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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Blas Gámez y la valentía de los dan su vida por los demás

La valentía de estos héroes con nombres y apellidos, a veces insultados y despreciados por cumplir la ley, contrasta con la desidia de la clase política en general.

Héroes y villanos. España va de esto. La muerte del subinspector del Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Valencia, Blas Gámez Ortiz, el pasado martes en acto de servicio ha teñido de luto los Cuerpos y Fuerzas de seguridad y nos ha vuelto a recordar que siempre quedarán ellos, los valientes dispuestos a servir a España y anteponer la seguridad de todos a su propia integridad física. Son héroes, nuestros ángeles de la guarda.

Gámez, de 51 años, casado y con dos hijos adolescentes era uno de los subinspectores más brillantes de la Policía Nacional. Fue asesinado cuando, acompañado de otros agentes y dentro de la investigación abierta tras el hallazgo de una maleta que contenía parte del cadáver de un hombre se dirigió al número 77 de la calle de Sueca de Valencia. Al entrar en el portal bajó un hombre que «sin mediar palabra» le agredió con un cuchillo. Blas, que apenas tuvo tiempo para reaccionar y cubrirse, no pudo impedir que el agresor le clavara el cuchillo en el tórax causándole finalmente la muerte.

La valentía de estos héroes con nombres y apellidos, a veces insultados y despreciados por cumplir la ley por los que siempre recurren a ellos cuando ven peligrar su vida -recuerden al líder de Podemos, Pablo Iglesias, y su ya célebre «emoción» cuando veía agresiones a Policías- en la adversidad, contrasta con la desidia de la clase política en general y del Gobierno de España en particular ante las principales amenazas que sufre nuestra nación. En la actualidad, el separatismo catalán.

La sensación de que el Gobierno no toma las riendas del problema y va a remolque del secesionismo se ha vuelto a poner en evidencia esta semana, una vez confirmado el golpe de Estado en Cataluña.

El Tribunal Constitucional ha suspendido la Ley de Transitoriedad, la norma que sienta las bases de la ruptura de esa comunidad con el resto de España, y la Fiscalía ha citado a más de 700 alcaldes y ha ordenado a los Mossos que los detengan si no comparecen, pero al separatismo le dan igual las órdenes judiciales y ya ha iniciado la campaña por el referéndum ilegal. Enfrente sólo tiene un Ejecutivo que sigue llamando a la «calma» y exigiendo «confianza en su plan» a los españoles, y deja entrever que su única tarea es asfixiar económicamente este referéndum ilegal y si acaso pedir al juez que corte la luz de los colegios electorales que pongan urnas, unas medidas consideradas «insuficientes» por la mayoría de los españoles que según varios sondeos exigen una reacción mucho más contundente. Merece, sin duda, la bronca de la semana.

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