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1 de marzo de 2023

El PP está a otra cosa

El portavoz de Campaña del PP, Borja Sémper. Europa Press

Ayer, en el último segundo del programa «Dando Caña» de El Toro TV, el eurodiputado del Partido Popular y ex ministro de Exteriores del Gobierno de M. Rajoy, el siempre didáctico José Manuel García-Margallo, el mismo que días atrás aseguró en una entrevista que había que concertar un Gobierno entre el PP y el PSOE «para que la izquierda no incendie las calles», puso el colofón al debate que mantenía con la diputada de Vox Rocío de Meer sobre la conveniencia de la moción de censura asegurando que «el Partido Popular no va a seguir a Vox nunca». Fin del programa.

Más o menos a la misma hora, el portavoz de campaña del Partido Popular, Borja Sémper, justo después de volver a cargar contra la moción de censura registrada por Vox con sustantivos como «show» (espectáculo, en español), «performance» (actuación, en español) y «esperpento» (esta, por lo menos, ya está en español), anunció que la cúpula del Partido Popular, con su presidente Alberto Núñez Feijoo a la cabeza, acudirá a la manifestación feminista del 8 de marzo. Sémper remató su intervención con el aviso de que el Partido Popular articulará en las próximas semanas «nuevas medidas que ensanchen los derechos de las mujeres de este país». Así, en general.

Unos minutos antes, el portavoz del Grupo de Vox en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros, tras defender de nuevo la independencia del profesor Tamames, informó de que su partido se personará en la causa del conocido como «Caso Mediador» como acusación popular contra la red de diputados socialistas implicados en un presunto escándalo de corrupción que, entre otros beneficios, incluía el acceso gratuito de martes a jueves a un catálogo de prostitutas y, por lo observable en ciertas fotografías, a sustancias estupefacientes y medicamentos contra la disfunción eréctil. Disfuncionalidad que por lo que parece afectaba a algunas de sus señorías tras el exceso de copiosas cenas y rayas de cocaína mientras los españoles corrientes nos confinábamos en ilegales toques de queda.

Ayer, todos los que seguimos la actualidad política pudimos ver de nuevo las enormes diferencias entre ambos partidos. El PP, como es su naturaleza, no pretende alterar lo esencial del consenso bipartidista y se limita a cubrir las apariencias de alternativa. Los populares, están en su derecho, apelan a la inacción como modelo general de oposición. Incluso en los momentos más graves del asalto institucional, limitan su acción política a movilizar su rodillo mediático contra los deplorables de Vox. Eso sí, no se olvida de practicar guiños públicos de concertación margallesca con la izquierda como el anuncio de su presencia en una manifestación feminista y el de la futura creación de medidas de ensanchamiento de los derechos de las mujeres.

Por otra parte, está Vox, que cobija sus últimas acciones (moción) y reacciones (acusación popular en el «Caso Mediador») en torno a la conciencia invariable de que el plan de desconstrucción de la nación ejecutado por el corrupto socialismo desde hace ya décadas debe ser frenado con histórica urgencia. Sus leyes ideológicas, derogadas, y todo lo derribado, reconstruido. Y que si por responsabilidad precisa tender la mano al PP, lo hará.

Es curioso que haya que agradecer al Tito Berni y sus peripatéticas esta penúltima oportunidad de explicar por qué cada vez que una encuestadora asegura que el PP y Vox podrían unir fuerzas, escaños y concejales para echar al socialismo, levantemos una ceja incrédula. No por Vox, sino por el Partido Popular, que sin duda —Sémper no nos desmentirá—, está a otra cosa. Que ojalá fuera a lo que hay que estar.

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