«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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EDITORIAL
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1 de agosto de 2023

Los bandazos de la Génova XIII

Hay un término marinero para el rumbo que lleva en su navegación un barco. La palabra es «derrota». A esa acepción nos acogemos para escribir que la derrota de la nave genovesa durante los últimas semanas ha consistido en ir dando bandazos, y algún que otro terrible pantocazo, hacia todos los rumbos… menos hacia el que debería.

Los cuadernos de bitácora están ahí y no admiten interpretaciones. La Génova XIII puso primero proa hacia un barco fantasma, la nave imaginaria del PSOE bueno dicen que comandada por el presidente castellano-manchego, Emiliano García Page. Que Page le negara abarloar junto a él nada menos que el 5 de julio, cuando la campaña electoral ni había comenzado, no arredró a la nave genovesa, que continuó rumbo a babor.

En la noche electoral, confirmado el error de su navegante demoscópico, y no sólo de latitud, sino sobre todo de longitud, mandaron señales de auxilio al PNV. Basaban los genoveses la llamada en una vieja amistad entre capitanes. Y el viejo buque del pirata Ortúzar sí se acercó a toda vela, pero para lanzarle una andanada cuatro días después de las elecciones y retirarse cantando: «Hemos arruinado las posibilidades de Feijoo de ir a una investidura».

La Génova XIII, con las bombas de achique de la sentina estropeadas y la santa bárbara anegada, decidió entonces enviar un cable a Junts por medio de su vicesecretario de coordinación autonómica, Pedro Rollán. Es cierto que no pasó demasiado tiempo, apenas un par de días, hasta que Cuca Gamarra bandeara el asunto, pero el daño ya estaba hecho.

Fue entonces cuando los dos pequeños remolcadores con los que decían contar los genoveses, UPN y Coalición Canaria, pararon máquinas. Los navarros de Esparza fueron rotundos y aseguraron anteayer que la Génova XIII no tiene posibilidad alguna: «No se puede ir engañando a la gente; el señor Feijoo no va a ser presidente en ninguno de los escenarios». Los canarios de Cristina Valido, que ya se abstuvieron en la moción de censura contra Rajoy, desplegaron hace un par de días sus intenciones de negociar «un acuerdo puntual» con Sánchez para que no dependa del fugado Puigdemont.

Y ahí, en mitad de la niebla, sola y desarbolada, con las lumbreras oscurecidas y lanzando sondas para medir la altura del calado para evitar encallar, la Génova XIII envió una carta a Pedro Sánchez para exigirle no sólo que le concediera la victoria, sino su rendición incondicional.

A cambio, como prueba de buena fe, el desagradecido presidente andaluz Moreno Bonilla lanzaba sus últimos cañonazos en dirección… a Vox, la única nave de bandera española que se había mantenido a prudente distancia de los genoveses, preparada para su rescate por patriotismo aun a costa de perder tiempo y recursos y hacia el que la Génova XIII no sólo cañonea con desmedida soberbia, sino hacia la que jamás ha puesto rumbo.

Llegados a esta página de la bitácora, sólo podemos desear al bergantín genovés que evite otro bandazo fatal y maniobre como cualquier marino lo haría cuando necesita una tregua en la marejada que amenaza con hacerle zozobrar: ponerse al pairo. Es decir, detenerse. Lo antes posible. Es el momento.

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