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30 de junio de 2022

Tiempos oscuros, intereses claros

El todavía presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez (EP)

El apolíneo galán que preside España se dejó caer ayer por su emisora de radio favorita para deslizar que hay intereses oscuros detrás de poderes ocultos y minorías poderosas que atacan a su ‘incómodo‘ Gobierno y a su persona. Lo primero que habría que recordar al eterno adolescente al mando es que a la Presidencia del Gobierno de una nación se viene llorado de casa, y eso incluye no achacar a poderes subterráneos ni confabulaciones lo que es una visión más que mayoritaria en la sociedad sobre la ineptitud de su persona y de su Gobierno.

Los intereses oscuros, que haberlos, haylos, sólo pueden ser aquellos que han permitido que siga siendo presidente un político sin escrúpulos que se dejó atrás a 150.000 españoles en una pandemia de la que tendríamos uno o dos casos todo lo más y de la que saldríamos más fuertes porque España puede. Si el diletante Mariano Rajoy hubiera sido el presidente del Gobierno en marzo de 2020, no quedaría una sola piedra de La Moncloa y todavía estaríamos juntando los restos desperdigados del gallego. Esto no es una hipótesis, sino un axioma que comparten todos los españoles, da igual de qué partido o de qué ideología.

Que haya triunfado la idea de que tenemos el peor Gobierno posible en los peores años posibles (por ahora) no es, como denuncia Sánchez, una confabulación de sectores empresariales, financieros y otros poderes fácticos fácilmente reconocibles. Es consecuencia a partes iguales de la debilidad de nuestro sistema electoral que concede a determinados partidos regionales un desproporcionado poder, de la decisión de Pedro Sánchez de apoyarse en ellos engañando a sus propios electores y de la paupérrima categoría de los ministros elegidos por el presidente para gobernar España. Nadia Calviño como epítome, Alberto Garzón como absurdo.

Los intereses oscuros, los de verdad, fueron aquellos que fulminaron la línea editorial antisanchista de El País que en tiempos clarividentes escribiera que «Sánchez ha resultado no ser un dirigente cabal, sino un insensato sin escrúpulos». Los intereses oscuros son los que permiten el asalto institucional orquestado por el Gobierno y sus socios del Grupo Prisa para hacerse con el control de empresas estratégicas españolas como Indra y que tratan, como denuncia el propio gobernador del Banco de España, de minar la independencia y la neutralidad de nuestras instituciones financieras. Intereses oscuros, sin duda, son los que forzaron al presidente a modificar sin permiso del Parlamento la política exterior de España con respeto a Marruecos y que le han llevado hasta el extremo de la desvergüenza al calificar la masacre de ilegales en territorio marroquí como una crisis bien gestionada.

Podríamos seguir. Hasta el infinito y más allá. Inflación, estanflación, recesión, pobreza energética, fondos europeos, la desintegración del orden en el Sahel, la destrucción de las relaciones con Argelia, el precio de los combustibles, la extensión del franquismo hasta 1983 por exigencia de ETA, los indultos a los golpistas, el otro asalto institucional al Tribunal de Cuentas en beneficio de esos mismos golpistas, el uso abusivo del dinero de nuestros impuestos para políticas ideológicas y leyes absurdas y peligrosas…

Los intereses oscuros no están detrás de nadie que señale el desastre del Gobierno sanchista-podemita. A llorar a la llorería, presidente. Los intereses oscuros están detrás de que sea posible que todavía tengamos este Gobierno y este presidente y a su corte de aduladores mediáticos y gubernamentales.

Tiempos oscuros se acercan a velocidad de vértigo y los intereses son claros. El día en el que podamos volver a votar, una gran mayoría de los españoles relegará al socialismo de corte sanchista al pudridero de la historia. En ese momento será cuando de verdad haya que luchar contra los intereses oscuros que querrán que todo cambie para que nada lo haga.

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