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23 de mayo de 2022

Falta claridad en el PP

Juanma Moreno. (Carlos Luján/ Europa Press)

El guion de la película andaluza ya lo conocemos. Se adelantan las elecciones, las empresas demoscópicas a sueldo pronostican una victoria del PP al borde de la mayoría absoluta; una semana después, deshinchan el globo pero los articulistas de guardia hablan de las posibilidades de que los populares saquen más escaños que toda la izquierda junta para exigir, oigan, exigir la abstención de Vox. Por fin, cuando un escalofrío les recorre la espalda al ver otras encuestas que el partido de Juanma no ha pagado, el candidato concede una entrevista para asegurar/amenazar que no descarta repetir las elecciones para gobernar en solitario.

Ese guion de política ficción, un reconocido subgénero del cine fantástico, ya está demostrado que no interesa al público, salvo a tertulianos y articulistas de medios rescatados con dinero de nuestros impuestos y que también entran en la categoría, a extinguir, de gasto político.

No entendemos tantas idas y venidas del PP, tantas vueltas y revueltas de Moreno que no son de utilidad alguna. Lo que ocurrió en Madrid en mayo de 2021, entre ola de virus y ola de indignación por el trato dado a la región por parte de Sánchez y sus secuaces, no tiene posibilidades de repetirse en Andalucía. Hoy, cuando el bipartidismo agoniza por sus propios errores y corrupciones, para los votantes es de enorme importancia conocer por adelantado las intenciones de los diferentes partidos sobre los pactos poselectorales a los que la aritmética electoral (dos y dos son cuatro) les obliga.

En este sentido, a día de hoy sólo Vox cumple con sus votantes. El partido de la candidata a la Presidencia de la Junta, Macarena Olona, confirmado el fracaso del intento desquiciado y prevaricador de anular su elegibilidad, es claro: el único aliado que puede tener Vox para frenar a la izquierda que durante 40 años ha abusado de Andalucía es el Partido Popular. Y añaden los de Vox, para más claridad, que no regalarán sus votos al PP ni en el caso, que está por ver, de que los de Abascal queden por detrás de los de Feijóo.

En cuanto al resto de partidos, ni confirman ni descartan, ni contigo ni sin ti, salvo el cadáver exquisito socioliberal de lo que una vez fue Ciudadanos. El experto en supervivencias y exvicepresidente con el PSOE y con el PP, Juan Marín, ha hecho de su rechazo a Vox el centro de su estrategia electoral. Igual que hizo su partido en las pasadas elecciones en Castilla y León con un resultado paupérrimo que anticipa su desaparición. Luego dirán que no han sabido comunicar.

En estos tiempos en los que los partidos clásicos venderían su madre con tal de seguir en el poder —con el recuerdo permanente de que tenemos un presidente del Gobierno que aseguró que jamás pactaría con los herederos de la ETA y luego se entregó en sus brazos, o que sollozó que no podría dormir si en el Gobierno hubiera comunistas podemitas, y los hizo ministros—, buena parte de la recuperación de la machacada confianza de los votantes, sobre todo de aquellos que no tienen el voto cautivo por pertenecer a tal o cual red clientelar, pasa por la claridad. Si, como tantas voces dentro del PP piden, Juanma Moreno quiere pactar con el PSOE, dígalo y deje en manos de sus votantes aceptar la idea de una gran coalición entre el PP de los sobresueldos y el PSOE de los ERE.

Por supuesto, Juanma Moreno hará lo que le dé la gana o lo que le diga su presidente. Sólo faltaría. Pero que luego no vengan llorando si un día de estos, quizá más pronto de lo que alguno podría desear, con tanto sube y baja, dime y direte, paseo y meneo, el PP se encuentra con que vuelve a tener un problema de comunicación.

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