«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Fueron los primeros en posicionarse contra Rubiales

Borja Iglesias, Isco, Bellerín y Ruibal: los futbolistas ‘woke’ juegan en el Betis

Francisco 'Isco' Alarcon, durante un partido del Real Betis Balompié. Europa Press

El Real Betis Balompié es uno de los equipos que más simpatías despierta en toda España, si no el que más. Según una encuesta realizada el pasado mes de febrero por el diario Marca, el club del estadio Benito Villamarín, sito al final de la Avenida de La Palmera de Sevilla, es «el equipo más querido» por los aficionados con una nota de 6,01 sobre 10, por delante de la Real Sociedad (5,57) y el Cádiz (5,55). En el otro lado de la balanza, entre los clubes más odiados aparecen el FC Barcelona, el Sevilla y el Girona.

Al mismo tiempo, el Betis es posiblemente el club de fútbol que más exponentes del wokismo reúne en su plantilla con jugadores como Héctor Bellerín, Borja Iglesias, Aitor Ruibal e Isco Alarcón —recuperado este último para la causa balompédica por su entrenador, Manuel Pellegrini— como claros ejemplos de este movimiento que pretende reeducar a todo hijo de vecino con sus postulados.

Los cuatro jugadores verdiblancos han tardado muy poco tiempo en sentar cátedra con el beso de Luis Rubiales, el inhabilitado presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), a la jugadora Jenni Hermoso, minutos después de que nuestra selección conquistara el Mundial femenino con su victoria frente a Inglaterra en Sídney. Isco habló de «abuso de poder» por parte de Rubiales, mientras que Ruibal e Iglesias mostraron claramente su apoyo a la futbolista, al tiempo que éste anunció su renuncia a la selección nacional «hasta que las cosas cambien y este tipo de actos no queden impunes», según afirmó en X, la red social otrora conocida como Twitter.

«Me parece lamentable que sigan presionando y poniendo el foco sobre una compañera», añadió el Panda, mientras que Bellerín tachó de «narcisista», «machista» y «vulgar» a Rubiales, acusándole de «tergiversar declaraciones de la víctima y, encima, tener el coraje de culpabilizarla a ella pasando a victimizarse por haber cometido un abuso».

Declaraciones propias, las de estos cuatro jugadores, de las organizadoras de la manifestación de Madrid en apoyo a Jenni Hermoso y contra Rubiales, que está sufriendo una cacería mucho mayor por el beso a una jugadora —sin olvidar el tocamiento genital en el palco, en presencia de la reina Letizia y la infanta Sofía, o el hecho de cargar al hombro a Athenea del Castillo como si de un saco se tratara— que por otros asuntos más graves como, por ejemplo, los Supercopa Files (pactar comisiones millonarias con la empresa de Gerard Piqué, cuando éste todavía era jugador en activo, para llevar la Supercopa de España a Arabia Saudí), que de momento sigue en agua de borrajas pese a que la juez de Majadahonda ha visto indicios de delito.

«¡No es un pico, es una agresión!», cacarean sin pudor las manifestantes, en un discurso que Isco, Iglesias, Ruibal y Bellerín no han dudado en hacer suyo en nombre de un feminismo que resulta ser más impostado y forzado por momentos.

De estos cuatro jugadores, Héctor Bellerín se lleva la palma en cuanto a woke. El lateral catalán es más admirado por quienes no siguen el fútbol que por los que sí. Con aires de instagramer, Bellerín se ha ganado a un público de izquierdas, especialmente joven y femenino, que le idolatra por cuestiones como ser vegano, comprar ropa de segunda mano en Wallapop, prometer la plantación de árboles por cada gol que marcara su equipo o jactarse de no disputar el Mundial de Qatar 2022 debido a la muerte de cerca de 7.000 obreros en la construcción de los estadios —lo cierto es que el entonces seleccionador, Luis Enrique Martínez, decidió no convocarle para el torneo—.

Borja Iglesias y Aitor Ruibal tampoco le van muy a la zaga. Ambos aparecieron el pasado mes de junio en la boda de un amigo de una guisa muy particular, portando cada uno un lujoso bolso, sufriendo por ello no pocas críticas e insultos en las redes sociales. Más allá de sus complementos y su estilismo —el Panda compareció con grandes pendientes en las orejas y Ruibal, con el pelo teñido de rosa y azul—, Iglesias también es conocido por sus tendencias políticas, pidiendo el voto para la izquierda en la misma jornada electoral. Ahora le han aconsejado que busque su nicho de negocio en «el ámbito woke y en las nuevas masculinidades», a lo que él no duda en responder con fervor.

Por último está el caso de Isco Alarcón, un jugador que parecía vivir los estertores de su carrera y al que su esposa, la actriz Sara Sálamo, pretende convertir en un claro exponente de wokismo. Conocida por sus opiniones en las redes sociales, la intérprete canaria no ha dudado en atizar a Dani Alves tras ser acusado de agredir sexualmente a una joven en una discoteca de Barcelona —sin la celebración todavía del pertinente juicio— o en decir que «la violencia machista mata más que ETA», aunque rápidamente tuvo que corregir por estas desafortunadas palabras. Ahora tanto ella como su marido se han posicionado al lado de Jenni Hermoso y contra Rubiales en un caso que promete seguir dando la vuelta al mundo y generando una incesante catarata de noticias durante las próximas semanas.

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