El Caballero Legionario Paracaidista Juan Manuel Giménez Barriocanal fallecía este martes 25 de julio tras una larga lucha contra el cáncer.
“Ante el Padre Eterno no puedo ser más que un soldado español que quiere servir a su país”. Estas son las emotivas palabras que David, sargento de Infantería, leyó en una conmovedora carta que su padre, el Caballero Legionario Paracaidista Juan Manuel Giménez Barriocanal, le dejó escrita cuando se encontraba en plena guerra contra el cáncer.
El capitán Giménez Barriocanal era “de carácter luchador” -así lo recuerda su compañero y amigo Víctor Viciedo-, pero la grave enfermedad que padecía lo venció este martes 25 de julio en la última batalla.
“Estoy triste porque nos has dejado, pero feliz porque sé que estás con Dios”, ha dicho este camarada en un cariñoso mensaje que le ha dedicado en la red social Facebook.
Y es ante Dios ante quien Giménez Barriocanal se quería presentar “como si de un nuevo destino se tratara”.
Pertenecía a la VI promoción de la Academia General Básica de Suboficiales y fue Caballero Legionario Paracaidista y sargento en la Bandera de Infantería Ligera Paracaidista “Roger de Lauria” II (BPAC-II) -una unidad de combate, apoyo al combate y apoyo logístico al combate que integra la Brigada de Infantería Ligera Paracaidista “Almogávares” VI (BRIPAC)-.
Pero su último deseo demuestra la humildad de este capitán. “No quiero llevar divisas, ante el Padre Eterno no puedo ser más que un soldado español que quiere servir a su país, qué más da la graduación”, le escribió a su hijo.
A continuación reproducimos íntegramente el “encargo un poco siniestro” -así lo define él mismo- que Juan Manuel Giménez Barriocanal le hizo a su sucesor antes de morir.
«Hola, David.
Te tengo que hacer uno de esos encargos un poco siniestros (de ahí el nombre de la carpeta), pero para ti, al estar en el gremio, será fácil de entender.
Me gustaría presentarme ante el Padre Eterno (ya sé que no es tu onda, pero ya me disculparás) como si de un nuevo destino se tratara.
Quiero iniciar ese viaje con uniforme de presentación, ya sabes, camisa blanca, corbata negra, guantes blancos.
No quiero llevar divisas, ante el Padre Eterno no puedo ser más que un soldado español que quiere servir a su país, qué más da la graduación.
No quiero llevar condecoraciones ni más curso que el paracaidista. Sólo el rokisqui, que me enseñó los valores de la milicia que tanto he amado y a la que tanto debo.
Preocúpate de que mis zapatos estén brillantes y mi aspecto sea el que corresponde. Pásame revista como ese buen sargento que eres y del que tanto me enorgullezco.
Puede que mi camino pase por un horno, pero ya sabes, pasaremos… como debe ser.
Te quiero con todas mis fuerzas, hijo».
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