En la mañana del 5 de enero, víspera de la Epifanía del Señor, la Iglesia Católica celebró un solemne funeral por el Papa emérito Benedicto XVI, fallecido escasos días antes a los 95 años de edad. La Gaceta de la Iberosfera estuvo allí. Y a la salida de la misa, cuando los peregrinos se fotografiaban junto al obelisco, el Belén y la catedral, tuvimos la oportunidad de hablar con Monseñor Mario Iceta, arzobispo de Burgos, sobre las líneas maestras del pontificado de Joseph Ratzinger. «Fue verdaderamente un referente», sentencia.
Imagino que habrá escuchado, Monseñor, los gritos de miles de peregrinos que clamaban ¡Santo subito! ¿Ha enterrado hoy la Iglesia a un santo?
Bueno, esos cánticos y gritos son, sin ninguna duda, el reflejo del cariño que todo el mundo siente por Benedicto XVI. Ha sido un Papa muy popular y todos le teníamos muchísimo cariño. Esos gritos ponen de manifiesto el amor de la Iglesia por su Papa.
Un agradecimiento de los fieles, entonces…
Exacto. Para muchos de los fieles, además, acudir a este funeral ha sido la oportunidad de su vida para devolver al Papa Benedicto XVI todo el cariño que han sentido del santo padre. La oración en la Eucaristía es con total seguridad la mejor forma de devolver al Papa todo lo que ha dado por la Iglesia.
¿Será Ratzinger Doctor de la Iglesia?
Bueno, su papado, y antes que eso, su trabajo como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, han dejado al mundo una obra filosófica y teológica inmensa. Es sin duda uno de los grandes pensadores de nuestro siglo. Y, como decía, tanto en la teología como en los estudios filosóficos Benedicto XVI siempre fue verdaderamente un referente. No se puede entender el pensamiento de los siglos XX y XXI sin conocer la obra de Ratzinger.
Benedicto fue un pontífice muy viajero. De hecho, en sus ocho años de pontificado viajó hasta en tres ocasiones a España. ¿Tenía un cariño especial por nuestro país?
Sí. Sus tres viajes por España sembraron alegría en los corazones de todos los españoles. Y además son un ejemplo perfecto, creo, de su labor como Papa. Los tres viajes a España trazan un reflejo adecuado de las líneas magistrales que marcaron su pontificado.
¿Cómo es esto, Monseñor?
Por decirlo en orden, el primer viaje del Santo Padre a España fue a Valencia, donde tuvo lugar el Encuentro Mundial de las familias en 2006. Allí reivindicó la importancia de la familia como célula básica de la sociedad, como motor de la Iglesia y del mundo entero. En 2010 volvió a España en una doble visita: coincidiendo con el Año Santo Compostelano, quiso visitar Santiago de Compostela como un peregrino y abrazar al Apóstol. Este viaje refleja la importancia de la tradición apostólica para Benedicto XVI, así como la vertebración de Europa y Occidente a través de la peregrinación a Santiago.
Visitó también Barcelona y allí consagró la Catedral de la Sagrada Familia. Siempre tuvo un interés cultural gigantesco y este viaje apostólico puso de manifiesto el diálogo del Papa y de la Iglesia entera con la cultura contemporánea. Además tuvo unas palabras preciosas para Gaudí, que reflejó en su magnífica obra la imagen de Dios. Es otra de las líneas del pontificado de Benedicto.
Y nos queda, claro, la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en 2011…
Aquella JMJ reflejó la preocupación del Papa por los jóvenes, que sois el futuro de la Iglesia. Fueron unas jornadas muy multitudinarias y Benedicto ánimo a todos los jóvenes a buscar sin descanso a Cristo. Recuerdo aquella noche en Cuatrocientos, con la tormenta que sorprendió a todos, cómo animaba a los jóvenes, como reflejo de la Iglesia, a aguantar, a seguir buscando a Cristo aun en las dificultades. Nos dio una verdadera lección.