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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

¿Qué está ocurriendo con la Iglesia en China?

El arzobispo emérito de Hong Kong, Joseph Zen

 La voluntad del Vaticano de ceder en cuanto sea necesario para alcanzar un acuerdo con Pekín respecto a la designación de obispos ha provocado una espiral de declaraciones y críticas


En los últimos días, uno de los asuntos al que mayor atención han prestado los medios de comunicación es el relativo a las negociaciones entre la Santa Sede y China. De esta manera, la voluntad del Vaticano de ceder en cuanto sea necesario para alcanzar un acuerdo con Pekín respecto a la designación de obispos ha provocado una espiral de declaraciones y críticas cuyas consecuencias podrían ser graves.
Como premisa para comprender el conflicto desatado, cabe explicar que hogaño coexisten en el país asiático dos Iglesias: una oficial que responde ante las autoridades comunistas – y no ante Roma – y otra semiclandestina que cuenta, al menos en teoría, con el respaldo de la Sede Petrina. Así, en el país hay siete purpurados designados por el Partido Comunista y más de treinta que operan con el beneplácito del Vaticano.
Para facilitar el pacto y el entendimiento con el Partido Comunista chino, la Santa Sede impelió la pasada semana al obispo legítimo de Shantou a dejar su puesto a otro prelado excomulgado y sólo reconocido por Pekín. Una cesión que fue acogida con desagrado e indignación por el arzobispo emérito de Hong Kong, Mons. Joseph Zen, quien acusó al Vaticano de ‘vender’ la Iglesia China.
Ante las declaraciones del arzobispo emérito y los rumores de claudicación, el secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin, hubo de salir a la palestra para defender su gestión de las negociaciones sino-vaticanas: ‘El Santo Padre sigue personalmente las negociaciones con las autoridades de la República Popular de China (…) La Santa Sede conoce y comparte los graves sufrimientos que soportan muchos católicos en China y su generoso testimonio del Evangelio’.
En este sentido, abundó en la trascendencia del nombramiento de obispos: ‘La cuestión de la elección de obispos es crucial. No podemos olvidar que la libertad de la Iglesia y el nombramiento de los obispos siempre han sido temas recurrentes en las relaciones entre la Santa Sede y los Estados’, aseveró Mons. Parolin. En cualquier caso, y por mucho que diga el cardenal, cabe recordar que la designación de obispos es una prerrogativa papal en la que no deben inmiscuirse los Estados.
Para reforzar sus argumentos, el secretario de Estado del Vaticano recurrió a unas palabras – descontextualizadas e incompletas – de Benedicto XVI: ‘No puede buscarse la solución a los problemas existentes a través de un conflicto permanente con las autoridades legítimas’.

La contrarréplica de Mons. Zen

El obispo emérito de Hong Kong, Mons Joseph Zen, ha replicado con profunda indignación las aseveraciones del secretario de Estado. De esta manera, en un texto traducido por el blog ‘Settimo Cielo’, ha criticado la disposición del Vaticano a ceder a las demandas del régimen comunista chino en materia de nombramiento de prelados: ‘Visto que los obispos ilegítimos y excomulgados serán legitimados y que los legítimos serán forzados a retirarse, es lógico que los obispos legítimos y clandestinos se preocupen. Cuántas noches de sufrimiento padecerán los sacerdotes al pensar que deberán arrodillarse y obedecer a esos obispos que ahora están deslegitimados yexcomulgados, pero que mañana serán legitimados por la Santa Sede’.
Respecto a la afirmación de Parolin de que la Santa Sede ‘conoce y comparte los grandes sufrimientos que soportan muchos católicos en China’, el prelado emérito de Hong Kong no podría haberse mostrado más contundente. ‘¿Pero este hombre de poca fe entiende qué es un verdadero sufrimiento? [refiriéndose al secretario de Estado]. Los hermanos de China no tienen miedo de ser reducidos a la pobreza, de ser encarcelados, de ser asesinados. Su mayor sufrimiento es verse traicionados por sus familiares, ha manifestado Mons. Zen, que durante meses ha denunciado las deshonrosas negociaciones sino-vaticanas.
Asimismo, el purpurado retirado ha acusado al secretario de Estado de la Santa Sede de manipular el espíritu de las palabras que en su día escribió Benedicto XVI: ‘No es digno de un alto dirigente del Vaticano manipular la carta de un Papa citando la frase de que no puede buscarse la solución de los problemas existentes a través de un conflicto permanente con las Autoridades civiles legítimas, y ocultando que a ésta le sigue otra que la matiza: Al mismo tiempo, sin embargo, no es aceptable una docilidad a las mismas cuando interfieran indebidamente en materias que conciernen a la fe y la disciplina de la Iglesia‘.

Campos de ‘reeducación’

Toda esta polémica se ha desarrollado al tiempo que el régimen comunista chino interna en campos de reeducación a cientos de cristianos. En estos campos, también conocidos como ‘centros de transformación mental’, se enseña a los discrepantes a mantenerse fieles al régimen.
A pesar de que la mayoría de las personas permanecen en estos campos forman parte del grupo étnico uigur (practicantes, en general, de la religión islámica), cada vez más conversos al cristianismo – sobre todo al protestantismo evangélico – son internados en ellos.
En este ominoso contexto, cabe preguntarse si es legítimo que el Vaticano conceda, como pretende, al Gobierno chino la prerrogativa de designar obispos. Quizá el fin – una mejor relación diplomática con el país asiático y mayor seguridad para los católicos – no justifique los medios.

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