero. Y sin embargo ha sido la continuación de Zapatero profundizando el drama de España de una forma imperdonable en este sentido. Quien tenía todo el poder para haber cambiado la historia de España para bien ha seguido cavando nuestra fosa.
¿Qué va a pasar? No lo sé. Ojalá tuviera más enjundia Albert Rivera para asumir el liderazgo de una mayoría que yo creo que quiere en este momento un fortalecimiento de la nación y una vuelta a códigos muy despreciados estas pasadas décadas. Más verdad, más firmeza, más fortaleza en la justicia social, meter mano en los abusos y la sistemática corrupción que empieza por las autonomías… pero todo eso requeriría líderes que yo no veo.
Mencionaba a Rivera…
Pero le veo demasiado sometido al oportunismo. Muy temeroso y muy entregado a los mismos complejos que el PP. Nadie parece realmente consciente del momento histórico en el que estamos y de la oportunidad que hay porque, ante tanta humillación, la nación se mueve y despereza. Y se puede salir de esta lógica opresiva, regresiva y reduccionista de la izquierda y el separatismo.
Y se ha dejado pasar ese tren…
No, no se ha ido. Está ahí para quien lo coja. La nación ha sido consciente de que está ahí y se podrían hacer grandes cosas. Pero no se hacen grandes cosas buscando conveniencias inmediatas, con el mismo discurso de siempre… . Hace falta un discurso distinto para sacar a la sociedad de esta abulia, del cinismo de la corrupción donde cada uno acepta sus propias corrupciones… Cambiar el ritmo del país y en general de Occidente. En fin, hacen falta nuevas ideas que hagan una política nacional de verdad que ponga elementos de viabilidad a un sistema agotado.
Segunda cuestión de actualidad sobre la que le pregunto. Tabarnia:
[Se ríe]. Estuve ayer [por el martes] con Albert Boadella en la presentación. Es una cosa ingeniosísima; es combatir con humor a quienes no tienen humor; es utilizar su absurdo, sus falacias, en contra de ellos, lo cual siempre es divertido y viendo cómo reaccionan…
Dicho eso, y en el caso de que este país fuera tan débil, tan enfermo y estuviera tan mal llevado como para que hubiera la mínima posibilidad de una Cataluña independiente, es la realidad que se levantaría contra el fraccionamiento de España. Eso lo hemos visto en los balcanes, es lo último deseable, pero yo considero en este momento que hay motivos por primera vez para el optimismo, que no están en estos partidos, pero sí en la sociedad española, en una resistencia al discurso blando y que haya una voluntad que crezca para acabar con los nacionalismos, que no son aceptables.
¡Lo que que acaba de decir!, que los nacionalismos no son aceptables…
Como su fin no es aceptable porque nos lleva a la guerra. No hay alternativa. Una independencia de Cataluña no puede ser pacífica; es la guerra. En eso tienen razón Macron y Valls y todos los franceses que lo dicen, y aquí nadie quiere decirlo. La independencia de Cataluña -y eso se tenía que haber dicho a los separatistas hace muchísimos años- no se puede conseguir pacíficamente. Aunque se entregara la independencia mañana. Al día siguiente estaría exigiendo la anexión de Valencia o Baleares, de Aragón o partes de Francia. Es insaciable, como lo era Milosevic, como una siniestra caricatura de Hitler. La única forma de conseguir esa independencia sería si tuvieran las armas y la voluntad de usarlas para hacer una guerra al resto de España y ganarla dejándonos 300.000 o 500.000 muertos entre todos. Una independencia sobre una montaña de muertos. Y miseria total. Como en el Kosovo del que tanto hablan. Esa brutal realidad debía de haberse explicado muy claramente a todo el mundo, para que se entendiera que romper España no es una alternativa política como cualquier otra. Para no tener ese discurso que se sigue teniendo en las televisiones: “el independentismo, que es tan respetable como cualquier otra idea”. ¡No lo es!
¿Habría que ilegalizarlos?
Los partidos que entre sus objetivos tienen destruir el Estado existente no pueden concurrir a elecciones en ningún país. Eso sólo pasa en España. No hay ningún país que permita partidos que acuden a unas elecciones con el objetivo declarado de destruir el Estado en el cual están siendo elegidos. No tiene ningún sentido.
Que haya un nacionalismo regionalista, como quieran de intenso, da igual, pero el independentismo como tal es una idea que nos lleva al enfrentamiento civil, a la guerra y no debía de estar permitido.
A modo de cuestionario Proust, para terminar…
Estado actual de su alma: Estupefacto, como siempre. Pero más relajado que nunca.
¿Qué se diría si pudiera llamarse a sí mismo con 18 años? Cuidado y atento.
¿Un lugar para retirarse? El campo. Fuera del pueblo. No lejos de la ciudad.
Personaje de ficción que le gustaría que fuera real: Todos los personajes de ficción son reales.
Un mensaje al lector que haya llegado hasta aquí: Atento y cuidado.
 
 
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