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EDITORIAL
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22 de septiembre de 2023

Nos gobiernan sus traumas

Jorge Pueyo este jueves en el Congreso de los Diputados. Europa Press.
Jorge Pueyo este jueves en el Congreso de los Diputados. Europa Press.

El Congreso de los Diputados aprobó este jueves la modificación del Reglamento que permitirá utilizar a partir de ahora lenguas regionales en la Cámara Baja. Especialmente sonado fue el momento en que la portavoz de VOX, Pepa Millán, le preguntaba al diputado de la Chunta Jorge Pueyo por la represión que afirma haber sufrido. Se refería Millán a unas palabras del aragonés de hace unos días en las que aseguró haber sido reprimido en el colegio al ser obligado a hablar en Español. Ambos nacieron en 1995, por lo que la diputada del partido de Abascal le preguntó extrañada a Pueyo de qué represión hablaba.

En el fondo hacía referencia la representante de VOX a dos asuntos mucho más complejos y, sobre todo, mucho más preocupantes. Por un lado, la inclusión en las instituciones de personas jóvenes, inexpertas e inmaduras que, en lugar de aportar una visión menos contaminada, se toman sus cargos y responsabilidades como juegos en los que tratar de imponer a los demás su visión del mundo, marcada en incontables ocasiones por sus traumas.

Se ha popularizado entre la derecha en los últimos años la frase «votasteis gestos, tenéis gestos», de la economista María Blanco, que incluso llegó a publicar un libro con ese título. Está claro que muchos ciudadanos de izquierdas votaron gestos, como el de Pedro Sánchez comiéndose un plátano y sintiéndose una suerte de salvador para los ciudadanos de la isla de la Palma que habían perdido sus casas por la erupción de un volcán. Pero muchos otros, especialmente entre Podemos, votaron por sus complejos. Propios y familiares.

Así se explica, por ejemplo, la motivación de una secretaria de Estado como Ángela Rodríguez Pam, que se queja a diario en sus redes sociales de la «gordofobia», si es que eso existe —no hay noticias hasta el momento de que a le gente le den miedo los gordos— para gastar dinero público en una campaña afirmando que todo tipo de mujeres, obesas, muy delgadas o amputadas pueden ir a las playas.

Pam es la lugarteniente de Irene Montero, ministra de Igualdad y mujer de Pablo Iglesias, que durante un acto de partido llegó a taparle la boca en público. Se comprende también la obsesión de Montero por perseguir a los hombres que no buscan para cada aspecto de su vida el consentimiento de las mujeres. Lo que ya no se entiende también es que olvide castigar con penas más duras a los violadores en vez de más leves, como ha hecho.

El segundo asunto que subyace tras la concesión a los socios separatistas del Gobierno en funciones es la obsesión de los regionalistas por tratar de imponer a los demás lo suyo, lo que ellos consideran superior, mientras denuncian lo contrario: que sufren represiones históricas, ya no franquistas sino desde tiempos de los Reyes Católicos.

A este hecho gravísimo, por las consecuencias que ha supuesto en cuanto a desigualdades entre los españoles, que no han podido trabajar en algunas autonomías por desconocimiento de la lengua regional, empezamos a augurarle una posible solución en los gobiernos autonómicos del PP en los que VOX ha podido influir para rebajar las imposiciones de los caciques locales de turno. El primer y más esperanzador caso es el de Baleares, donde por exigencia del partido de Santiago Abascal, el Gobierno de Marga Prohens está dando pasos para eliminar o al menos rebajar el requisito del catalán en la función pública. La situación había llegado a ser tan preocupante en la región que muchas plazas de médicos se quedaban sin cubrir por esta absurda condición.

Ojalá algunos de nuestros representantes políticos sigan trabajando para eliminar traumas y complejos de la vida pública impuestos por la izquierda.

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