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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Carta de un infante de Marina a quienes boicotearon el homenaje a los caídos

“La afrenta sufrida sólo demuestra la pobreza y miseria moral de ciertos colectivos que no representan a la mayoría de españoles”, manifiesta.

El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, rindió homenaje a los caídos por España en el monumento situado en la plaza de la Lealtad de Madrid, con motivo de su visita de Estado, la primera de un mandatario europeo en el reinado de Felipe VI.
Participó en la ofrenda floral ante el monumento del soldado desconocido de Madrid. En el acto, en el que el presidente portugués depositó una corona de flores frente a la llama permanente a los caídos por España, estuvieron presentes un grupo de soldados en representación del Ejército de Tierra, el Ejército del Aire y la Armada Española. El homenaje concluyó con disparos de salvas por parte de los soldados del Ejército del Aire en señal de honor a los caídos. La nota triste la pusieron los abucheos y el sabotaje de podemitas presentes en la manifestación de los pensionistas, tal y como ha denunciado el periodista Hermann Tertsch.
Un infante de Marina que participaba en el acto afirma sentir “vergüenza, frustración y tristeza” y ha escrito una dura carta dirigiéndose a la “turba descerebrada” que boicoteó el homenaje a los caídos: “No hagáis mi voz vuestra”. “La afrenta sufrida sólo demuestra la pobreza y miseria moral de ciertos colectivos que no representan a la mayoría de españoles”, manifiesta.
A continuación reproducimos por su interés el escrito íntegramente:
«Esta mañana, como cada vez que visita España un dirigente de otro país, una sección de Infantería de Marina -de la que formo parte y me enorgullezco de pertenecer- junto a mis compañeros del Ejército de Tierra y el Ejército del Aire, hemos recibido -cumpliendo con nuestra obligación- al presidente de Portugal y rendido Honores con toque de oración e imposición de una corona de laurel a los muertos en el cumplimiento de su deber. Ese toque también rinde honores a todas las víctimas y fallecidos por España y en este caso del país visitante, Portugal.
A la hora del acto se ha reunido en las inmediaciones de la Plaza de la Lealtad (lugar donde tuvieron lugar los actos) una manifestación en defensa de las pensiones públicas. En un principio no le di mayor importancia a pesar de que en estos actos, habitualmente, sólo se detienen los viandantes que circunstancialmente cruzan por los aledaños. Mi sorpresa fue cuando las voces en favor de unas pensiones públicas seguras -ni era el sitio ni el momento para la reivindicación- se convirtieron en proclamas antimilitaristas, silbidos, ruido y griterío durante el tiempo que sonaba el himno nacional portugués.
Pero mi perplejidad no acaba aquí… sino que a continuación, cuando empezaron los acordes del Himno Nacional Español, los manifestantes gritaban más alto aún. No era capaz de entender nada, pero la mañana me reservaba una sorpresa mayor: el boicot al homenaje a los caídos. Ha sonado ‘La muerte no es el final’ entonando su letra la Fuerza presente, el “Toque de Oración” con su descarga de fusilería…. Y esos manifestantes no han dejado de silbar y gritar. Permítanme que no reproduzca los exabruptos, gritos y proclamas que, con lágrimas en los ojos, he escuchado esta mañana: ya he tenido suficiente ración de vergüenza, frustración, enfado, tristeza… una mezcla de sentimientos. Ninguno agradable.
En estos días he escuchado a muchos proclamando que se manifiestan también por sus hijos y nietos. No me representan y ruego encarecidamente que ninguno de ellos lo haga en mi nombre. Las víctimas de atentados terroristas -tanto de ETA como del islamismo radical-, los fallecidos en la extinción de incendios, en la atención a automovilistas en la carretera, defendiendo a inocentes ante el ataque yihadista sin más ayuda que un monopatín, en el Mediterráneo recogiendo refugiados o esperando en un andén de Atocha el tren que les lleve a su puesto de trabajo son también hijos, nietos, padres… que han fallecido en el cumplimiento de su deber y sus obligaciones hasta el final.
A esa turba descerebrada le digo: manifestaos en el sitio adecuado y no hagáis mi voz vuestra. Vosotros que no me habéis podido mantener la mirada en el momento de romper filas y que habéis agachado la mirada al cruzarme con vosotros y con los que os conducen como un rebaño descerebrado hoy sólo me producís vergüenza y repudia.
El sigilo siempre fue distinción de la Infantería de Marina. Nunca quise hacer carrera en otra disciplina que no fuera el servicio a los demás en la milicia. Con este mensaje no pretendo otra cosa que disculparme y solidarizarme con el pueblo portugués por la falta de respeto hacia su himno y con todos los familiares de los caídos que hoy no fueron honrados como merecen.
La afrenta sufrida hoy sólo demuestra la pobreza y miseria moral de ciertos colectivos que no representan a la mayoría de españoles y que repito ruego nunca osen hablar en mi nombre».

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