«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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25 de mayo de 2023

Amigos del PSOE, enemigos de España

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Europa Press

Los quince días de campaña electoral previa a las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo están sirviendo para evidenciar de manera ordenada la verdadera naturaleza de los socios del PSOE y, por extensión, del Gobierno de España.

La semana pasada estuvo protagonizada por los 44 etarras que concurrirán a los comicios en las listas de Bildu, siete de ellos con delitos de sangre, aliados todos de un partido y un Ejecutivo que ahora se afanan en defender la fe en la palabra de unos asesinos que aseguran que renunciarán a sus actas de concejal si son elegidos en las urnas.

Esta semana —hoy mismo—, el asunto central de la campaña es la trama de compra de votos por correo descubierta en Melilla. Una estructura de reversión de la voluntad popular diseñada para beneficiar en primera instancia a Coalición por Melilla y al PSOE, socios entre ellos, y al Partido Popular; y, en segunda, a Marruecos en su influencia en la política, el porvenir y la naturaleza misma de la ciudad autónoma.

El brazo político de ETA y el agente de Marruecos en Melilla son dos aliados indeseables, estructuras financiadas a través del erario, creadas y administradas para operar contra España, una por ensoñaciones rupturistas internas alimentadas durante décadas por el bipartidismo, otra por el afán imperialista del Estado vecino sin respuesta real en el último medio siglo.

Dos socios, cuyos fines hacen imposible cualquier la conversación y condenable el simple amago de pacto para cualquier partido político con un respeto mínimo por el país que aspira a gobernar —o que, de hecho, gobierna—, con los que el PSOE mantiene acuerdos en Madrid y en Melilla. Dos socios, con los que además comparte métodos (cada hora que pasa es más serio lo conocido de la trama de compra de votos en Mojácar) y una forma de concebir la política como un medio de vida, más que de servicio o siquiera de poder, a costa de la voluntad de los ciudadanos y de la seguridad de la nación.

Con semejante hoja de servicios, el PSOE debiera estar descartado hace tiempo como interlocutor político digno por ser socio de Bildu y Coalición por Melilla —entre otras razones—. Y, en consecuencia, no con menor gravedad habría de ser considerada la voluntad innvariable expreasada por los dirigentes del Partido Popular o Ciudadanos de llegar a pactos con quien comparte acuerdos y prácticas delictivas con el brazo político de ETA y el agente de Marruecos.

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