«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
EDITORIAL
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28 de febrero de 2023

Golfos con escaño

Tener un puñado, quizá dos o tres puñados de corruptos, cocainómanos y puteros sentados en el Congreso de los Diputados, sede de la soberanía nacional, con tratamiento de excelencia, sueldo público y otras prebendas a cuenta del dinero de los impuestos de los españoles, es grave.

Desde el punto de vista de la exigible ejemplaridad pública no es tan grave, o por lo menos no tan estúpido y perjudicial para la democracia, como que haya diputados golpistas o filoetarras. Ni tan dañino como, por ejemplo, que haya diputadas-ministras que por su incompetencia favorezcan la reducción de penas a esa escoria de la sociedad como son los agresores sexuales. Pero que haya golfos corruptos sentados en un escaño de las Cortes es grave e indecoroso y proyecta una imagen deplorable de España cuando, más que nunca, la necesitamos limpia.

Que esos diputados sean del Partido Socialista, de una formación con un extraordinario, por su amplitud y constancia, historial de corrupción, pero que ganó para Pedro Sánchez una moción de censura sin programa de Gobierno sólo con la denuncia de las bochornosas corruptelas del Partido Popular, es otra muestra más de la ilegitimidad de este Gobierno. Recordemos: salido de las entrañas de un PSOE que tuvo la desvergüenza de presentarse en las pasadas elecciones ante los españoles como un partido modélico con un compromiso de ejemplaridad y transparencia.

Un cínico diría que el «Caso Mediador», poco tratado en la Prensa controlada por el Gobierno, es sólo uno más en la larga historia criminal del socialismo español, pero aunque en lo visible el cínico pudiera tener razón, en lo esencial, no.

Lo esencial es que las informaciones que a cuentagotas conocemos del caso señalan de nuevo la tolerancia del socialismo con la corrupción. Con la propia corrupción o con la de los que les son afines. Rebaja del delito de malversación incluida.

Inflexible desde la tribuna con frases huecas mirando a la oposición del tipo «lecciones de ejemplaridad, ninguna», el socialismo de los más que dudosos cien años de honradez y cuarenta de vacaciones ha sentado en los escaños de la soberanía nacional, sin control alguno, culpa in vigilando, a auténticos golfos con chapita de la Agenda 2030 en la solapa que por la mañana votan feminista y por la noche van de putas que pagan otros.

Es evidente que el sanchismo tiene otra oportunidad, quizá la última, para demostrar que no es el corrupto socialismo de siempre. Pero la experiencia acumulada nos ordena no esperar nada del PSOE para cumplir sus cínicas promesas de ejemplaridad pública caiga quien caiga. Tampoco dirá nada Podemos, que sólo aspira a controlar los daños causados por su propia incompetencia. Habrá que esperar a las elecciones generales, que ojalá fueran adelantadas gracias a la moción de censura presentada por Vox, y este caso es el enésimo motivo diario para apoyar la candidatura de Ramón Tamames, para cotejar listas.

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