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Para dar paso a las monedas digitales controladas por los bancos centrales

FTX: un escándalo muy oportuno hacia el fin del dinero físico

FTX. Europa Press/Contacto/Andre M. Chang

FTX, la empresa estadounidense dedicada al mercado de criptomonedas entró en bancarrota después de las elecciones legislativas en lo que es el mayor escándalo hasta la fecha por su repercusión internacional en este mercado.

El joven Sam Bankman-Fried, un tipo de los que se suela decir que «ha salido de la nada», es el fundador de FTX y del fondo de cobertura llamado Alameda Research, pero no se molesten en buscar en Internet, porque la web casualmente ha desaparecido.

Al igual que la otra plataforma más importante del mundo en este sector, Binance, posee una criptomoneda propia. En el caso de este último se llama BNB; en el caso de FTX, FTT. Este tipo de moneda no es ilegal, siempre y cuando esté respaldada por dinero. ¿Qué ocurrió con FTX? Que su moneda era un fraude. Usó esta moneda para obtener dinero real y prestarlo o invertirlo en otros activos pero que no podía pagar. Básicamente, es lo que hacen los bancos. Si el sistema mundial está hundido en deuda es por este modus operandi, usura aparte. Además de FTX o Alameda, Bankman-Fried poseía empresas como Robinhood o BITW. Parte del capital de estas empresas, en especial FTX, se derivaba a otras dedicadas al crédito como BlockFi o Voyager. Es decir, el proceso consistía en tomar dinero de otros con una moneda sin sustento real para derivarlo a empresas dedicadas al crédito. Estafa y usura.

En su plataforma supuestamente vendía criptomonedas como la popular Bitcoin pero lo que los usuarios compraban a esta empresa eran pagarés. Esto ha ocurrido con otras tantas estafas donde el usuario no posee el bitcoin con un código blockchain único, sino que, digamos, compra algo de un supuesto pool donde estarían esos códigos de estas criptomonedas cuyo valor varía. Esto puede funcionar mientras los usuarios no los reclamen (vendan lo previamente comprado) en una cantidad superior a lo que la empresa posea de solvencia. Ocurrió exactamente eso: los clientes quisieron retirar el dinero y se dieron de bruces con que había volado. Miles de millones de euros se habían volatilizado. ¿A dónde habían ido? La historia parece un guion de Hollywood.

La historia oficial

Según fuentes de Estados Unidos, el código fuente de FTX permitía al dueño alterar los registros de compraventa para engañar a los reguladores. O ésta era la versión hace dos semanas. La más reciente es que hackers (así, en plural, como los «expertos» del Gobierno) habían conseguido modificar ese código para hacerse con cientos de millones de dólares que después se habrían derivado en otros productos. Si seguimos la primera línea de argumentación, eso es lo que le habría servido a Bankmar-Fried para mover miles de millones de dólares a sus empresas pantalla como Alameda Research sin ser detectado por las autoridades reguladoras. La segunda exculpa al fundador y bloquea todo análisis posterior.

CoinDesk, una de esas fuentes de información económica del mundo cripto, señalaba a principios de noviembre la «inusual» relación entre ambas empresas y, según un documento al que habrían tenido acceso, el balance de Alameda «cojeaba». ¿Dónde estaban esos miles de millones de dólares? Invertidos, gran parte, en la moneda propia de FTX, FTT. Dinero falso. El CEO de Binance, el chino Changpeng Zhao, retiró sus posiciones por un valor de 530 millones de dólares. Este movimiento alertó a otros inversores y realizaron el mismo movimiento. Ante la avalancha de reclamaciones por valor de seis mil millones en apenas tres días, el sistema se vino abajo. No tenía forma de pagarlo. Ésta es la historia oficial. Estafa, fraude, usura. Capitalismo financiero, deuda.

La otra historia

Sam Bankman-Fried es licenciado por el Massachusetss Institute of Tecnology (MIT), una de las universidades tecnológicas más prestigiosas (y globalistas) del mundo. De esta universidad salen tecnologías como reconocimiento facial en tiempo real. Bankman-Fried es hijo de Barbara Fried, cofundadora de Mind the Gap, una asociación dedicada a recaudar fondos para los demócratas establecida en Silicon Valley, la meca del wokismo mundial y donde se encuentran todas las demás empresas que viven de nuestro control como Google, Facebook y un largo etcétera. El hermano de Sam, Gabe, es el fundador de una organización llamada Guarding Against Pandemics enfocada en promover inversiones públicas para prevenir las siguientes pandemias. ¿Se acuerdan de Bill Gates? Este es del mismo gremio de oráculos. La saga de los Fried está relacionada con los demócratas y con Klaus Schwab a través del Foro Económico Mundial. Lo llamativo es Sam Bankman-Fried es que se convierte, con apenas 20 años, en uno de los mayores donantes del Partido Demócrata junto a George Soros. Claro está que no actuaba solo.

Cuando Biden es nombrado presidente tras el gran escándalo de fraude y manipulación política reconocida por la revista Time, nombra como presidente del organismo equivalente a la CNMV en Estados Unidos a Gary Gensler. Gensler era profesor del MIT. Esto podría ser una casualidad cualquiera, pero resulta que la presidente de Alameda Research, Caroline Ellison, es una joven de 28 años fan de Harry Potter hija de Glen Ellison, jefe del departamento de Económicas del MIT y, por lo tanto, jefe de Gary Gensler hasta ser nombrado este presidente de la CNMV estadounidense.

Según CoinDesk, FTX se asoció con la administración Zelensky para convertir su dinero en moneda fiat y depositarla en el Banco Nacional de Ucrania al poco de empezar la guerra. Y aquí viene la guerra de la información. Para algunos, el gobierno de Ucrania habría invertido parte de las ayudas estadounidenses de dinero público en FTX que, a su vez, habrían llegado como donaciones al Partido Demócrata. Negando la mayor están medios como USA Today que no aportan más que declaraciones de funcionarios ucranianos, como es el caso de Alex Bornyakov, ministro de transición digital de Ucrania. Se echa en falta algo más. La duda planea sobre los tiempos y agentes: un gobierno de Ucrania que desde 2014 está en la órbita de Estados Unidos tras la revolución de color, una guerra que atrae el foco de información justo durante el período de elecciones legislativas y una empresa de inversión en criptomonedas que se va a la bancarrota poco después de la victoria demócrata contra todo pronóstico liderada por un joven desconocido en la órbita del Partido Demócrata. La duda es legítima porque cosas así se han visto en otras ocasiones.

El miedo que recorre los foros de aficionados de este tipo de inversiones es que noticias negativas como es el caso de FTX, sean provocadas o no, acaben por crear un caldo de cultivo suficiente para promover legislación restrictiva, cuando no prohibitiva. La magia de las criptomonedas es que no están sujetas a bancos centrales, realmente hacen libre al poseedor, y eso puso en alerta a los buitres y dueños de los sistemas financieros actuales. No quieren a nadie fuera de control, y las criptomonedas lo permitían. No quieren a nadie libre, y las criptomonedas lo permitían. Casos como los de FTX, creados en torno a estructuras de poder político y tecnológico, apuntan a que son escándalos buscados. El problema, como suele ocurrir, es que pagan justos por pecadores. No tardaremos en ver la regulación o destrucción de este tipo de monedas, para dar paso a las monedas digitales controladas por los bancos centrales y el fin del dinero físico.

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