Senegal se enfrenta al riesgo creciente de una infiltración yihadista, con la filial de Al Qaeda en la región, el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), operando ya a escasos kilómetros de su frontera, en el suroeste de Malí. La amenaza es real y constante, aunque hasta ahora las Fuerzas Armadas senegalesas, mejor entrenadas que las de sus vecinos del Sahel, han conseguido contener el avance.
El Informe de Seguridad Nacional 2024, elaborado por el Departamento de Seguridad Nacional (DSN) de la Presidencia del Gobierno, advierte de que el Sahel es crítico para los intereses españoles, tanto por razones de seguridad como por su papel como origen de la inmigración ilegal. En el último año, más de 9.000 inmigrantes ilegales partieron desde Senegal rumbo a las costas españolas, especialmente a través de la vía atlántica, convertida ya en ruta preferente de entrada a España.
Al Qaeda ya opera en la triple frontera
Un informe del Timbuktu Institute confirma que el grupo yihadista JNIM ha incrementado su actividad en la región de Kayes, en la triple frontera entre Malí, Mauritania y Senegal. Allí ha lanzado ataques contra las fuerzas de seguridad, coaccionado a la población y penetrado en el entramado criminal. Aunque evitan el enfrentamiento directo con Senegal, los analistas advierten de que el objetivo es utilizar su territorio para reclutar, financiarse y, eventualmente, expandirse.
La amenaza se asienta sobre una frontera porosa, desempleo juvenil, desigualdades tribales y auge del salafismo en las zonas más vulnerables. El río Falémé, que marca buena parte del límite entre Malí y Senegal, es ya corredor habitual del tráfico de personas y armas.
España, en el punto de mira
El avance del yihadismo no sólo desestabiliza la región, sino que multiplica el riesgo de que miles de africanos sigan cruzando ilegalmente hacia Europa. El informe del DSN confirma que Mauritania, Marruecos, Argelia y Senegal son ya los principales puntos de partida hacia España. La relación entre terrorismo, pobreza y migración descontrolada es directa, aunque el Gobierno de Sánchez siga sin reconocerlo abiertamente.
Pese al deterioro de la situación en Malí, Níger o Burkina Faso, Senegal aún conserva factores de resistencia, como unas Fuerzas Armadas cohesionadas, una sociedad civil menos radicalizada y líderes religiosos influyentes que promueven un islam moderado, especialmente las hermandades sufíes, opuestas al extremismo violento.
No obstante, el informe alerta de los signos de avance del salafismo en las regiones fronterizas. Por ello, recomienda reforzar la presencia militar, mejorar la cooperación con Malí y Mauritania y poner en marcha programas económicos y de sensibilización entre líderes locales.
No caer en la complacencia
Senegal es, por ahora, un muro de contención frente a la expansión yihadista. Pero la amenaza está a las puertas, y de caer Dakar en la espiral de violencia del Sahel, las consecuencias migratorias para España serían catastróficas. El Gobierno de Ousmane Sonko deberá actuar con firmeza, sin subestimar a un enemigo que ya ha demostrado su capacidad de infiltración social, ideológica y territorial en otros países de la región.