Las bajas laborales, según la ejecución presupuestaria de la Seguridad Social hasta julio, refleja que en el último año el desembolso en bajas por enfermedad representa un 18%. Esto desemboca en una necesidad de más recursos del Presupuesto para poder afrontar puntualmente los pagos ya que, el año pasado, se han realizado más de ocho millones de bajas por enfermedad y un coste de 14.000 millones de euros.
De esta manera, en los últimos cinco años, el coste de las ausencias al trabajo se ha disparado un 80% y este 2024 las previsiones son que el absentismo, teniendo en cuenta el gasto más el coste directo para las empresas, roce los 30.000 millones.
Asimismo, los datos que elaboran las mutuas constatan que las bajas están teniendo cada vez una duración más elevada. Según el último informe elaborado por AMAT, el número de procesos de más de un año ascendió en julio a 118.190, lo que supone un 26,28% del mismo periodo del año anterior. Además, las ausencias al trabajo de larga duración también crecen, como el caso de la incapacidad temporal de más de 730 días.
En este sentido, el impacto económico de las bajas por enfermedad no sólo afectan a la cuantía de las prestaciones que paga la Seguridad Social y las mutuas, sino que también supone un coste directo e indirecto para las empresas en prestaciones, cotizaciones sociales y mejoras de la ayuda pactadas en convenio. Así, el coste estimado de empresas por incapacidad temporal por contingencias comunes, que incluye prestaciones, cotizaciones sociales, además de complementos y mejoras, creció hasta julio hasta los 4.729,71 millones de euros, un 17,57% más respecto al ejercicio anterior.