El mundo del fútbol lamentó este lunes la muerte, a los 78 años, del alemán Franz Beckenbauer, el último exponente de los considerados primeros «cinco magníficos», grupo de élite global que formaron también el hispano-argentino Di Stéfano, el neerlandés Johan Cruyff, el argentino Diego Armando Maradona y el brasileño Pelé, todos ellos ya fallecidos y que dejaron un legado imborrable en el mundo del fútbol en el siglo XX.
Aunque continúe la duda de quién de los cinco fue el mejor, todos ellos tuvieron una influencia notable en el fútbol de sus respectivas épocas, con títulos, liderazgo y estilos de juego tan característicos como relevantes.
Tres de ellos, Di Stéfano, Beckenbauer y Cruyff ganaron el Balón de Oro, honor que se le resistió a Maradona y al que no pudo optar Pelé porque en su época sólo se entregaba el galardón a los europeos. Dos de ellos, el alemán y el neerlandés también alcanzaron la gloria en los banquillos.
El primero en aparecer y empezar a remover la historia fue Di Stéfano, para muchos el mejor de todos los tiempos. El hispano-argentino llegó a Chamartín en 1953, cuando el club blanco llevaba más de dos décadas sin ganar la Liga. 11 años después, al dejar el equipo, el Madrid era el mejor club de Europa, tras ganar cinco Copas de Europa, siete Ligas, una Copa Intercontinental, una Copa y dos Copas Latinas.
La ‘Saeta Rubia’ cambió de manera decisiva la historia del Real Madrid y fue la estrella del ataque del conjunto merengue en la segunda mitad de los años 50 y principios de los 60, junto a Kopa, Puskas, Gento y Rial. Cautivó a los aficionados al fútbol por la capacidad de generar fútbol de un jugador sin posición fija, que comenzaba la jugada bajando a su propia área, pero también definía.
Un «9» transgresor y adelantado a su época, con dos Balones de Oro, pero que, sin embargo, no jugó ningún Mundial —31 internacionalidades con España— después de que una lesión le impidiera estar en Chile 1962.
‘O Rei’ Pelé
De los otros cuatro, Di Stéfano sólo coincidió en el campo, en un amistoso en 1959, con el brasileño Edson Arantes do Nascimento, ‘Pelé’, el cual no dudó en su opinión sobre el madridista. «Es el más grande», dijo en su día el primer mítico ’10’, otro de los ‘cinco magníficos’ y ‘rey’ de los Mundiales. El brasileño, que falleció en diciembre de 2022, se convirtió en mito con sólo 17 años, cuando llevó a Brasil a su primer Mundial en 1958.
El «artista» del balón, figura también del Santos con el que levantó dos Copas Libertadores, marcó a Gales en cuartos —el goleador más joven del torneo y aún lo sigue siendo—, convirtió un ‘hat-trick’ ante Francia en semifinales y cerró su memorable primera participación en el torneo con un doblete a Suecia en la final para bordar la primera estrella de Brasil, que olvidaba así la pesadilla del ‘Maracanazo’ de 1950.
Esa fue la primera gran obra del de Tres Coraçoes, inventor del «jogo bonito» con un fútbol tan estético como efectivo —marcó 757 goles, según la FIFA—. Pero si era conocido como ‘O Rei’ es porque levantó 3 Copas del Mundo, el que más en la historia. Además de la ya mencionada a finales de la década de los 50, conquistó también el Mundial en 1962 —sólo jugó un partido por una lesión— y 1970.
‘El Káiser’
Precisamente en esa edición coincidió con Beckenbauer, aunque no se vieron las caras, ya que Italia truncó el sueño de varias generaciones venciendo a Alemania en las semifinales, mientras Brasil sí accedió a una final que finalmente ganó. Aunque después, en 1977 y 1980, los dos futbolistas si pudieron disfrutar como compañeros en el New York Cosmos, equipo que juntó a dos leyendas globales.
El exdefensor alemán, como los otros cuatro, reinventó el fútbol teutón sacándose de la chistera una nueva demarcación en los alineaciones: el líbero. Beckenbauer jugaba de central, pero con libertad y sin la obligación de marcar a su par. Gracias a una zancada amplia y poderosa, su excelente salida con balón, siempre con la mirada alta, aunque sin descuidar una ubicación precisa, por su enorme capacidad de despliegue.
Y a todo esto sumaba su liderazgo, tanto en uno de los mejores Bayern de Múnich de la historia y en la selección alemana. Y es que «El Káiser» fue clave en el Mundial cosechado por la Alemania Federal en 1974 y la Eurocopa en 1972, en una selección dominante en la época. Además de levantar cuatro Bundesligas, cuatro Copas de Alemania, tres Copas de Europa seguidas (1974-1976), una Intercontinental y una Recopa con el conjunto bávaro.
El alemán se convirtió tanto en el único de los cuatro que presume de Copa del Mundo y Copa de Europa (aunque Pelé sí ganó la Libertadores) y como en uno de los tres que logró la gloria mundial como jugador y entrenador, ya que levantó la copa Jules Rimet en el banquillo de Alemania en 1990. Ganó el Balón de Oro en 1972 y 1976.
‘El Flaco’
En la Copa del Mundo de 1974, el central tuvo que defender al ‘mágico’ Johan Cruyff en la final del torneo, que finalmente cayó del lado alemán privando al talentoso centrocampista neerlandés y su ‘Naranja Mecánica’ del ansiado trofeo. Fue la espina en la trayectoria de Cruyff, que siempre será recordado por su plasticidad y calidad.
El mítico ’14’ llegó al Barcelona en 1973 y convirtió a la entidad en ganadora tras años de sufrimiento deportivo. Con el Barça, disputó 184 partidos, marcó 51 goles y ganó una Liga y una Copa. Al conjunto catalán, donde levantó su segundo y tercer Balón de Oro, llegó procedente del Ajax y convertido en el mejor jugador del mundo, tras conquistar ocho Ligas y tres Copas de Europa, estas todas consecutivas entre 1971 y 1973.
Como entrenador, construyó el ‘Dream Team’, basado en un fútbol ofensivo y el cuidado total del balón, con el que consiguió en 1992 la Liga de Campeones.
Maradona, la leyenda del 10
Con ninguno de estos cuatro pudo coincidir Maradona, quien deslumbró con su fútbol hace menos de 40 años. Dotado técnicamente como ningún otro futbolista de se generación, la zurda del de Lanús parecía bendecida por Dios, un guante que dejó jugadas y goles inolvidables, como el que marcó en los cuartos de final del Mundial de 1986, regateando a los rivales que intentaban arrebatarle el esférico desde el centro del campo.
Precisamente, esa Copa del Mundo, que levantó Argentina ante la Alemania del Beckenbauer seleccionador, fue el culmen del ’10’, reconocido por su calidad. Su vida convulsa recortó su carrera aunque hizo campeón de Italia en dos ocasiones al Nápoles, equipo de una ciudad en la que es un auténtico mito.