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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Ángeles Belmonte, la madre de 84 años del «Camionero sin Camión» que se presenta al Congreso

Ángeles Belmonte tiene 84 años, es natural de la pedanía de Fernán Pérez, Níjar (Almería), y se ha convertido en una de las personas con edad más avanzada que concurren al Congreso, con la intención de continuar la batalla comenzada años atrás por su hijo, el conocido como Camionero sin Camión.

La anciana es madre de Miguel Ángel Navarro, quien años atrás protagonizó varias acciones llamativas como quedarse en pañales ante los Juzgados en protesta por el impago de los pagarés de una empresa para la que trabajaba, lo que le llevó a perder su vehículo de trabajo y finalmente al desahucio de su progenitora, quien es ahora la tercera en la lista de Escaños en Blanco por Almería.

Tras perder su casa, Ángeles Belmonte se instaló en una tienda de campaña. El desalojo se produjo a las diez de la mañana del 2 de diciembre de 2011, cuando la mujer abandonaba junto a su hijo desempleado, así como otras cuatro personas más en la misma situación, el inmueble, para instalarse en la acera de enfrente.

Ahora reside de okupa en su propia casa y ha recibido una oferta de alquiler social por parte de la entidad financiera que la tiene adjudicada. En estos años, ha sido el principal apoyo de su hijo encerrándose en cajeros y llegando incluso a encadenarse en abril de 2012 a las puertas del Banco de España con la esperanza de que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, atendiese a «las injusticias» que estaba sufriendo.

El objetivo entonces era hacer llegar al Gobierno una propuesta para cambiar la normativa de morosidad, con la que considera que se podría evitar que miles de trabajadores autónomos se vean en la ruina ante los impagos que sufren por parte de otras empresas de mayor tamaño.

En declaraciones a Efe, Belmonte recuerda cómo comenzó a trabajar desde bien pequeña, con apenas 6 años, guardando los cerdos de su familia. Con 7 hacía lo propio con las cabras de una vecina y más tarde de nuevo con la piara de sus padres. Rememora cómo con 8 años conoció a un chico de 12 que la vio sin «comida ni morral» y durante varios años la cuidó como a su «hermanilla pequeña».

Trabajadora nata, Ángeles contrajo matrimonio con un hombre que «trabajaba en la mina» con el que tuvo tres hijos, Antonio, Francisco y Miguel Ángel. Cuando el mediano estaba a punto de cumplir 6 años, tuvo un accidente un día que fue a acompañarla a recoger esparto. Se clavó una «pajita» en el ojo y tuvo que ser trasladado a la capital almeriense.

Allí, después de que operasen al niño, la candidata al Congreso conoció a una mujer que le dijo que «si el oculista le decía que tenía vista, fuese a Barraquer -el conocido centro de oftalmología de Barcelona-«. «Con eso me sobró para irme a Barcelona».

En la Ciudad Condal residiría los siguientes 33 años. «Me dedicaba a trabajar, de casa en casa. Estuve trabajando en el metro…», señala Ángeles quien señala que se sacó el carné de conducir con 42 años tras un viaje a Almería. «Mi hijo Antonio me dijo que lo iba a sacar yo».

Le preguntó al maestro si le «podía hacer una cinta con la clase» y sin saber leer ni escribir, aprobó el examen. Nada más obtenerlo, comenzó a trabajar haciendo repartos para una agencia por el centro de Barcelona. Con el tiempo, llegaría a montar su propia agencia de transportes, contando con 14 camiones.

Incansable, compró en Lérida «cuatro campos de almendros y olivos» y una casa. Con más de 70 años todavía se encargaba de talar los árboles y labrar con un tractor que era la envidia de una señora que tenía «de todo» y que la veía cuando paseaba a caballo.

«He hecho de todo. Hechurías de muchas clases», afirma entre risas.

Finalmente, regresaría a Almería y en octubre de 2007 comenzaría su peor pesadilla al iniciarse la ejecución hipotecaria sobre su vivienda, la misma con la que había avalado a sus hijos Miguel Ángel y Francisco.

Sin relación previa con la política, ahora concurre al Congreso para «ayudar» a su hijo. «Le han hecho mucho daño y a mí también. Me han quitado la casa por la pura política. No me han ayudado, ni a mí ni a mi hijo, para nada. Nos han arruinado la vida», sostiene.

Mientras recuerda cómo «empapelaron» todas las oficinas de la entidad que llevó a cabo la ejecución hipotecaria y han recorrido un «montón de pueblos y capitales», mantiene que «lo volvería a hacer» porque no hizo «nada para que la echasen de su casa».

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