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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Abren una fosa achacada a la represión franquista y encuentran soldados nacionales

Existe un tópico, entre los defensores de la Ley de Memoria Histórica, según el cual España sería el segundo país del mundo con más fosas comunes del mundo, supuestamente solo sería superado por Camboya, donde el régimen criminal de Pol Pot asesinó a unos dos millones de personas. Sin embargo, la famosa lista según la cual en nuestro país habría 2.195 fosas de la represión franquista, cada vez queda más en evidencia por casos como el ocurrido en el municipio de Figuerola d’Orcau, en la provincia de Lérida.

Allí se buscaba a víctimas de la represión franquista. Sin embargo se han encontrado 17 cuerpos “perfectamente alineados” y con los uniformes correspondientes. No son restos pertenecientes a la represión cometida en la retaguardia de ambos bandos durante la Guerra Civil. Son cuerpos de soldados que combatieron en la zona durante las ofensivas que tuvieron lugar en esa zona entre los meses de abril y mayo de 1938. Unos combates que arrojaron unos datos de mortandad de 11.000 soldados muertos pertenecientes al bando republicano y 3.500 del bando nacional. En este caso, la mayoría de los cuerpos pertenecen a las divisiones 63, 150 y 152 del Ejército Nacional.

Las víctimas de estos enfrentamientos eran enterrados en las zonas próximas al área de combate. Eso explica la mayoría de las fosas comunes señaladas en el controvertido mapa de fosas hecho público por el ministerio de Justicia. De esas 2.195 fosas, la mayoría pertenecen a miembros de los dos ejécitos muertos en los combates, aunque las asosciaciones memorialistas se empeñan en adjudicarlas a la supuesta represión franquista. La única explicación de que aparezca un número tan alto de fosas. El problema es que los denominados “memorialistas” siempre han empleado el cómputo total de fosas como si fueran obra del franquismo. Pero cada vez queda más clara su manipulación.

Como ya se viene denunciando desde diferentes medios de comunicación y por parte de investigadores, muchos de estos enterramientos han sido encontrados -y en algunos casos tapados- para que no llegase a la opinión pública que los republicanos cometieron una represión.

Las fosas que no gustan a la memoria histórica

en 2008, unas obras realizadas en el acuartelamiento de la Brigada Paracaidista de Alcalá de Henares dejaba al descubierto varios cuerpos –inicialmente se habló de al menos cinco, luego de algo más de una docena-, aunque nunca sabremos el número. La intención de esta ley era vender una idílica Segunda República que se defendió de los malvados militares que asesinaban a la población. Por eso no podían sacarse cadáveres de represaliados por el Frente Popular.

Cuando quedó claro que los cuerpos encontrados en Alcalá de Henares no pertenecían al bando republicano, es decir que eran víctimas de la represión frentepopulista, se decidió volver a tapar los cuerpos y dejarlos enterrados. Todo ello a pesar de que ya había sido encontrada la fosa, que es el paso más difícil en la recuperación de cuerpos. Pero el Gobierno de Zapatero no podía permitirse este error, y los cráneos con orifico de bala y las tibias fracturadas por la tortura y los golpes volvieron a la tierra en la que reposaban desde la Guerra Civil. Estos muertos no se merecían el entierro digno que las asociaciones de la Memoria Histórica exigen para los suyos.

Solamente un año después se vivía otra situación similar. Se buscaban víctimas pertenecientes a las Brigadas Internacionales que habían caído durante la campaña de Aragón. Los equipos forenses estaban en Rubielos de Mora (Teruel) y encontraron varias fosas con cuerpos de brigadistas. Se recuperaron 4 cuerpos en dos fosas, pero al analizarlos se descubrió que habían sido asesinados por sus compañeros en una represión interna. Se tenían localizados un total de 46 cuerpos, pero no había fondos para ellos y los 42 restantes siguen en las anónimas fosas comunes a las que les arrojaron los comunistas.

En 2010 se produjo el mayor hallazgo de una fosa común desde que se aprobó la polémica ley de Zapatero. En el municipio de Camuñas se reabrió una vieja mina abandonada en la que se sabía que los milicianos habían asesinado a cientos de “franquistas” durante la Guerra Civil. Tras retirar más de quince toneladas de escombros con las que habían intentado tapar sus crímenes, empezaron a salir los cuerpos. El cubicaje y encajonamiento de los cuerpos llevó al equipo forense a considerar que había entre 240 y 300 cuerpos. Entre ellos están documentados mujeres y niños. Pero la Ley de Memoria Histórica tampoco tenía dinero para su extracción. Y nuevamente ya se había dado el paso más complicado, el de encontrar la fosa. Una fosa que, por cierto, se conocía desde la Guerra Civil y que jamás fue abierta por el franquismo pese a saber que allí había víctimas de los suyos.

En 2012 se encontraba una nueva fosa común. Esta vez era en Villa Sana de Mena. Nuevamente sus ocupantes habían sido asesinados por comunistas, socialistas y anarquistas. En este caso se calcula que había 50 cuerpos, y nuevamente tenemos que decir que se calcula porque los cuerpos siguen en la fosa, abandonados por la ley sectaria aprobada por socialistas y ensalzada por comunistas.

Y llegamos a 2014 con una nueva fosa común con 72 cuerpos de asesinados por los republicanos. Esta vez en Borriol (Castellón). Se buscaban los restos de dos fusilados por el franquismo, José Valls y Luis Messequer, en su lugar se encontró una fosa común con 72 cuerpos de soldados nacionales, por las características de los restos encontrados posiblemente pertenecían a la denominada “quinta del biberón”. Soldados muy jóvenes que entraron en combate al final de la Guerra Civil. Pero nuevamente se volvió a tapar la fosa y los restos no han sido exhumados, individualizados e identificados.Nuevamente pertenecían al “bando equivocado” según quienes dictaron la Ley de Memoria Histórica que dictaba quienes eran los bueno y quienes los malos en una España que volvía a ser obligada a dividirse.

 

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