El panorama audiovisual español podría encontrarse ante un punto de inflexión. La caducidad de la concesión de las licencias de televisión adjudicadas por los distintos gobiernos de PP y PSOE está próxima. Se producirá en 2025. Si un año antes de esa fecha ningún operador minoritario pone impedimentos, las licencias actuales de televisión en abierto se renovarían automáticamente. Como es natural, habrá un buen puñado de interesados en dar la batalla y no es probable que esto ocurra. ¿Peligra entonces el monopolio del duopolio?
Antes de plantear posibles respuestas a la pregunta, echemos un vistazo a cómo hemos llegado a la situación actual.
En el año 2000, aún en un escenario analógico y bajo el Gobierno de José María Aznar, Unidad Editorial y Vocento recibieron sus primeras licencias. Un multiplex (canal de transmisión que permite varias comunicaciones de forma simultánea) por el que se asignaron dos canales a cada uno. En 2005, José Luis Rodríguez Zapatero confirma las adjudicaciones, lanza la TDT con nuevas frecuencias a Antena 3, y Telecinco y se crea la sexta y Cuatro.
Zapatero muta Canal + y pasa de ser de acceso condicional a convertirse en un canal en abierto. Al mismo tiempo suprime la publicidad de RTVE.
En 2012 Mariano Rajoy permite el duopolio y en 2015 adjudica más licencias: Real Madrid TV, Trece, Secuoya, Kiss Media y nuevamente vuelven a ampliarse las licencias a Atresmedia y Mediaset. En total, tres canales más a cada uno.
Así las cosas, en la actualidad Unidad Editorial tiene cedidas sus frecuencias a Mediapro para producir Gol TV y DMax. Los dos contratos están firmados bajo la modalidad de «encargo de producción» para eludir la obligatoriedad de producir su propia parrilla. Lo mismo ocurre con Secuoya, que cedió en 2020 la explotación de su canal TEN también al imperio de Roures.
Vocento, por su parte, acaba de vender la licencia para hacer Paramount y Disney hasta 2025.
Unidad Editorial y Secuoya son los que incumplen de manera más explícita el compromiso de explotar con sus propios recursos las frecuencias adjudicadas, pero en realidad lo hacen todos; todos incumplen sistemáticamente los pliegos de las condiciones de adjudicación y esto abre la puerta a más argumentaciones para solicitar un nuevo diseño del espectro radioeléctrico en España, sometido al control y la tutela de la dictadura del duopolio.
Por tanto, puesto que existen argumentos de sobra para dar por agotado el sistema actual y ante el incumplimiento de todos ellos, 2025 puede ser un año de oportunidades para mejorar definitivamente la pluralidad mediática en España mediante la revisión y actualización de las licencias que podrán ampliarse o modificarse.
El ancho de banda ya permite muchos más canales y está siendo infrautilizado. Si, como es previsible, para 2025 existen operadores dispuestos a dar la batalla y hay voluntad política para llevar a cabo la necesaria transformación, el duopolio pondrá irremediablemente rumbo hacia las rocas.
