«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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11 de julio de 2023

Debate de supervivencia del bipartidismo

Sánchez y Feijoo. Europa Press

Sorber y soplar a la vez es imposible. Sorber, es decir, derogar el sanchismo, y soplar, que es ofrecer al sanchismo un pacto para que se deje derogar, es de astracán. Tamaño disparate fue la estrella de las propuestas del candidato del PP, Alberto Núñez Feijoo, en el cara a cara de ayer con el presidente del Gobierno en funciones, el socialista Pedro Sánchez. Un debate maleducado e inmoderado lleno de constantes interrupciones en el que los dos candidatos parecían haberse puesto de acuerdo en lo fundamental para la supervivencia del bipartidismo: no hablar de los problemas reales de España que ellos mismos han creado y consolidado durante 46 años de alternancia.

Nada debatieron los dos candidatos de lo que importa. Nada dijeron de la inseguridad instalada en nuestras calles, ni de la discriminación lingüística y sus efectos sobre la vida académica y profesional de los españoles. Ni una mención al problema del agua, que sólo tiene una solución nacional, o al desastre de la pérdida de nuestra soberanía energética. Ni una referencia al campo español, aquella despensa europea hoy herida por regulaciones extrañas y ajenas a nosotros, pero apoyadas en un cierre de filas infame por el bipartidismo desde Bruselas. Nada, cero, debatieron sobre la calidad de la educación y el horror formativo autonómico que condena a los españoles a la desigualdad desde el primer día de clase. El drama de la decreciente natalidad, el invierno demográfico, ignorado.

Mientras Francia arde en el desastre anunciado del multiculturalismo, nada debatieron sobre el fracaso social al que nos conducen sus políticas buenistas sobre inmigración. Sobre la mesa, a falta de un plan para remojar nuestras barbas chamuscadas por el incendio francés, sólo había un acuerdo ofrecido por el moderantismo, que sólo es la ausencia de pensamiento, para alternarse con el sanchismo con desprecio de la voluntad de los españoles y de las reglas del sistema parlamentario.

Nada, al fin, debatieron sobre Defensa, con mayúscula. Defensa de nuestra Frontera Sur ante la inestabilidad africana. Ni una palabra sobre las invasiones ordenadas en desiertos no tan lejanos, ni sobre la defensa de nuestras aguas y nuestra industria pesquera. Nada dijeron de Gibraltar, pero no como anomalía histórica, sino como protección frente a una colonia hostil que amplía sus tierras por una combinación de necedad, pasotismo y corrupción.

Si una conclusión podemos sacar del debate de ayer es que el pacto entre el PSOE y el PP para no hablar de lo importante, de lo necesario, de lo esencial para el futuro de los españoles, está ya firmado. El debate, por tanto, quedó reducido a un ejercicio chusco de supervivencia del bipartidismo apuntalado por unos moderadores inmoderados.

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