Las estadísticas oficiales del Instituto de las Mujeres, obtenidas por LA GACETA, reflejan un aumento significativo en la implicación de agresores extranjeros en los asesinatos por violencia contra las mujeres en España. En 2025, de los 11 casos registrados hasta la fecha, cinco agresores eran extranjeros, lo que representa el 45,5% del total. Esto contrasta con la proporción de población extranjera, que según el Instituto Nacional de Estadística (INE) a 1 de abril de 2025 es del 14,13% (6.947.711 de un total de 49.153.849 habitantes). En comparación, los agresores españoles, que constituyen el 85,87% de la población, fueron responsables del 54,5% de los asesinatos (6 casos). Esto indica que los extranjeros tienen una implicación 3,22 veces mayor de lo esperado según su peso demográfico, una sobrerrepresentación que ha ido en aumento desde 2020.
Analizando la evolución desde 2020, se observa un incremento sostenido en la proporción de agresores extranjeros. En 2020, de 52 asesinatos, 14 fueron cometidos por extranjeros, representando el 26,9%. En 2021, la cifra bajó a 11 de 49 casos (22,4%), pero repuntó en 2022 con 19 de 50 (38,0%). En 2023, 26 de 58 agresores eran extranjeros (44,8%), y en 2024, 17 de 47 (36,2%). En 2025, con 5 de 11 casos (45,5%), el porcentaje ha crecido de manera considerable respecto a 2020.
Un caso reciente que ejemplifica esta problemática ocurrió el 9 de febrero en Benalmádena (Málaga). Un inmigrante nigeriano de 42 años asesinó a su esposa española, Lina, de 49 años, y posteriormente prendió fuego a la vivienda con sus tres hijos menores —de 7, 9 y 11 años— dentro. Lina, madre de cuatro hijos, había denunciado al agresor una semana antes en el Juzgado de Violencia contra la Mujer número 3 de Málaga, pero no se le otorgó una orden de alejamiento. Sobre las 05.00h de la madrugada, el hombre alertó del incendio, pero la Policía lo encontró fuera del inmueble junto a los niños, mientras que Lina fue hallada dentro, muerta y con signos evidentes de violencia. Uno de los hijos, de 11 años, presenció el crimen y relató los hechos a las autoridades y vecinos, describiendo una escena de extrema violencia. Lina, conocida como una «buscavidas» y una madre dedicada, enfrentaba dificultades económicas y había expresado a su familia que no se sentía apoyada a pesar de estar registrada en el sistema de protección de víctimas de violencia de género (VioGén).
Hay una innegable sobrerrepresentación de agresores extranjeros; la tasa ha crecido 20 puntos en cinco años, y refleja un gran desafío para las administraciones. Este panorama estadístico, junto con casos como el de Benalmádena, subraya la necesidad de estrategias específicas que aborden las particularidades culturales y sociales de estas comunidades, además de reforzar el control de las fronteras para evitar que este tipo de violencia sea importada de países donde las desigualdades entre el hombre y la mujer están más arraigadas.