La inestabilidad política y el endurecimiento regulatorio ya pasan factura a la economía española. Según el último Índice Kearney de Confianza para la Inversión Extranjera Directa (IED), España ha salido en 2025 del grupo de los diez países más atractivos para los inversores extranjeros. Baja del noveno al undécimo puesto en el ranking, reflejando la creciente desconfianza empresarial ante el rumbo político y normativo que atraviesa el país.
El Instituto de Estudios Económicos, encargado de presentar el informe, señala que el retroceso de España está directamente relacionado con «el aumento de las restricciones a las empresas en el entorno regulatorio, el incremento de las tensiones geopolíticas y la inestabilidad política». Un cóctel que, unido a los últimos casos de corrupción, debilita la imagen exterior de España.
Mientras tanto, Estados Unidos y Canadá continúan liderando el ranking mundial, seguidos por Reino Unido, que este año ha superado a China, relegada al sexto lugar por sus problemas internos. Completan los primeros puestos Japón y Alemania.
Los inversores internacionales priorizan, a la hora de decidir dónde invertir, la eficiencia de los procesos legales y regulatorios y el desempeño económico nacional, por delante incluso de la innovación tecnológica o la calidad de las infraestructuras. En el caso español, el desempeño económico es determinante para el 32% de los encuestados, seguido por la innovación (29%) y las infraestructuras (26%).
Pese a la caída, algunos aspectos siguen favoreciendo a España. Emilio Guevara, socio de la consultora Kearney, destaca su «posición bastante buena» por su localización estratégica, infraestructuras de primer nivel, fuerza laboral cualificada y liderazgo en sectores como el turismo y las energías renovables. Sin embargo, Gregorio Izquierdo, director general del Instituto de Estudios Económicos, reconoce que «los casos de corrupción no ayudan», aunque por el momento los considera «puntuales» y no determinantes para el conjunto de la inversión.
Según los últimos datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), correspondientes a 2024, España recibió ese año unos 37.000 millones de euros en flujos netos de inversión extranjera directa, lo que supuso un incremento del 19% respecto al año anterior, pero aún muy lejos del récord de 2018, cuando se rozaron los 55.000 millones. Estos movimientos, matizan los expertos, están condicionados por operaciones extraordinarias o movimientos corporativos de gran volumen.
Aunque los flujos muestran cierta recuperación, los analistas advierten de la «alta sensibilidad a los ciclos económicos y a los eventos globales», lo que pone en evidencia la fragilidad de la posición española ante cualquier nueva sacudida política o económica.
Madrid y Cataluña, en retroceso
Por territorios, la Comunidad de Madrid sigue siendo el principal destino de la inversión extranjera en España, con un 64,4% del total, seguida de Cataluña (12,2%), País Vasco (6,8%) y Comunidad Valenciana (5,1%). Sin embargo, tanto Madrid como Cataluña han perdido peso respecto a años anteriores, mientras que País Vasco y Comunidad Valenciana han aumentado su capacidad de atracción.
En el caso catalán, «el descenso puede estar relacionado con un cambio en las preferencias de los inversores, que buscan entornos percibidos como más estables», advierten los analistas.
Estados Unidos, Reino Unido y Francia siguen siendo las principales fuentes de inversión extranjera para España. Los sectores más dinámicos son la industria manufacturera, la información y comunicaciones y el suministro energético.
El índice, elaborado por A.T. Kearney desde 1998, se basa en encuestas a altos ejecutivos de las mayores empresas internacionales y permite anticipar las tendencias de inversión a medio plazo.
El Mundo ha sido el medio que ha difundido los datos y el análisis de este informe.