«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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23 de abril de 2021

Periodismo y activismo

Hace falta ser una activista de la izquierda y no una periodista para calificar de ‘demócrata’ a quien se pasea por las herriko tabernas, se abraza con etarras, califica a los opositores venezolanos a un régimen tiránico como ‘terroristas’, se emociona en redes sociales cuando patean a la Policía, incita y no condena la violencia real y visible contra un partido y sus simpatizantes, convoca ‘alertas antifascistas’ cuando los resultados electorales le dan la espalda; a quien, en resumen, se define a sí mismo como un comunista.

Hace falta ser una activista de la izquierda y no una periodista para entristecerse por la espantá de un candidato comunista que inventa el escrache universitario contra demócratas de verdad como Rosa Díez, y que abusa de la liberalidad del sistema democrático español que consiente la presencia en los escaños, en las instituciones y en los medios rescatados y subvencionados de representantes de una ideología criminal que ha sido el mayor enemigo de la democracia y del progreso de las naciones desde hace más de cien años.

Hace falta ser una activista de la izquierda y no una periodista para derramar lágrimas socialdemócratas con la sobreactuación electoralista de un candidato comunista que también es exvicepresidente y mando único de las residencias de ancianos de un Gobierno opaco que se niega a que se investigue su presunta responsabilidad criminal en la gestión de la pandemia de coronavirus , e implorarle como ‘demócrata’ que se quede para contestar «a las provocaciones de la ultraderecha».

Hace falta ser una activista del supremacismo cultural de la izquierda y no una periodista para negar el último turno de palabra a la única mujer que en el debate se ha atrevido a plantarle cara a Pablo Iglesias en nombre de millones de españoles, jactándose en un teatrillo pueril de que «los demócratas somos mucho más que ellos».

Hace falta ser activista de la izquierda subvencionada y no una periodista para no afear a los candidatos de la izquierda que aceptaran con sumisión electoralista la consigna de sus partidos de abandonar el debate que ninguno había abandonado motu proprio.

Hace falta ser una activista de la izquierda del establishment, de la cadena SER que avergonzó a la democracia española en aquella indignidad mediática de los días previos al 14 de marzo de 2004, para jactarse de ser una periodista demócrata, la misma que pasa por encima de la Justicia para sentenciar lo que es, y lo que no es, un delito de odio.

Hace falta un poquito de vergüenza, Barceló.

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