«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
La Gaceta de la Iberosfera
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2 de mayo de 2021

VOX, las cosas como son

Todo lo que es hoy VOX, el partido, sus militantes, la Fundación Disenso, los diputados, senadores, concejales, sus cuatro millones de votantes y aumentando y hasta la última bandera del sindicato Solidaridad que ayer se lució por primera vez en las calles de Madrid, tiene su origen en una conferencia dada en enero de 2017, antes de ayer como quien dice, por un independentista catalán, ex juez y ex senador de Esquerra Republicana, Santiago Vidal. Aquel día, Vidal, desatado, confesó que el Gobierno catalán —ya abiertamente separatista— estaba recabando datos fiscales de manera ilegal. Aquel despiste del indigno ex juez Vidal, que fue apartado de la carrera judicial por redactar una suerte de constitución catalana, fue ignorado por todos los partidos menos por una pequeña formación extramuros que tras la desbandada del fiasco europeo de 2014 cabía en una furgoneta y que tenía un líder, Santiago Abascal, que daba sus mítines a una multitud de nueve personas subido en un banco con un megáfono.

Cuando el Juzgado de Barcelona aceptó la querella de VOX y ordenó investigar las cuentas de la Generalidad catalana, el partido selló su destino: el de convertirse en la fuerza política que peleara allá donde los demás partidos que se dicen españoles, que se dicen liberales, que se dicen nacionales, hicieran dejación de sus altas responsabilidades camuflados en la desidia de un sistema político que jamás reclama nada a los partidos. ¿Has llegado al Gobierno y cuando te has ido has dejado una España empobrecida y fracturada? Aquí tienes un puesto en el Consejo de Estado. ¿Estabas en el Gobierno y en vez de recortar gastos inasumibles has endeudado a los españoles hasta límites escandalosos para las generaciones futuras que bastante tendrán con luchar para mantener el sistema de pensiones? Estupendo, aquí tiene una puerta giratoria y una medalla pensionada…

Desde aquel día, hace apenas cuatro años y poco, en el que VOX selló su destino, la formación de Santiago Abascal ha hecho de la verdad su acción política, en todos los niveles y al coste que sea. Las cosas, como son. Si la verdad es que la ideología de género choca con la realidad y es necesario combatirla, no se pastelea con el pacífico consenso y se le combate. Si la verdad es que el estado autonómico no es sostenible, ni siquiera ecosostenible, se trabaja para denunciarlo y, si es posible, corregirlo o sustituirlo. Si nos sobran políticos en las asambleas regionales que cobran por no hacer nada, se promete reducirlos a la mitad mientras el resto de los partidos protestan. Si hay que decir que el coronavirus de tipo 2 causante del síndrome respiratorio agudo severo SARS Covid-19 es un virus chino y que China tiene que pagar por haber ocultado la enfermedad que ha destrozado la vida de millones de personas y la economía de Occidente, se dice y se reclama…

Podríamos seguir con decenas de ejemplos de las verdades del barquero de VOX que muchos de los lectores ya conocen sobre el campo, la industria, la separación de poderes, el sector turístico, la política exterior de la Unión Europea con respecto a la Iberosfera, la independencia energética, la España verde real, el despilfarro del dinero de los contribuyentes, la educación, la protección real de menores, la lengua, las políticas identitarias, la financiación de partidos políticos y sindicatos, el papel de los medios de comunicación públicos, la cultura de la muerte, la inseguridad, el leviatán fiscal y tantas otras… Sin olvidarnos, por supuesto, de la defensa de nuestras fronteras, que lo son de Europa y, sobre todo, los muros de la casa común de todos los españoles y de cuantos hermanos iberoamericanos han venido de manera legal a trabajar junto a nosotros. En este punto, las verdades de VOX sobre la realidad de lo que pasa chocan tanto con el discurso buenista e irreal del resto de los partidos, que incluso una Fiscalía domeñada trata de detenerlas.

Todo lo anterior y todo lo que el lector ya sabe, es lo que llamamos la batalla contra la supuesta supremacía cultural, no sólo de la izquierda, sino del consenso en el que tan feliz han vivido ciertos partidos que se dicen liberales, que se dicen centrados, que se dicen reformistas… Durante las últimas décadas, millones de españoles y no pocas instituciones han sentido la presión de ver cómo sus ideas eran escarnecidas por no tragar con el consenso globalista, multiculturalista y un montón de -istas. Aún más, la reacción popular en forma de indignación a la corrupción económica de las formaciones del bipartidismo que nos han desgobernado, unos más que otros, supuso la vuelta de una ideología tirana que ya creíamos muerta y sepultada bajo los cascotes del Muro de Berlín. VOX lo llamó por su nombre: comunismo. El resto, fanáticamente moderados, los etiquetaron como ‘nueva política’ y les dieron la bienvenida.

Este martes, 4 de mayo, milllones de madrileños, que es gentilicio bien nacido, están llamados a las urnas. Las encuestas, las de verdad, pronostican una victoria holgada del Partido Popular, ese hijo del consenso, que necesitará los escaños de VOX para formar un Gobierno de gestores de una región vital de España. La primera misión de VOX —y así lo dice sin escatimar verdades Rocío Monasterio, su líder en Madrid—, es la de frenar a la izquierda, y todo lo demás queda supeditado al cumplimiento de este objetivo principal. Esta sinceridad honrada de VOX será aprovechada por los viejos zorros del PP para imponer su fuerza y sus condiciones, que siempre pasan, no lo duden, por fumarse un puro. Por eso es tan importante que VOX tenga una fuerza en la Asamblea de Madrid a la altura de la sinceridad de sus convicciones, una fuerza que permita dar la batalla que otros jamás darán.

Y si no nos cree cuando les decimos que el PP, la vieja política, aprovechará para fumarse un puro si nadie le vigila, recuerde que cuando VOX presentó aquella querella por las declaraciones del independentista Vidal y que de oca en oca terminó llevando a los golpistas al banquillo de los acusados, la Fiscalía, controlada en ese momento por el Gobierno de Mariano Rajoy, se opuso.

Así es. La Fiscalía se opuso. Que no estaba a favor, vamos.

Y ahora, vaya a votar. Si quiere y a lo que quiera, por supuesto, pero no insultaremos su inteligencia diciendo a quién. Si tiene cualquier duda, dese un minuto para recordar y vote seguro de lo que vota.

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