Trump fue el primer presidente norteamericano en casi medio siglo sin iniciar una guerra durante su mandato. Trump firmó un acuerdo histórico con Corea del Norte para la desnuclearización. Obama azuzó las primaveras Ć”rabes que generaron guerras civiles y el terrorismo islamista del ISIS. Biden no sabe situar a Ucrania en el mapa mientras celebra que Europa tirite de frĆo y se arruine en otra guerra. El relato, sin embargo, es que con Trump el mundo corrĆa peligro y que el Nobel de la paz de Obama fue merecidĆsimo aunque llevara apenas unos meses en la Casa Blanca.
En Irak no habĆa armas de destrucción masiva. Estados Unidos lanzó dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, donde murieron dos tercios de todos los católicos de Japón. La bomba sólo la ha usado EEUU, pero el relato es que hoy Putin –y nadie mĆ”s– podrĆa apretar el botón nuclear en cualquier momento.
Una madre mata a sus dos hijas y luego se suicida. Los primeros titulares cuentan que los niƱos aparecen muertos y la mujer suicidada. Luego, al conocer la verdad, se omite el sexo de la madre. Si un hombre mata, hay terrorismo machista y minutos de silencio en todos los ayuntamientos. Si lo hace una mujer, entonces se explican las motivaciones, porque en ellas siempre hay una razón (El Mundo: Ā«La guardia civil que ha matado a sus dos hijas en su casa del cuartel querĆa llevĆ”rselas a Algeciras tras divorciarseĀ»). Este detalle, la adscripción a la benemĆ©rita, hace que aĆŗn se pueda sacar rĆ©dito al crimen: la asesina era guardia civil. Rara vez se pone el Ć©nfasis en la profesión de un criminal excepto si es cura o policĆa. Porque, Āæalguien recuerda un titular que diga Ā«Un panadero mata a sus hijos?Ā». El relato, por tanto, es que la violencia estĆ” incardinada en el ADN del varón.
Batasuna y ETA nunca fueron mÔs débiles que cuando la primera fue ilegalizada. El discurso oficial sostiene que ETA ya no existe («la derrotó la unidad de los demócratas»), pero su proyecto jamÔs ha estado mÔs cerca de cumplirse que ahora con Bildu en el Congreso, los terroristas saliendo de prisión, la Guardia Civil fuera de Navarra y Otegui en la dirección del Estado.
El separatismo crece cuando el Estado cede y no si se le confronta. Madrid sólo es una fĆ”brica de independentistas cuando transfiere competencias (educación, prisiones, fiscalidad, seguridad socialā¦). Si se combate y persigue a quienes violan la ley, sus seguidores ejercen la violencia. Por eso, el discurso dominante premia a la rendición llamĆ”ndole Ā«tender puentesĀ», de modo que CataluƱa es un remanso de paz gracias a Pedro SĆ”nchez, que ha comprado las calles excarcelando a los golpistas del 1 de octubre, a los que sus acólitos ya ni siquiera llaman sediciosos tras eliminar el delito. Muerto el perro se acabó la rabia.
El PSOE ha llegado al poder tras un golpe de Estado (23-F), un atentado terrorista (11-M) y una moción de censura apoyada por separatistas y terroristas un aƱo despuĆ©s de dar el golpe en CataluƱa. El PSOE tiene ademĆ”s un amplio historial criminal y golpista (1917, 1934 o el asesinato de Calvo Sotelo en el 36), impulsó la desindustrialización de EspaƱa en los 80 y la venta de soberanĆa dentro y fuera de nuestras fronteras. Este legado, sin embargo, se disuelve en el imaginario colectivo sedado de propaganda oficialista, que reivindica al partido de la democracia, que tanto ha hecho por los obreros y los mĆ”s humildes.
Todo separatismo genera su propia banda terrorista. En CataluƱa nació Terra Lliure, Resistencia Galega en Galicia y ETA en el PaĆs Vasco. La memoria histórica imperante reescribe el pasado proyectando al presente la amenaza ultraderechista. La realidad es que en 2022 esta violencia la ejercen sistemĆ”ticamente la extrema izquierda y el separatismo, algo que ocultan los medios empeƱados en seguir fantaseando una realidad paralela. Nadie sabe aĆŗn quiĆ©n envĆo los sobres con balas y la navaja ensangrentada durante la campaƱa de las madrileƱas. MĆ”s recientemente han aparecido unos sobres con material pirotĆ©cnico. Esto explica que uno de los mĆ”s cĆ©lebres juntaletras gubernamentales de La Vanguardia, Pedro VallĆn, amenace a los casi 200 periodistas que han firmado el manifiesto defender la democracia. Ā«Esta lista hay que guardarla. Para los juicios de NĆŗrembergĀ».
Este jueves se ha producido un hecho gravĆsimo en las Cortes: el Tribunal Constitucional no se ha atrevido a paralizar el pleno que, a travĆ©s de una proposición de ley, ha debatido y votado la derogación del delito de sedición, la rebaja de la malversación y, vĆa enmienda, el asalto al CGPJ y al Constitucional. El TC pudo frenarlo, pero no se atrevió por la presión ejercida por PSOE, Podemos y, especialmente, los medios de comunicación a su servicio, que han difundido la idea de que los magistrados son Ā«golpistas con togasĀ». Felipe Sicilia, diputado del PSOE y presidente de la comisión de Justicia (ahĆ es nada), ha hecho un paralelismo con el 23-F: Ā«Quisieron parar el pleno y la democracia con tricornios y hoy han querido hacerlo con togasĀ».
El proceso constituyente —la llegada del chavismo— avanza con paso firme gracias a la progresiva eliminación de los contrapesos del Estado. Con los medios de comunicación de parte y el Legislativo y el Judicial colonizados por el Ejecutivo, sólo queda la Corona, a la que veremos en apenas unos dĆas decidir quĆ© quiere ser de mayor: la que paró el golpe en 2017 o la confederal 2030.
El 15 de diciembre de 2022 muchos descubrieron que hay un rĆ©gimen a cuya Constitución le cabe todo, menos su cumplimiento. Esta esquizofrenia setentayochista la encarna el PSOE mejor que nadie, que una semana antes, el dĆa 6, celebró la efemĆ©ride por todo lo alto posando en la foto oficial, como si nada, mientras destruye cualquier rastro de legalidad. ĀæQue cuĆ”les fueron los titulares ese dĆa? Ā«VOX se une a PNV, Bildu y ERC y se salta por primera vez el acto del aniversario de la ConstituciónĀ».