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27 de marzo de 2023

El PSOE debilita a la Guardia Civil

El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska (Iñaki Berasaluce / Europa Press)

Hoy está prevista la comparecencia en el Congreso de los Diputados del ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, para dar explicaciones sobre los últimos casos de corrupción que han salpicado de lleno a la Guardia Civil y que han provocado la dimisión, jamás voluntaria, sino forzada, de la hasta ahora directora general del Instituto Armado, María Gámez, por sus vínculos familiares con las tramas corruptas.

El método empírico aplicado a la trayectoria política de Marlaska nos obliga a deducir que el ministro, que no informó de la dimisión de Gámez hasta una hora después de la moción de censura presentada por Vox, no dará explicaciones suficientes de la dimisión de la directora general. Tampoco asumirá responsabilidad alguna por el desprestigio que la corrupción de ciertos mandos nombrados por él e investigados por delitos de cohecho, falsedad y organización criminal en relación a los casos «Mediador» (Tito Berni) y «Cuarteles», ha causado a la institución de la Guardia Civil.

Debemos recordar que la Benemérita es un cuerpo de naturaleza militar que para su funcionamiento al servicio de los españoles mantiene una dependencia extrema del honor, cualidad moral basada en la dignidad y la honradez. Por eso, el primer compromiso de todo ministro del Interior debe ser el de preservar la reputación de la Guardia Civil. Para lo cual, con independencia del partido político al que deba el puesto y a qué presidente sirva, el ministro debe exigirse el mismo compromiso de honradez que guía el servicio diario de la inmensa mayoría de los agentes del Instituto Armado.

Por desgracia, hemos constatado en muchas ocasiones, como en el caso de la destitución ilegítima del coronel Pérez de los Cobos, que el ministro Marlaska no cumple, ni quiere cumplir, con esa obligación de preservar la integridad moral de un Cuerpo que tiene encomendada una misión vital para el mantenimiento del orden y la paz. Una misión para la que la Guardia Civil precisa mantenerse alejada de cualquier injerencia política y al margen de la corrupción que asola España.

No esperamos ya nada del ministro Marlaska. Es imposible confiar en alguien que ha rendido ante sus socios de Bildu la política de dispersión de los asesinos etarras, o que mantiene indefensas nuestras fronteras. Tampoco, es obvio, esperamos nada del presidente Sánchez, que si tuviera el más mínimo respeto por el Estado de Derecho, destituiría de inmediato a su ministro del Interior por sus pésimos nombramientos y ordenaría una investigación exhaustiva que preservara la confianza de los españoles en el buen nombre de una institución centenaria.

La actuación de Marlaska al frente del MInisterio del Interior, ha ido siempre en la dirección contraria al interés general de España. Con desprecio a la ley, a las víctimas, a la fuerzas policiales bajo su mando y, por ende, a los españoles que sufrimos cada día más una inseguridad de la que él tiene buena parte de la reponsabilidad.

Por eso, a la espera de las explicaciones que la experiencia nos dicta que serán insuficientes, a la espera del cese del ministro que no ocurrirá y visto el perfil político de la que mañana será nombrada nueva directora general de la Guardia Civil, Mercedes González, sólo podemos concluir que al sanchismo y a sus socios golpistas y filoetarras les interesa una Benemérita debilitada.

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